-¿Cuántas pastillas se introdujo?
-Cuatro... ¿Se va a recuperar?
¡Dios, siento que mi cabeza va a explotar! Escucho voces a mi alrededor, creo que una de ellas es Mariela.
-Sí, se va a recuperar, pero necesitamos que despierte para llevarla al quirófano.
¿Quirófano? Todos los sucesos pasados vienen a mi mente. Intento abrir los ojos, los párpados me pesan demasiado.
-Vine en cuanto pude -se la escucha agitada-. ¿Qué pasó? ¿Qué hizo?
Junto fuerzas y finalmente logro abrir los ojos. Los tubos de luz que están en el techo me ciegan un momento, parpadeo rápidamente para acostumbrarme a tanta claridad, rodeo la habitación para intentar dilucidar dónde estoy. Las paredes son blancas, hay una ventana a mi izquierda y un televisor empotrado en la pared frontal casi a la altura del techo. A mi lado hay una camilla vacía, o sea que estoy en un hospital. ¡Que inteligente! ¿No sabes que me siento mal? ¿ni siquiera así dejarás de molestarme maldita conciencia? Hacia la derecha veo una mujer con un ambo azul que habla con Mariela y Natasha. Mari está asustada y Nati agitada, parece que hubiera corrido.
-¿Hola? -no sé cómo pude hablar, tengo la garganta tan seca que la lengua se pega a mi paladar.
Las tres giran para verme. Mis amigas corren hacia a mí y se colocan una a cada lado de la cama.
-¿Qué hiciste, Na? -la primera en retarme es Nati. Su voz es de reproche, pero sus ojos están tristes.
No puedo responder, sólo puedo llorar. Miro a Mariela buscando ayuda y ella entiende mi petición silenciosa.
-Está embarazada... bueno, estaba embarazada -Nati cierra los ojos y niega con la cabeza, ya entendió todo-. Fuimos a lo de Jeni... ya sabrás para qué.
-¡Ay Nadia! -toma mi mano y le hago un gesto de dolor, la aguja con el suero que tengo inyectado pinchó mi vena más de lo normal-. ¿Por qué no me contaste nada?
Estaba por contestar justo cuando la doctora aparece y les pide a mis amigas que esperen un momento afuera. Me observa un instante con el ceño fruncido.
-Hola Nadia, soy la doctora Rossi ¿Cómo te sentís?
-Físicamente dolorida y psicológicamente destruida -se me quiebra la voz.
-Necesito que me confirmes lo que hiciste -prepara su bolígrafo y se dispone a anotar en una planilla-. Tu amiga te trajo inconsciente y sangrando diciendo que intentaron realizar un aborto casero ¿es cierto?
-Sí -sollozo-. Me puse cuatro pastillas de Oxaprost y al cabo de unas horas comencé a sentir mucho dolor, como cuando me está por venir, pero mucho más fuerte.
-Esas eran contracciones, linda -no deja de escribir.
-A la mañana desperté y pensé que no habían surtido efecto, pero al cabo de unas horas vi todo negro y ya no recuerdo más nada.
-Bueno -controla el flujo del suero-, lo que sucedió fue que tuviste una hemorragia muy grande y repentina que se generó dentro del útero, por eso no viste la sangre antes de desmayarte. La hemorragia produjo una baja abrupta de tu presión arterial, ese es el motivo del desmayo. Te inyectamos antibióticos y necesitamos llevarte al quirófano urgente, debemos retirar los restos del feto que quedaron en tu útero.
-Pero... -estoy aterrada-, ¿estoy bien? ¿voy a morir?
-Estás bien -se acerca a la salida-, estás mejor de lo que realmente mereces.
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Desilusión ©
Romance-¡Te di mi corazón entero, te abrí las puertas de mi alma y me mentiste, Javier! ¡Me usaste, me engañaste hasta el hartazgo y aun así no te alcanzó! No te importó que fuera una chica inocente, ilusa e inexperta. Tomaste todo de mí y ahora que te can...