Pero no soy enfermera

1K 101 16
                                        

(La partida/ Victor jara)


¿Cómo explicarlo? 

La verdad de las cosas es que intenté obligarlo para que me dijera qué es lo que tenía en mente. Pero no lo logré. Al menos no del todo.

Le supliqué, le ordené con agresividad, e incluso lo chantajeé, no obstante a cambio solo obtuve un "confía en mí".

Me explicó que mi tiempo en aquel lugar dependía de esos exámenes, donde la mejor opción resultaba ser estar más tiempo allí, y el mejor modo de estar más tiempo allí, era que mis exámenes arrojaran resultados negativos.

El problema radica en que yo no estoy enferma.

Independiente de eso, he llegado al punto de mi vida en que nada tiene sentido. Nada que no vea es real. He llegado al momento en que dejé de rogar a Dios, porque he dejado de creer en su existencia, y por ende ya no creo en que él me sacará de aquí.

Lo observo hablarme con entusiasmo como si estuviésemos en una cita. Estos tres últimos días, días que han pasado desde la visita del médico, Harry parece un chico diferente; contándome cosas sobre su vida en la universidad, cosas sobre sus vacaciones en la infancia... Y yo, yo me limito a sonreír, fingiendo creer en sus promesas vacías, en su idea pueril de que las cosas pueden mejorar.

No solo no le creo el hecho de que me sacará de este lugar, como ya le había dicho antes, no quiero que mi familia me vea así.

Apoyo mi cabeza sobre la piedra del suelo confundida, observando el cielo raído del galpón.

Sí, es una mezcla de cosas las que me limitan a salir.

No soy la chica que era antes de llegar, es un hecho, y no deseo ver los ojos de lástima de cuanta gente me rodeaba al reconocer todo lo que he perdido en este lugar, no quiero imaginar los ojos de Callie al ver que su hermana fuerte e idealista ha quedado convertida en un manojo de miedos e inseguridades. Me aterra pensar en regresar a mi vida antigua, me aterra imaginarme caminando por las calles, tener obligaciones que no seré capaz de cumplir. Y por sobre todo, tener que vivir una vida sin él.

No puedo existir sin él.

Si antes he creído que lo necesitaba, ahora me doy cuenta de cómo puedo siempre necesitarlo más. 

Sé que estoy loca. Sé que no tengo vuelta y es por eso que no quiero intentarlo siquiera.

Simplemente no quiero abandonarlo, incluso si eso me lleva a estar en este lugar por siempre.

—Hey filósofa —llama Louis, como siempre con su humor de mal gusto. Lo miro sonreír en mi dirección—, deja de cuestionarte la existencia, o vas a enloquecer.

Me río mirando una vez más al techo.

—Cariño, ya lo hice hace rato —respondo cerrando los ojos, dejando que mi mente se eleve, para liberarse de las presiones infinitas. Es una habilidad casi mágica que he aprendido a desarrollar.

En eso estoy, cuestionando todo cuando un nuevo bullicio se oye fuera del lugar. Una chica grita con desesperación para que la ayuden, llora, suplica para que la dejen y yo me he puesto de pie en un salto sin ningún motivo aparente.

Múltiples voces de hombres se elevan haciéndola callar, mientras la muralla que da contra mi galpón retumba como si la estuviesen pateando desde afuera. El hecho me hace correr junto a Louis a los pocos segundos sin entender absolutamente nada.

—¡¿Qué le están haciendo?! —grito desesperada, un fuego voraz me aparece en el pecho ante el terror que supone ella esté viviendo lo que yo, ante la idea de que Jamie pueda estar haciendo lo mismo que me hizo días atrás. Y al mismo tiempo una luz de esperanza nace al darme cuenta que necesito ayudarla, que no podría dejar que le pasara algo como a mí.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora