|Capítulo XXXIX| Últimos Capítulos

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El Beso de Judas

Karol Pov.

-Así que tú eres la famosa Karol –Cuestionó Candelaria entrando en la cocina.

La miré extrañada ¿Qué tenía que ver ella conmigo?

-Sí, soy yo –Dije sin titubeo.

-En verdad que eres hermosa –Me alagó pero viniendo de ella, se sintió como agua caliente –, Ruggero tiene suerte de haberte encontrado.

-Ambos lo somos –Repliqué.

-Me alegro. Lástima que Francisco se haya muerto –Hizo una mueca –. Él deseaba que su hijo estuviera conmigo, no te lo digo para molestarte sino para que quede entre nosotras el secreto –Me guiño.

-Yo no lo creo –Apreté los dientes –. Él quería que su hijo fuera feliz, y él y yo lo somos juntos.

-Bueno, creo que hay cosas que Ruggero te ha ocultado. Que feo –Profirió una mueca.

Prensé mis dedos contra las palmas de mis manos, sólo quería saltarle en su dirección y desfigurar esa estúpida sonrisa burlona de su cara.

Es triste que Lio esté con una persona como ella, no me imagino lo dañina que puede ser su relación.

Ella viajó por la cocina y se detuvo en el mostrador de los vinos.

-¿Puedo? –Tomó uno y lo sirvió en una copa –Si, bueno, fue una gusto –Se acercó a mí –. Hasta luego –Me besó la mejilla.

Finalmente, la vi desaparecer por la puerta.

¿Qué le sucede a esta chica?

Ruggero Pov.

-Qué bueno que estén aquí amigos míos –Dije.

-Siempre estaremos para ti amigo –Repuso Agustín.

-Y cuando Karol y tú se casen, quiero ser el padrino –Replicó Lionel.

-Hey, el padrino seré yo –Se quejó Agustín.

-Los dos pueden ser mis padrinos –Reí.

Este par de idiotas son las dos personas que más quiero, claro, después de Karol. La mujer que amo.

-¿Dónde está Karol? –Carolina intervino.

-Debe estar en la cocina. De todos modos, iré por ella –Me levanté de mi puesto en dirección a la cocina pero cuando giré para salir del living, choqué con una persona y esta me lanzó todo el contenido de una copa sobre mi camisa blanca.

-Ay, lo siento –Se disculpó Candelaria.

-No importa –Miré mi camisa arruinada.

-Déjame te ayudo –Comenzó a frotar en la zona manchada con sus manos, justo en mis abdominales.

La mirada de Lionel estaba puesta en nosotros con sus ojos vacíos, lo que me hizo estremecer.

-No tienes que hacerlo –Aparté sus manos –. Iré por otra camisa.

Subí hacía mi habitación. La reciente escena me dejó con un nudo en la garganta. Estoy completamente seguro que el chocar conmigo fue intencional, y el "ayudarme" fue claramente una insinuación.

Me quité mi camisa manchada botón por botón y la tiré en la canasta de la ropa sucia. La puerta se abrió estrepitosamente.

Mi primera impresión fue que Karol había entrado en la habitación, por lo que me volví hacía ella con una sonrisa, pero al tener frente a mí a otra persona que no era ella, me tensé.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora