—Me siento completa... ¡fue increíble! —suspiro acostada en su cama—. Ahora entiendo por qué a todo el mundo le gusta.
—Tuviste suerte —dice Nati con nostalgia— mi primera vez fue tan horrible que no quise volver a acostarme con Darío nunca más. Recién después de cuatro o cinco veces le tomé el gustito.
—Bueno... si lo mío va a ser siempre así, entonces no quiero dejar de hacerlo nunca —reímos como bobas.
Tampoco fui a cursar hoy porque, la verdad, no tengo cerebro para eso. Mi mente quedó suspendida desde ayer producto de la hermosa tarde que pasé. No se cansaba de repetirme lo mucho que me ama, lo linda que soy -para él, claro está-, que no puede vivir sin mí y un sinfín de palabras bellas que a las chicas nos gusta tanto escuchar.
—¿Cuándo se vuelven a ver?
—El domingo, siempre nos vemos jueves y domingos.
—Si mal no recuerdo los sábados ves a Pantera —un sabor amargo se forma en mi boca con solo recordarlo.
—Sí... pero hace dos sábados que no viene a verme y tampoco pasé por la casa de Tomás así que... no sé.
—¿Le vas a contar? —se sienta en la cama y me mira expectante.
—No tengo intención de contarle, pero seguramente se dé cuenta de todo, él siempre me dice que puede leerme con solo verme.
—No lo hagas —apoya una mano en mi brazo—, si tenés un poco de sentimientos hacia él, no se lo digas, lo vas a lastimar.
—Para contarle primero tengo que verlo y parece que decidió no verme más —las últimas palabras las digo entrecortadas porque me apena mucho pensar que no volveré a verlo.
Llego a casa a la hora de siempre y me pongo a leer los apuntes que corresponden según el programa de estudios. Tengo que mantener las apariencias si no quiero tener problemas con Soledad.
Estoy de muy buen humor así que decido hacer la cena, agarro las cosas de la heladera y me dispongo a cocinar una rica carne al horno con papas al romero. Me encanta cocinar, desde chiquita lo hago y debo decir que es lo mejor que me sale. Debería estudiar gastronomía y explotar mi potencial.
Luego de cenar, limpio todo y voy a mi cuarto a mirar una peli en la cama, pero antes de que termine me quedo dormida.
Un sol radiante me ciega, entra por la ventana de mi habitación y se refleja en las hojas blancas de los apuntes que estoy leyendo. Mamá me interrumpe anunciando la llegada de alguien. No escuché el timbre, tal vez estaba muy concentrada en la lectura y por eso el sonido pasó desapercibido para mí.
—¡Pasá, pasá! Está en su habitación —escucho decir a mamá y una sensación agradable me toma por sorpresa.
—Hola, bonita... perdón por venir sin avisar, pero necesitaba verte.
—Pantera... —me levanto lentamente de mi escritorio sin poder creer lo que estoy viendo.
No voy a mentirles, me alegra muchísimo verlo, pero me asusta. ¿Cómo se puede querer a dos personas? Soy consciente del amor que siento por Javier, pero también soy consciente del cariño que le tengo a Pantera. No quiero estar lejos de ninguno. ¡Que egoísta soy!
Está parado en la puerta de mi habitación apoyado sobre su hombro izquierdo y con los brazos cruzados cuando ve mi expresión. No estoy segura de lo que vio en mí, pero no le gustó nada. Se acerca cautelosamente sin dejar de mirarme.
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Desilusión ©
Romance-¡Te di mi corazón entero, te abrí las puertas de mi alma y me mentiste, Javier! ¡Me usaste, me engañaste hasta el hartazgo y aun así no te alcanzó! No te importó que fuera una chica inocente, ilusa e inexperta. Tomaste todo de mí y ahora que te can...