Habían pasado más de dos semanas desde que Esmeralda había llegado. La vida en otro país, era diferente pero conseguía romper la monotonía en la que sus días a menudo quedaban sumidos.
Los días a su lado, eran aún más luminosos.
Y las noches... también. No quedaba estrella en el cielo que no permaneciese iluminada ante la visión de aquellas personas que se amaban con sus aciertos y sus errores.Una noche, Esmeralda estaba a punto de quedarse dormida cuando escuchó su voz.
—Siempre me he preguntado un poco de ti, de tu pasado... Y me gustaría saber un poco más de algo de lo que no hablas a menudo. Si te sientes incómoda, está bien, no pasa nada..., pero a veces para entender a las personas, debemos primero comprender su pasado.—¿De verdad quieres saber mi pasado?—preguntó ella con un ligero temblor en su voz. Sus ojos traslucían un ligero brillo a través de la penumbra de la habitación.
—Sí, sólo si tú estás preparada a hablar de ello.
Pasaron varios minutos hasta que finalmente, Esmeralda se atrevió a hablar:—Contigo estoy preparada para ponerle fin a todos esos fantasmas. —Se incorporó en la cama y Miguel le imitó. Por su mirada, supo que tal vez había hecho mal preguntándole, pero realmente quería saber más de la chica a la que amaba, y eso implicaba, saber más también de sus problemas, porque entre los dos podían luchar juntos.
Esmeralda inspiró algunas veces, miraba a Miguel fijamente, y tenía la certeza de que nunca en su vida, alguien le había escuchado como lo hacía él. Nunca había podido llorar en el hombro de nadie, ni siquiera dar un abrazo sincero. Contarle secretos que costaban de decir en voz alta, a veces, era necesario; era lo mínimo que podía hacer por alguien que habría girado el mundo con tal de verla sonreír.
—Confío en ti, te quiero, y por eso te diré porqué a menudo me muestro distante, aislada del mundo y de las personas—Miguel continuaba observándole, sin tener la mínima idea de hasta qué punto le estaba haciendo recordar heridas que aún estaban en carne viva—Aunque mis padres nunca estuvieron muy pendientes de mí, de pequeña era una niña muy alegre, ¿sabes? Ahora me miro en el espejo y me cuesta verme, porque hubo algo que cambió mi vida, lo giró todo y tambaleó toda mi existencia y la forma en la que veía a las personas.—Esmeralda notó cómo su voz se quebraba, pero se hizo la fuerte, una vez más—Como decía, mis padres no se pudieron preocupar en exceso por mí, pero sí que lo hizo alguien. Uno de mis tíos, no para quien trabajé en la fábrica, sino otro. —Las palabras salían entrecortadas, intentó reunir todo el coraje—la historia no tiene mucho a decir, pero aún me cuesta olvidar, como una persona puede ser un ser tan enfermo..., es algo tan imposible de creer...—aún no había hablado de lo que había pasado, pero ya tenía las lágrimas a las puertas de sus ojos—aquel ser, me mintió, cuando era pequeña, creí que me quería. Siempre me llevaba a lugares, al zoo, al cine, a tiendas de juguetes... a cualquier lugar con el que no habría ido con mis padres. Él no tenía pareja, ni tampoco hijos, así que siempre me tuvo un afecto especial—dijo con repugnancia—cuando tenía once años, tenía confianza con él, siempre fue como a un padre, fue amable conmigo, me prestó la atención que necesitaba. Él me ayudaba a estudiar, parecía ser una buena persona. Pero jamás imaginaría que pocos días después de cumplir los once, todo cambiaría. Dentro de la inocencia, jamás lo hubiera podido imaginar. En aquel momento no entendía qué pasaba, lo comprendí después de que todo ocurriera. —Esmeralda sólo era capaz de recordar, de ver cómo su vida y sus recuerdos se proyectaban tras su mirada—Aquel fue el último día que le vi. Él vino a casa un día en el que mis padres se habían ido, sólo por unas horas, pero con aquello bastó para arruinar un pedazo de mi vida. Aquel maldito día me besó...—Esmeralda tiritó ligeramente a la mención del recuerdo—intenté escapar, pero me golpeó, y después...—lloraba con más fuerza mientras que Miguel lo único que podía hacer era abrazarla—abusó de mí. Me violó la persona a quien le tenía más cariño, no sé qué pasaba por su mente en ese momento, pero destruyó todos mis buenos recuerdos. Jamás fui capaz de recordarle con los mismos ojos. Después de aquel día, ya no volví a verle más. Pasaron algunos días, hasta que un día vi por las noticias que un hombre había tenido un accidente y se estrelló contra un muro. Era él. Y mis padres miraban a la noticia, pensando en porqué había pasado, sólo yo guardaba el secreto que durante tantos días me había robado las noches y los días.
»¿Se arrepintió segundos antes de morir o matarse? No lo sé, y tampoco me importa. Sólo me basta saber que personas que hacen semejantes actos es imposible que tengan la conciencia limpia.Terminó de hablar mientras que Miguel no sabía qué podía decirle. Sin lugar a dudas nunca hubiera pensado que su vida hubiese sido así. Sabía que no se relacionaba mucho con su familia, pero nunca imaginó todo el trasfondo que se ocultaba tras su vida.
—Pero ahora, ya no me importa nada de eso—Esmeralda ya no lloraba, sólo miraba a Miguel con una efímera sonrisa—tú me has ayudado a olvidar. Te quiero y sé que el pasado no se puede cambiar, pero sí el presente. Y me estoy esforzando por volver a ser la de antes, y tú, me estás ayudando más de lo que crees.
![](https://img.wattpad.com/cover/92047732-288-k553716.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Número equivocado
RomanceSu historia comenzó con un simple mensaje: "Querida Amelia [...]", enviado al destinatario equivocado. Cuando Esmeralda lee el mensaje de Miguel, una persona desconocida para ella, entenderá cómo a veces, las personas que menos conocemos, pueden pas...