|Capítulo VII|

3.8K 205 19
                                    

¿Por qué me besaste?

Karol Pov.

Cerré mis ojos instintivamente al sentir sus dulces labios, Mis manos jugaban con sus descontrolados rizos mientras nuestros gemidos se escapaban sin escrúpulos.

Nuestros besos eran salvajes, como una batalla de fieras. Sin dudas, eran los mejores besos de mi vida. Pero, algo en mi me decía que esta vez debo ser fuerte y no caer en su jugada.

Sin pensarlo dos veces, mi mano derecha estalló contra la mejilla de Ruggero sonoramente provocando que nos separemos de forma brusca.

-No vuelvas a besarme en tu vida ¿me oíste?- espeté con furia, todavía jadeante.

Él se cubrió la zona lastimada que se encontraba de un color rojizo, incrédulo con lo que había sucedido.

-No hay por qué ponernos violentos –rió con ganas.

Yo lo fulminé con la mirada.

-¿por qué me besaste?

-porque quise –se encogió de hombros.

-¿sabes qué? Mejor me voy de nuevo al aeropuerto, tal vez haya un vuelo más económico a Groenlandia –dije, y caminé hacia la salida.

-¿si? Bueno, avísame si tuviste suerte –se aventó al sillón coquetamente.

Yo en cambio, caminé con pasos firmes hacia la puerta, tomé la perilla y salí de ese infierno. A unos cuantos pasos, se encontraba el chofer erguido, listo para cualquier orden que deba recibir.

-Disculpe, señor, necesito que me lleve al aeropuerto nuevamente, Gracias...-le ordené amablemente.

Él me miró extrañado.

-Bonjour, Mademoiselle. Malheureusement je ne comprends pas leur langue, mais si vous voulez échapper à pas la blâmer.

¿¡Que dijo!?

-Grâce, Adolphe, peut maintenant se retirer de votre travail –la voz de Ruggero resonó desde la terraza del primer piso con un acento francés casi tan perfecto como su italiano.

-Oí, mesieur –replicó antes de retirarse.

Observé a Ruggero desde la planta baja de la mansión con una mirada asesina. Él solo bajo la mirada divertido y luego me ordenó con su dedo índice subir.

Qué más da, ya no puedo hacer nada; O es quedarme aquí afuera a punto de anochecer, o entrar y vivir con un pervertido. Sin más opciones por las que optar, decidí entrar a la mansión.

Después de todo ¿Qué podría suceder?

Pero algo en mí si tenía claro esto: con Ruggero cualquier cosa puede pasar.

Me adentré nuevamente en la gran mansión no tan convencida. Observé en todas direcciones y un divertido pensamiento cruzó mi mente: golpear a Ruggero con un objeto contundente y dejarlo inconsciente.

Él apareció por las escaleras con un semblante pedante, yo lo miré con mi enojo original y el rodó los ojos.

-ven, te mostraré tu habitación –pronunció con la vista perdida.

Yo en cambio, no pronuncié ninguna palabra, solo me limité a asentir a regañadientes y dirigirme hacia las escaleras. Justo cuando estaba a su nivel, él me dio una nalgada que me hizo estremecer. Intenté olvidar lo que ocurrió y seguí subiendo cada escalón mientras repetía ejercicios de respiración para calmarme un poco.

Ruggero me llevó por un extenso pasillo con varios cuadros y pinturas en sus muros, nos detuvimos en una de las puertas y él la abrió para mí.

-Este es tu habitación.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora