—¿Te llamaron de algún trabajo?
—No, todavía no —le respondo con pesar.
—Mejor... No quiero que trabajes —estábamos sentados en el banco de nuestra plaza, con mi espalda apoyada en su pecho, pero cuando escucho su comentario me giro para verlo a los ojos.
—¿Por qué? —no comprendo la naturaleza de su comentario.
—Porque no quiero que conozcas a otras personas, te pueden alejar de mí.
Me quedo tildada mirándolo, no esperaba esa respuesta. Pensé que había confianza entre nosotros y que las escenas de celos ya no formarían parte de nuestra relación. Evalúo su explicación y determino que me gusta su miedo... porque eso que siente es miedo a perderme ¿verdad?, ¿qué otra cosa podría ser?
—Nadie más que vos tiene el poder de separarnos y aun así tengo mis dudas —apoyo una mano en su firme pecho a la altura de su corazón y la otra en su hombro. Sonríe.
—Te amo.
Se me voló la tanga. Una inmensa felicidad se adueñó de mi ser, me siento... especial. ¡Me ama! No lo puedo creer. ¡Mi cuento de hadas se hizo realidad! Es mío y solo mío porque me ama a mí, ¡a mí! Estaremos juntos por siempre porque soy la mujer de su vida, la mujer que ama. Sus ojos sólo verán mi rostro porque me ama... ¡ME AMA! Mi yo interior salta de alegría, corre de un lado a otro con una enorme sonrisa en la cara, tira papelitos de colores, fuegos artificiales y cae rendida ante esas dos simples palabras que guardan tantas promesas, tantos sentimientos que son difíciles de describir. No sé cuánto tiempo llevo callada, con el corazón fuera de control y la respiración acelerada. Javier me mira expectante esperando que diga algo, pero me quedé sin voz.
—Eh... yo... —aclaro mi garganta y con la felicidad pintada en el rostro y le digo lo que hace tanto vengo conteniendo—. Yo también te amo, mucho más de lo que te imaginás.
Nos abrazamos y quedamos así varios minutos. Una de sus manos sube y baja por mi espalda lentamente y la otra, acaricia mi cabello. Escondo mi cara en su cuello y apoyo el mentón en su hombro inspirando profundo. ¡Su aroma es tan delicioso!
—Te amo, te amo, te amo —repite una y otra vez dándome ricos besos entre cada palabra. Su barba cosquillea en mi nariz y me hace reír. Realmente soy feliz, inmensamente feliz, no puedo pedir más.
Sus ojos se volvieron tiernos, dulces, cariñosos. Es la primera vez que me demuestra tanto amor, es la primera vez que me deja ver sus sentimientos, es la primera vez que lo siento realmente genuino. ¿Cómo pude ser capaz de provocar esto en un hombre como él?, ¿qué vio en mí? No merezco todo esto, no soy suficiente para él y sin embargo no le importa, me ama, me ama mucho.
—Estuve pensando que podríamos ir a bailar el sábado, ¿te parece? —está entusiasmado.
—¡Sí! Espero que mi mamá me deje ir, me porté bien todos estos días así que no tiene excusas.
—Bueno, no te preocupes. Vos insistí que yo te llamo el sábado a la mañana así arreglamos. Decíle que vamos a San Martín y que prometo traerte temprano.
Llego a casa, pero la tensión en el ambiente me dice que el horno no está para bollos así que me guardo lo de la salida hasta mañana. No me interesa lo que pasa, no quiero saber por qué el ambiente está así. Estoy en mi propia burbuja de felicidad y nadie la va a romper, nadie. Por primera vez estamos bien, por primera vez me siento querida por alguien, deseada, amada y ese cóctel de sensaciones es más poderoso que cualquier cosa en este mundo. Tengo la piel de gallina desde que me dijo que me ama y no se me quita. Quiero vivir por siempre con este estremecimiento, quiero darle todo lo que se merece, quiero llenar sus expectativas, quiero ser su todo.
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Desilusión ©
Romance-¡Te di mi corazón entero, te abrí las puertas de mi alma y me mentiste, Javier! ¡Me usaste, me engañaste hasta el hartazgo y aun así no te alcanzó! No te importó que fuera una chica inocente, ilusa e inexperta. Tomaste todo de mí y ahora que te can...