|Capítulo XVII|

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Miradas Cómplices.

Karol Pov.

-Ah –gemía –Karol...

Estaba observando a Ruggero desde la puerta del baño con la boca picando en el suelo. Él se estaba masturbando y justo en mi nombre. Elevó su cabeza hacia el techo con los ojos cerrados, manoseando ferozmente a su amigo.

No sé si fue el efecto del alcohol pero mis pies se movieron hacia adelante, me adentré estrepitosamente en el baño y hábilmente cerré la puerta tras de mí. Él al verme, se sobresaltó aturdido por la brutal entrada y se encorvó apenado.

-Karol... –Masculló sorprendido.

Yo no dije nada, estaba más que pérdida.

Lo miré mejor; sus jean se encontraban removidos hasta sus rodillas al igual que sus bóxers, su boca ligeramente abierta y su mano sostenía a su amigo intentando cubrirlo, y no era por vergüenza propia ya que él es una de las personas con menos pudor que conozco, sino más para no incomodarme a mí.

-¿Ya vez lo que me hiciste? –sonrió apenado.

Yo seguí sin responder.

-Lo siento, no debí –Repuso, refiriéndose a lo que acababa de ocurrir.

Repentinamente, mi mete se nubla. No podía pensar claramente ni podía encontrar una respuesta sensata. La sobriedad me abandonó una vez que un impulso eléctrico golpeó en la parte más primitiva de mí ser, y de la nada mi razón se embriagó en su anatomía.

-Puedo arreglarlo... -solté abobada y me arrodille.

Sujeté su miembro con mi mano y comencé a frotarlo mientras que con la otra acariciaba su muslo. Él tragó aire sonoramente volviendo a sobresaltarse del asombro. Y es entendible, por qué yo nunca había hecho esto.

-K-Karol, no tienes q-que hac... Joder –bufó exaltado por mi tacto.

-Shhh –Yo no hice caso a su demanda y continué tocándolo.

Estaba fascinada por su miembro, jugando y masajeando. Inconscientemente una gota de saliva se me escapó de la boca y corrió sobre mi labio inferior, y fue lo que me hizo desencadenar mi siguiente movimiento:

Lo tomé torpemente y lo introduje en mi boca; Procedí a chuparlo y lamerlo. Él soltaba gemidos ahogados y los reprimía en su garganta para no alarmar a sus amigos, que seguramente seguían sin percatarse de nuestra ausencia.

-K-arol, bast-a –decía con mucha dificultad.

No obedecí. Continué con el trabajo que me había propuesto.

-Oh, sí... sí, ah.

Él me sujetó del cuello para mantenerme estática y no tambalear, pero eso me molestaba así que me hice un moño con mis manos y le di permiso de sujetarlo por mí.

Él lo tomó y me jaló del cabello, después me cogió la nuca y me apegó más a su miembro para que mis labios cubrieran cada centímetro de él sin excepción.

Accedí a su deseo y recorrí su longitud con dificultad -ya que era grande- hasta que mis labios tocaron la unión entre su pubis y su pene. Él al sentirlo, cerró sus ojos con su boca entreabierta mientras soltaba un gemido ronco.

-Karol, me vengo –Masculló con una voz profunda que me produjo un escalofrío.

-Vente –pronuncié con su miembro aun en mi boca.

Pocos minutos después, su placer explotó en mi garganta y yo lo tragué.

Me lamí los labios y él bufó.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora