(Lost it all/ JILL ANDREWS)
¿Han sentido que de pronto botan su último aliento?
Pues si no es porque luego de unos segundos el corazón me vuelve a latir, pensaría que he muerto.
No me desmayaré, no actuaré como una de esas mujeres frívolas y absurdas, no seré débil, no me romperé otra vez.
No de nuevo.
Embarazada... ¿Cómo una palabra puede envenenar tanto? ¿Cómo una sola palabra puede destruirlo todo?
Ni siquiera soy capaz de decretar algo al respecto, estoy varada en la nada sintiendo que lo he perdido todo, absolutamente todo. Me odio, sí, me odio de pies a cabeza porque sin importar si el feto es el resultado de mi revolcón con Harry o del ataque de Jamie, siento que fue mi descuido y tengo mezclado en la garganta el llanto, el grito de dolor, decepción y la única petición que quiero hacerle a Igor. Pero nadie dice nada, ni el médico, ni Harry, mucho menos yo, y los segundos pasan aumentando la incomodidad del ambiente entre ellos, mientras que en el mío ya no existe más nada, estoy por ponerme en pie y salir de aquella consulta sin pedir permiso de nadie.
Siento que la mano de Harry intenta tomar la mía, pero la aparto para que no se me acerque. Escucho mi respiración profunda, como si se anularan todos los otros sonidos del lugar y entonces cuando logro encontrar mi voz, suelto lo que quiero pedir de rodillas al médico.
—Quítemelo —los ojos del doctor Tonra se encuentran conmigo con más sorpresa de la que esperaba, pero no reparo más en ello, en lugar de eso me lanzo fuera de la camilla para medio arrastrarme frente a él—. Por favor, por favor Igor, sáquelo ahora.
—Espera —la voz de Harry me llega a los oídos y deseo de todo corazón que no diga nada en contra de lo que acabo de pedir, porque estoy dispuesta a plantarle un puñetazo con mi mano dolorida también a él—, ¿puede ser... —Sé lo que piensa, que quizás puede ser su... bebé. Pero que lo olvide, al carajo con cualquier cosa que tenga para decir.
—Por favor —vuelvo a rogar rompiendo en llanto mientras el doctor me toma de los brazos para que me ponga en pie.
—Lo siento Lepbinia, pero esto sí que debo informarlo, no es algo que pueda decidir yo —explica con una mueca de disculpas. Pero no me importa, porque si no lo hace él, yo me las arreglaré para hacerlo, como sea—. Esto lo tienen que estudiar y luego de eso te lo informaré, pero primero tendré que tomarte otras muestras para ver que el bebé esté bien.
—Feto, esto es un feto no un bebé —le rebato mordaz secándome las lágrimas, con rabia de que ellos intenten siquiera tratar a lo que tengo dentro como un bebé.
—Sí —Me concede frotando su cuello con incomodidad—. El feto... Bien, será mejor que te acerques acá —indica la pesa una vez más para ver mi estado deplorable.
He bajado tres kilos más en las dos semanas, peso cuarenta y ocho kilos. Su cabeza se sacude con molestia porque sabe es absurdo me sigan tratando así si no me quieren ver muerta. Pero no dice nada, porque no saca con recordármelo a mí o Harry. Miento, sí se lo recrimina a él.
—¿Por qué no la has alimentado? —Siguen un diálogo superfluo respecto a por qué sigo bajando de peso, pero en lugar de prestar atención sigo pensando una y otra vez qué haré, cómo me quitaré esto de adentro.
Me explica que tengo muchas cosas alteradas por mi desnutrición creciente, además me explica que no sería extraño el hecho de que tuviera un aborto espontáneo dentro de las próximas semanas. También me dice que he perdido demasiada masa muscular y que debo evitar someterme a cuadros de estrés para no arriesgar al feto.

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Cautiva
Ficção AdolescenteEl frío distrito universitario de Cambridge es el único hogar que Lepbinia Miller conoce, criada por dos padres preocupados, tres hermanos hermosos y una vida llena de amor, esta chica universitaria no sabe los múltiples caminos a los que la vida pu...