Reminiscencias (parte II)

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(Close Your Eyes/ RHODES)


Por una lado sentía una rabia enorme contra aquel chico, pero por otro, sabía que él era el único me dejaba en paz. Si ese chico se iba, quizás qué clase de animal estaría conmigo y eso era más de lo que yo podía soportar, me superaba con creces.

No sé en qué momento salió Simon, pero lo noté porque el último chico que entró comenzó a hablar después de hacer una llamada.

—¿Dónde estás? Sabías que era tu turno, estás retrasando todo, aún ni siquiera he podido terminar los documentos y se suponía que la entrega sería dentro de dos días, pero a este ritmo... —Su voz se detuvo, probablemente porque Harry hablaba del otro lado del teléfono—. No. —Estaba muy quieta para intentar oír y efectivamente él creyó que estaba durmiendo—. Sí, parece que se durmió —hablaba de mí, debí concentrarme para no acusarme con algún movimiento indeseado—. No ha dado mucho problema, pero Jamie está irritadísimo, a la primera que algo no salga más nos vale estar lejos. —Otro silencio largo—. No me extraña, ¿por qué?, yo no me meteré en medio así que apúrate, ¿cuánto te falta? —Una punzada en la cabeza me recordó la herida que se me había abierto hace un rato, me moví incómoda sin poder contenerme, intenté fingir que despertaba, me afirmé contra el fierro como podía para equilibrar mi cuerpo, arrojé mi cabeza atrás y bajando las manos esposadas de un modo incómodo me toqué la herida mientras soltaba una palabrota muy despacio—. A penas salga la camioneta te aviso, nos vemos.

El silencio se instaló de nuevo en el lugar.

¿Alguna vez sintieron esa necesidad apremiante de llenar el espacio?, pues eso era precisamente lo que yo sentía en aquel preciso instante.

—¿Quién se tiene que ir?¿Harry? —hablé del chico como si lo conociera de toda la vida, me removí incómoda esperando a que dijera algo, de pronto su risa irrumpió en la sala.

—¿Ni los golpes ni los gritos te dejan la boca cerrada a ti o qué? —Sentí la gracia en su voz, mitad en burla mitad sorprendido—. Realmente debes aprender a callarte, porque si alguien te dice aquí que te va a matar, efectivamente lo hará, no te metas en lo que no te llaman y deja de hacer escándalos. —Sentí que me lo decía tan en serio que no pude hacer más que obedecerlo, no obstante no duró mucho, no quería tentar mi suerte pero joder, la curiosidad me comía.

—¿Tan difícil es responderme eso? —Sé que el sentido común gritaba que me callara, que solo intentase ser invisible, pero yo jamás fui una persona que se quedara sentada sin hacer algo. Además para esas alturas, un golpe más o uno menos daba igual si conseguía información con ello.

—No, él no se tiene que ir. —Un leve alivio me recorrió el pecho, deseé ponerme a llorar de nuevo pero me contuve de alguna extraña forma. Mis pies estaban tan fríos que me dolía mover los dedos ¿Llevaba días? No estaba segura, pero se sentía así.

No me pareció una mala idea dormir, después de todo mi cuerpo maltrecho necesitaba recuperarse, renovar energías para soportar lo que fuese a venir, así que me limité a prestar atención al acompasado sonido de mi respiración y sin darme cuenta la nada me absorbió.

No debió pasar mucho tiempo antes de que despertara, bruscamente para ser exacta, sentí que una mano me tocaba la cara y en un acto reflejo me alejé del contacto, intenté cubrirla con mis manos, más solo sentí el tirón en las muñecas, intenté abrir los ojos desesperadamente pero la venda me lo impedía.

Algo dentro me gritaba que estaba en peligro, incluso para estar secuestrada. Y mi sexto sentido no falló, fuese quien fuese aquel hombre buscaba algo concreto, su brazo fuerte me levantó tomando mi suéter desde el cuello hasta que solo las puntas de mis botines rozaron el piso, me empujó contra la barra de hierro que estaba en mi espalda y acercó su cuerpo al mío para que la presión entre el tubo y él me sostuvieran en el aire. Me sentí tan frágil, como si fuese cualquier cosa, un trapo viejo y usado.

Ese olor a tabaco y cerveza que antes le había sentido me nubló por completo, mi cuerpo tembló y estuve a punto de vomitar del asco. Su mano derecha se metió bajo la ropa por mi abdomen muy lentamente. Sentí sus labios gruesos apoyándose en mi cuello, en el hueco bajo la mandíbula y empecé a retorcerme entre él y el frío metal.

Podía sentirlo, su miembro endureciéndose contra mis muslos, no dejé de agitarme mientras el llanto desesperado atacaba con fuerza. 

—Solo me has traído problemas, ¿sabías? Pero haremos que pagues cada dolor de cabeza —sentenció para mi horror, el corazón me latía con tanta fuerza que parecía las paredes vibraban al mismo pulso.

El pánico crecía, y no hablamos de ese miedo al dolor, no el terror de no saber donde estas, ni siquiera era temor a una muerte violenta como en las películas de horror, era distinto, era el pánico de ver como se acercaba tu sentencia, saber que sería sometida a una tortura mayor, la sensación de que me anularían como mujer, que sería un objeto en el cual descargarían sus deseos más sucios y animales, la humillación de no poder detenerlo, la impotencia y la sensación de que no valía.

Los ojos se me empezaron a humedecer, ni siquiera podía ver la cara de mi atacante. 

—Por favor —rogué esperando algo de piedad en él, mi voz a penas se oía—. Por favor, juro que no haré nada más, no gritaré, no hablaré. —El llanto quebraba mis palabras, haciéndolas inteligibles.

Era el vacío, todo cuanto había era un silencio profundo y negro, la oscuridad absoluta y el dolor. Ni un alma rondaba por aquél lugar, solo se oían mis sollozos y su boca contra mi piel.

Rogaba porque aquel animal tuviese al menos un rastro de humanidad en él, pero para mi desgracia... No la tenía. Y de eso me daría cuenta más tarde.


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Holi, quería dividir el cap en dos partes y eso hice jeje besitos <3

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora