Capítulo 16

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Estiro mis brazos y me desperezo sin abrir los ojos. Imágenes de la hermosa noche que pasé se proyectan en mi mente y me hacen sonreír. Lo busco con mi mano y no lo encuentro, intento abrir los ojos, pero los vuelvo a cerrar inmediatamente después. El sol me da de lleno en la cara y me toma un poco de trabajo acostumbrarme a su luz. Miro la hora. Todavía es relativamente temprano, tengo que volver a casa o mamá me va a matar. Rodeo la habitación con la mirada, pero no encuentro mi ropa. Me siento en la cama y me envuelvo con las sábanas. Escucho el sonido de la puerta al cerrarse y me sobresalto. ¿Se fue y me dejó sola? Escucho pasos. Sí, me dejó sola pero ya volvió, ¿dónde habrá ido?

—¡Buenos días, princesa! —está vestido... pero si son las ocho de la mañana, ¿de dónde vendrá?

—Buen día. ¿Dónde está mi ropa?

—No sé si quiero que te vistas —sube a la cama y se sienta frente a mí con las rodillas a cada lado de mi cuerpo, sujeta la sábana que uso para taparme y me despoja suavemente de ella dejando mis pechos al descubierto—. Quiero tenerte así toda la vida.

Su comentario me sonroja y atino a taparme con las manos, pero me lo impide.

—Tengo que volver a casa —susurro, nerviosa, producto de su cercanía.

—No... hablé... con... tu... mamá —dice besando mis pechos entre cada palabra.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—Recién —lo tomo de los hombros para apartarlo, ¿fue a mi casa?

—¿Cómo es eso?

—Vengo de tu casa, fui a hablar con ella porque no quiero llevarte todavía pero tampoco quiero que se enoje conmigo y me prive de tu presencia.

—¿Qué te dijo?

—Bueno... —se recuesta a mi lado y me mira divertido—, no le gustó nada que hayas pasado la noche conmigo, pero le dije que no te toqué un pelo y me creyó. Me invitó a almorzar así que a las doce te tengo que llevar.

—Te estás aprovechando de mi mamá, ¿cierto?

—Cierto —se sube arriba mío como estaba antes—. Ahora voy a aprovecharme de vos.

De un tirón quita las sabanas y las deja en el piso, se despoja de toda su ropa menos del bóxer. Me acuesto en la cama y abro mis piernas para dejarlo pasar. Muerde su labio inferior y cierra los ojos. Descubro que su intención es quedarse en entre mis piernas. Pasa suavemente un dedo para abrir mis labios y ese roce que ejerce sobre mí provoca que arquee mi espalda.

—Mmm... ya estás toda mojada —gruñe.

—Es el poder de tus dedos —jadeo.

Su lengua hace magia. Se mueve lentamente torturándome, clavo las uñas en el colchón y levanto la cadera para sentir aún más su boca. Muerde uno de mis labios y siento que puedo tocar las nubes con las manos.

—Tu sabor es inigualable —susurra.

—Ah... —gimo tirando de su cabello.

Mete sus dedos y los saca suavemente siguiendo el ritmo de su lengua sobre mi clítoris. Se quita el bóxer y veo su gran miembro ya listo para mí.

—¿Cuándo te tiene que venir?

—El miércoles... ¿Por qué?

—Porque quiero sentirte sin impedimentos.

Toma su pene con la mano y lo pasa a lo largo de mi hendidura resbaladiza. Mete la cabeza y gruñe.

—Estás más cerrada que anoche.

Desilusión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora