Su historia comenzó con un simple mensaje: "Querida Amelia [...]", enviado al destinatario equivocado. Cuando Esmeralda lee el mensaje de Miguel, una persona desconocida para ella, entenderá cómo a veces, las personas que menos conocemos, pueden pas...
—¿Seguro que es aquí?—le preguntó su primo mientras detenía el coche enfrente de un piso que parecía pertenecer a okupas.
Miguel miró la nueva dirección que le había mandado Esmeralda. —Sí. Ya me dijo que había encontrado un piso que estaba en bastante mal estado..., pero lo único que me importa es saber que ya he llegado. —Apenas podía hablar, continuaba en el asiento del coche de su primo, pero sentía que le sería imposible dar un paso. Estaba muy nervioso. Nunca en su vida lo había estado tanto. A veces cuando tenía que hacer exámenes importantes, estaba tan nervioso que empezaba a hiperventilar, aquella vez, no lo creía posible, pero aún lo estaba más y sentía que el corazón saldría de su pecho de un momento a otro.
—Relájate—le dijo su primo intentando tranquilizarle un poco. —Sabes como es ella, y has decidido irla a ver, así que todo irá bien, ¿me escuchas?—le dijo cuando se dio cuenta de que Miguel estaba temblando. En aquel momento, vio que aquel instante, era más serio para Miguel de lo que a simple vista parecía ser. Y entonces, supo que su primo que se había caracterizado por ocultar bastante bien sus emociones, era más frágil de lo que le había dejado ver a nadie jamás, pero ante aquella chica, se había rendido y todas las emociones estaban expuestas. El resultado final, no importaba, lo que importaba era todo el camino que habían recorrido.
Secretamente, Carlos admiraba la valentía que había demostrado su primo al haber cruzado medio mundo para estar en aquel momento, enfrente de una casa que se caía a pedazos.
—Me quedaré aquí, ¿vale? Por si algo no va bien o qué sé yo.
—¿Y si no le gusto?—preguntó Miguel presa del nerviosismo que le atenazó.
—¿Qué tonterías estás diciendo?—Carlos no pudo evitar reír al ver su confusión—está claro que después de todo, le gustas y ella te gusta a ti, todo está bien, así que antes de que te puedas arrepentir, sal del coche y sé feliz.
Miguel no sabía cómo había conseguido salir del coche, pero lo había logrado. Y se encontraba a apenas unos pasos de llegar a la casa de Esmeralda. Dejó de sentir los latidos de su corazón, porque estos, martilleaban con tanta fuerza que le estaban volviendo loco.
Ya estaba enfrente de la puerta, y llamó al timbre. Se sorprendió por haber conseguido hacerle frente a aquella situación un poco extraña e inesperada, pero supo, que por delante de todo, había tomado la decisión correcta.
Al otro lado de la puerta, Esmeralda había pasado una noche más en vela, imaginándose cómo sería el encuentro, y cuando había escuchado que llamaban al timbre, durante apenas una fracción de segundo, sintió que su corazón se detenía. Miró hacia el vestido que llevaba, ¿le quedaba bien? Después, pensó que era una pregunta absurda, así que se dirigió hacia la puerta maldando por no estar aún más nerviosa.
Cuando abrió la puerta y se encontró con Miguel, se sintió colapsada por todas las emociones. Le había visto muchas veces por Skype y ya lo tenía grabado en la memoria, pero verle en aquel instante, supuso un impacto más fuerte del que ella habría imaginado. Era exactamente como había esperado, y finalmente, logró saber que Miguel era real, no era ninguna mentira, ningún farsante que se hacía pasar por quien no era. Simplemente, era un estudiante de informática más, pero aquel estudiante había hecho más por ella de lo que nadie se había atrevido a hacer.
—Hola—saludó él, visiblemente nervioso. Esmeralda no se había imaginado que Miguel pudiera llegarlo a estar, pero en aquel momento, supo que no era la única que estaba emocionada por su llegada.
Esmeralda se había quedado muda. Miguel era exactamente igual que en las fotografías, con la diferencia, de que llevaba gafas, que por cierto, ella creía que le sentaban genial.
Miguel no había esperado aquella recibida, la percibió un tanto fría, pero él no se podía imaginar que aquella chica que él a cada día que veía una de sus fotos, pensaba que era hermosa, viéndola en persona, aún lo sería miles de veces más. Lo que Miguel no sabía era que Esmeralda después de todas las palabras, se había quedado sin saber qué decir, y cuando el chico pensó que estaba totalmente abstraída le sorprendió cuando Esmeralda le rodeó con los brazos en uno de esos fuertes abrazos, con los que si tan solo fuera posible, se detendría el tiempo para siempre, y todas las lágrimas de felicidad se congelarían.
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N.A: ¡Y aquí está el tan esperado capítulo! La verdad es que me moría de ganas de poderlo escribir, y solo es el principio! :D