Capítulo 7

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Hace una semana que no me hablo con mi mamá y toda esta situación ya me está cansando bastante, lo único bueno de todo esto es que puedo estudiar tranquila. Se acercan los parciales y presumo que me irá bien en las materias teóricas y mal en las prácticas. En una semana será mi cumpleaños y por fin seré libre, ya no veo la hora de trabajar e independizarme.

Paso a buscar a Natasha por su casa y nos vamos a visitar a Tomás, quedamos en que me presentaría a su amigo Pantera y después de meditarlo junto a Nati, decidí que no tiene nada de malo conocerlo ya que Javier y yo todavía no somos nada. No estoy muy contenta que digamos porque algo dentro de mí me dice que no está bien, pero con conocerlo no pierdo nada. No creo que llegue a algo con este chico, pero por lo menos le daré mi amistad.

Cuando llegamos a nuestro destino nos encontramos con que estaban tocando la guitarra en el patio. No sé qué tienen los músicos, pero algo debe ser porque me sentí atraída al segundo.

Pantera es un chico de mi altura, de pelo corto y oscuro, ojos marrones, flaco, viste de negro y es de esos a los que les gusta el heavy metal. Tienen una banda de rock junto con Tomás, él es el bajista y mi amigo es el cantante. Pasamos toda la tarde hablando y realmente es encantador, tiene un humor un tanto ácido y congeniamos enseguida. Me contó que está saliendo con una chica llamada Roxana pero que sufre bastante porque ella no quiere nada serio. Cualquier mujer estaría encantada de salir con un hombre al que le gusta el compromiso, pero Roxana no, ella escapa de cualquier obligación. De hecho, lo engañó varias veces casi siempre con amigos suyos que, luego de eso, dejaron de serlo. Ni siquiera él sabe por qué todavía está con ella, piensa que tal vez es costumbre o tal vez es que no conoció a nadie mejor. Realmente me cuesta creer eso.

—¿Cuál es tu nombre? —doy un sorbo a mi cerveza.

—Ezequiel, pero ni se te ocurra llamarme por mi nombre porque no me gusta. Además, no estoy acostumbrado así que es probable que no me dé por aludido.

—Ok, te llamaré Pantera entonces —digo riendo porque su forma de hablar es bastante graciosa.

—Tomás me contó que tenés novio... Es un suertudo.

—No es mi novio —me incomoda decir eso, pero es la verdad.

—Entonces, si no tenés dueño, tengo alguna chance —sube y baja las cejas y yo muero de risa.

—¿Una chance para qué?

—No sé... —acerca su silla para pegarse a mí. De reojo veo que Tomás y Nati se matan de risa sin prestarnos atención. De pronto el ambiente se llenó de electricidad y mi risa desaparece poco a poco—. Una chance para lo que vos quieras que pase.

—Es verdad, no tengo dueño, pero no porque no tenga novio. Yo no soy propiedad de nadie.

—Me gustan las mujeres independientes —se acerca a mi boca cada vez más y yo me siento débil. El calor de su respiración y las cervezas que estábamos tomando surten gran efecto sobre mí.

—Te gustan... ¿mucho? —digo entre suspiros porque su cercanía me afecta demasiado.

—Sí... —susurra sobre mis labios y me besa. Toma con sus manos mi cuello y sus dedos cosquillean en mi nuca. Su beso es dulce y sabe a cerveza, es apasionado y la verdad besa muy bien. De repente ya no escucho a nadie alrededor, pensé que solo Javier tenía el poder de causar eso. Evidentemente estaba equivocada. Fue un largo y delicioso beso que me dejó con ganas de más.

—Tus labios son muy suaves —solo sonrío porque no puedo contestar.

—¡Ah, bueno! No te puedo sacar a ningún lado, Nadia, que ya estás a los besos con otro —dice Nati con los brazos en jarra y cara divertida.

Desilusión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora