Capítulo 20

189 25 13
                                    


Todo lo que Pantera hacía por mí confirmaba aún más mi pensamiento sobre el amor. Cuando una persona se enamora hace de todo por el otro, comete locuras, acepta cosas que en otro estado no las aceptaría, pasamos a un segundo plano y ya no importa nada más. Queremos lo mejor para esa persona especial, sufrimos con su dolor, celebramos su alegría, es la primera persona en la que pensamos cuando nos levantamos y la última cuando nos vamos a dormir. Queremos protegerla, hacerla sonreír, compartir todos los momentos especiales de nuestra vida luchando contra todo aquello que amenace lastimar ese sentimiento tan hermoso.

Yo sentía amor. Amor por los dos, pero con diferente fin. Pantera me daba todo aquello que Javier no y Javier me hacía sentir lo que Pantera no podía. Sí, ya sé. Es egoísta.

La propuesta de Ezequiel terminó por hacerme entender que ya no podía seguir con él. Lo estaba lastimando mucho y lo último que quiero es dañarlo. Lo amo como persona, lo amo por cómo me ama, por los sentimientos nobles que tiene hacia mí, pero no estoy enamorada de él. Estoy enamorada de Javier. Quiero compartir mi vida con él no con Pantera. La pregunta ahora es: ¿Javier me ama tanto como yo? Había que averiguarlo.

—No creo que sea una buena idea vivir juntos...

—Lo sé —me abraza—. Realmente él es muy afortunado...

—Perdóname —lo abrazo aún más fuerte y me desahogo llorando con dolor.

—No, bonita, no tenés que pedirme perdón —se separa de mí y me mira—. Siempre fuiste clara conmigo y te lo agradezco.

—¿Qué hice para merecer tu amor? Parece una especie de castigo divino tenerte y no poder responderte de la misma manera —seco mis lágrimas con el dorso de la mano.

—¿Alguna vez te lo reclamé? —niego con la cabeza—. Entonces no te amargues por mí. Me llena el alma saber que me querés tanto como para sentirte así de mal.

—Creo que ya no deberíamos...

—¡No! —se gira y mira hacia el frente—. No sigas. No quiero escuchar eso. No me hagas esto, por favor.

—Siento que te estoy lastimando y no quiero hacerlo.

—No lo hacés, yo lo hago. Yo soy el que se lastima estando con una mujer increíble que está enamorada de un idiota que no la merece —dice con bronca.

—Por eso mismo, tenemos que term...

—¡No! —levanta la voz sólo un poco, gira para mirame nuevamente y su expresión denota tristeza—. ¿Pensás que voy a dejar de sentir lo que siento si dejo de verte? Te metiste tan profundo en mi alma que dudo mucho que pueda sacarte de ahí.

—¿Te das cuenta? ¡Te hago mal!

—Me harías peor si no me dejaras verte —susurra.

—Esto está mal —inspiro profundo y suelto el aire con fastidio tapándome los ojos con las manos.

—Está bien... dejaré de verte, sólo porque puedo percibir que esta situación te está haciendo daño a vos y me muero si, por mi culpa, salís lastimada.

¡Qué día de mierda! Llego a la casa de Nati y le cuento todo.

—Y después de todo esto, ¿cómo te sentís?

—¡Para el culo! —abro el armario y busco qué ponerme— Me mata Trini.

—Pero el doctor dijo que va a estar bien —se sienta en su cama y observa lo que hago—. No desordenes mi ropa.

Desilusión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora