Su historia comenzó con un simple mensaje: "Querida Amelia [...]", enviado al destinatario equivocado. Cuando Esmeralda lee el mensaje de Miguel, una persona desconocida para ella, entenderá cómo a veces, las personas que menos conocemos, pueden pas...
Cuando Esmeralda paró de hablar miró hacia la pantalla y al ver que no recibía respuesta cerró la pantalla del ordenador.
Se sintió tremendamente avergonzada por su actitud, por haberle dicho lo que sentía, la forma en que le había dicho se le antojaba patética y supo que Miguel dejaría de hablarle después de saberlo así que solo supo reaccionar por impulsos, y aunque aún continuaba pensando en Miguel, tomó asiento en su cama y se quedó mirando hacia Bigotitos.
—Qué complicada es la vida...—murmuró con una sonrisa triste.
Miró por la ventana y pensó un rato en lo que había ocurrido intentando ordenar todo lo que pensaba. Sí, había hablado con Miguel, le había dicho lo que durante tanto días le iba quemando, pero no había sido capaz de escuchar la respuesta porque se había sentido tan ingenua y estúpida al saber que la persona en quien pensaba estaba a mucha distancia que pensó que había cometido un error al fijarse en él.
El móvil sonó y Esmeralda sabiendo de quien se trataba decidió dejarlo sonar. No quería escuchar la respuesta. En el fondo se moría por saber qué sentía, pero fuese la respuesta que fuese, no sería capaz de escucharla. Si él decía no sentir nada, sería una liberación, porque aquello querría decir que dejarían de hablar o que ya no hablarían mucho y Esmeralda podría olvidarse de él. Pero si en el fondo sí que sentía algo, por pequeño que fuese y se lo decía a ella, Esmeralda no sabría qué hacer. Cualquier decisión y cualquier palabra empleada podría suponer una gran caída.
Volvió a sonar su móvil. Quería responder, pero se obligó a no hacerlo. Además, estaba tan absorta en sus pensamientos que le fue imposible dirigirse hasta donde estaba el móvil. «Vamos, tienes que responder» se dijo a sí misma y finalmente cogió el móvil.
Tal y como pensaba, Miguel estaba al otro lado y Esmeralda se quedó en silencio.
—¿Por qué siempre terminas dejándome colgado?—pregunto él pero no parecía molesto.
—Porque soy una cobarde—dijo Esmeralda mientras veía que Bigotitos se paseaba por la habitación.
—No, no lo eres. Has sido valiente al decírmelo y la verdad es que me alegro de que me lo hayas dicho.
—¿Por qué?—preguntó vacilante
—Porque yo también siento algo por ti.
Esmeralda se alejó un poco del auricular del móvil, atónita con lo que había escuchado. Debía haber escuchado mal, seguro.
—¿Qué has dicho?
—Me gustas—aquellas palabras aún sonaron mejor que las anteriores.
Durante unos segundos ninguno de los dos dijo nada.
—¿Por qué?—fue lo único que atinó a preguntar.
—¿Por qué siempre me lo preguntas? Seguro que ya sabes que eres especial para mí. En estos momentos, sería demasiado precipitado que te pidiese ser mi novia—cuando dijo aquellas palabras Esmeralda se quedó sin respiración—pero tampoco veo porqué seguir fingiendo que solo somos amigos cuando en el fondo nos entendemos perfectamente y desde que vi la foto de tus ojos, llámame idiota, pero sentí algo. Ese algo que no sabría describir.
Esmeralda no podía parar de pensar, sin embargo no sabía qué decir y tampoco quería estropear de nuevo el momento así que no habló.
—¿Estás ahí?—preguntó y Esmeralda musitó un débil sí.
—¿Qué sería lo más sensato?—preguntó al cabo de un rato.
—Por el momento, debemos ser un poco coherentes. Es decir, tú estás trabajando y yo estoy estudiando, así que viajar ahora mismo no sería una buena opción, ¿estás de acuerdo?
—Sí.
—Creo que tenemos dos opciones, o continuar como hasta ahora, hablando simplemente, o esperar a conocernos. Si de verdad estamos destinados a encontrarnos, algo me dice que nos encontraremos algún día, ¿vale? Confía en el destino, seguramente él nos tendrá algo preparado.
—Pero... a mí me gustaría verte.
—Y a mí también, pero ¿qué hacemos?
—Sé que es una locura lo que ahora diré, pero yo pronto empezaré las vacaciones de verano y entonces podría ir hacia allí.
—¿Cómo piensas conseguirlo?
—No lo sé. Sinceramente no tengo ni idea, porque es un viaje muy largo y no puedo pedirles dinero a mis padres porque ¿qué le diría a mi familia? Tengo que hacer un viaje porque me he enamorado de alguien a quien no he visto en mi vida, pero solo me he hablado por mensajes y algunas llamadas telefónicas. Es una locura.
El silencio volvió a tomar el control de la situación, cada cual vivía perdido en sus pensamientos.
—El día treinta de este mes—dijo Esmeralda cuando de repente tuvo una idea—será mi cumpleaños. Podría ser la ocasión para decirles a mis padres que quiero viajar a Venezuela.
—Pero... ¿y el dinero?
—He ahorrado durante bastante tiempo. No sé si tengo lo suficiente para viajar, pero ya me las apañaré.
—Esmeralda, ¿de verdad harías eso por mí?—preguntó él incrédulo ante la propuesta.
—Durante mi vida, he desaprovechado muchas oportunidades, creo que no me vendrá mal tener algún recuerdo para que cuando pasen los años pueda mirar atrás y pensar que había sido feliz—en aquel momento, volvió a sentir ganas de llorar, pero fue de emoción mas que de tristeza.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.