|Capítulo XXXVII| Últimos Capítulos

2.7K 161 18
                                    

Tinta de sentimientos

Karol Pov.

Cambiaba los canales de la inmensa TV del living. No había nada interesante que ver, a excepción de uno que si me llamó la atención; El canal de Cocina. Quedé por un largo tiempo desparramada en el sofá a medida que pasaban los minutos.

No quería admitirlo pero lo único que hacía era distraer mi mente para así no tener que pensar en Ruggero; Ya han pasado dos largas horas, las cuales las sentí como dos pesados siglos y aun no hay señales de él.

Después de media hora de 'Cómo hacer una tarta de arándano', el timbre de la casa sonó. Había comenzado a caer la lluvia, y era evidente por los constantes relampagueos que destellaban a través de las ventanas uno tras otro como flashes de cámaras.

Me levanté de mi puesto con algo de dificultad y me erguí por completo estirando mis extremidades. Me acerqué a la puerta y tomé la perilla, pero algo en mí se contraía de miedo. Finalmente decidí dejar a un lado la paranoia y la abrí.

Ante mí estaba Ruggero, su ropa se encontraba completamente empapada y escurría, y sus cabellos caían sobre su frente y le impedían ver bien.

-¿Rugge? Estas empapado –Comenté –. Ven, entra antes de que pesques un resfriado –Lo tomé del brazo y lo conduje hasta la habitación.

(...)

-Y bien –Comencé –¿Qué sucedió? –Cuestioné mientras me recargaba en la cama de su habitación.

Él se encontraba en el interior del armario, buscando algo que ponerse después de que su ropa estuviera toda mojada.

-Pues... -Aclaró –no mucho, sólo me explicó varias cosas y... -Salió de su lugar y caminó por la habitación con solamente sus jeans puestos. Su abdomen marcado me hipnotizó en segundos, no podía apartar mis ojos. Eran como imanes atraídos por duras protuberancias carnosas. Este es uno de los momentos en que no quisiera tener mis hormonas tan alteradas, pero no es mi culpa, es la de él.

-...¿me estás escuchando Karol?

-Eh –Me sonrojé –, perdón ¿Qué decías? –Cuestioné como una boba.

Él bajó la mirada mientras reía.

-¿Enserio miraban mis abdominales mientras te hablaba? –Estaba al rojo vivo.

-No es mi culpa. Soy mujer, no de hierro, joder –Me defendí –, pero ya ¿Qué me decías?

-Te decía que Richard era el padrastro de mi papá y la noticia de su muerte no le cayó muy bien –Continuó.

-A ninguno nos cayó bien –Dije.

Él suspiró dolido pero después intentó ocultarlo volviéndose al escritorio y tomando una caja.

-Esto me lo dio él –Tomó entre sus manos una pequeña caja forrada en un maltratado cuero café chocolate.

Caminó hacía mi dirección y se sentó a mi lado.

-No quería abrirla aún –Sonrió –, mejor dicho, no quería abrirla nunca –Me profirió una mueca.

-Debes hacerlo –Comenté –, es lo que tus padres hubieran querido. De no ser así, ¿qué sentido tiene que te la hayan dado?

-Tienes razón –Pausó mirando el pequeño material en sus manos –. Tengo miedo de lo que haya ahí.

-Sólo hay una forma de averiguarlo –Repliqué.

Él aspiró aire hondamente y la abrió. En el interior de la caja se podían apreciar una variedad de objetos, entre ellos una pelota, un biberón, un soldado de juguete, papeles plegados y una diadema.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora