Caída libre

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(Story of My Life/ One Direction)


Algunas veces me llama la atención lo veloz o lo lento que puede pasar el tiempo, sin dudas nuestras percepciones son tan frágiles, somos frágiles en nuestra existencia misma, somos versátiles y volátiles, por eso mismo cuando Harry volvió me pareció que no había pasado más de media hora desde que se había retirado apresurado con esa actitud enigmática que me dejó temblando ligeramente. 

Harry era extraño... era cambiante, como si hubiera tenido problemas de personalidad múltiple, como si hubiera muchas versiones de él las cuales aparecían conforme a las conversaciones y sucesos, versiones que no terminaba de conocer aún. Pero sin dudarlo cada uno de esos Harrys tenía algo en común, una fuerza arrolladora los envolvía, un espíritu denso que se me metía por los poros cada vez que compartíamos el espacio.

Cuando entró yo ya sabía cuales serían sus siguientes acciones, sus pasos largos sonaron dentro del galpón y tal como pensaba se sentó junto a mí, poco a poco se convertía en una rutina. Con cuidado me bajó el trozo de género que me cubría la vista y para mi sorpresa liberó mis muñecas del agarre doloroso.

¿Qué se suponía que debía hacer o decir? Joder, la incomodidad era absoluta en aquel espacio moribundo que alimentaba mis nervios, la tensión tomaba un verdadero significado dentro de esas cuatro paredes descoloridas. ¿Debía fingir que estaba cómoda? <<¿Qué hago cuando me siento cómoda?>>

—¿No quieres saber nada sobre mí? —pregunté mientras volteaba a verlo, iniciando lo que pretendía ser una conversación casual... conversación casual las bolas, era más cómodo hablar con tus parientes lejanos en los funerales que esa conversación "casual". El dio una pequeña sonrisa y por un par de segundos me sentí como una niña pequeña, yo era muy lista, pero me estaba perdiendo de algo que no lograba captar.

—¿Algo como qué? —fruncí el ceño ante su pregunta, digamos que me sentí levemente molesta... Qué se creía el jodido cabrón, yo era una persona interesante con un montón de temas para conversar,  llevaba 20 años existiendo y a este tío no se le ocurría nada para preguntar.

—No lo sé —respondí mirando al frente otra vez—. ¿Tu profesión de secuestrador te anuló las habilidades sociales? ¿O es que simplemente no te interesa mi vida?

—Yo...

—Por supuesto que no te interesa, que mierda estoy hablando, de todas maneras cuando conoces gente sueles preguntar cosas básicas para saber que la persona con quien te encuentras no es una loca psicópata con deseos de sangre para sacrificarla a sus dioses. Ya sabes, lo usual, qué hago, con quién vivo, cuál es mi pasatiempo favorito, o qué edad tengo al menos. —Lo vi por el rabillo del ojo sonriendo como si mi pataleta le diera ternura.

—Eres estudiante de ingeniería en Cambridge, vives con tus padres y tres hermanos, dedicas dos tercios de tu tiempo a leer y cumples los veintiuno el 2 de Enero —respondió todo sin siquiera pensarlo, como si conociera las respuestas demasiado bien para dudar un segundo—. Y sí, he perdido un poco mi carisma, no todo el tiempo se puede ser el chico popular Del campus. —Finalizó con gracia mientras me empujaba con su hombro despacio. Me quedé con la boca media abierta mientras el mal humor intentaba dominarme, pero no podía ceder ante los sentimientos en aquel momento.

—¿Y tú cómo sabes eso? —cuestioné sin voltear la vista para que la furia no empezara a hablar, noté que el bajaba su cabeza para mirar sus manos.

—Te investigué, mucho antes de que llegaras aquí —confesó rascándose la cabeza, alcé los ojos para verlo mientras asimilaba la información, se avergonzaba de sus acciones pero no se arrepentía, lo sabía. 

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora