|Capítulo XXXI| Maratón 3/3

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Cenizas

Ruggero Pov.

Íbamos en el auto Karol y yo, en camino al Salle de Gala. Adolphe estaba enfrente conduciendo. Mi nerviosismo aumentaba con cada metro que nos acercábamos al evento, mis manos estaban apretadas contra mis piernas, hechas puño, y no era para menos; tengo sin ver al hombre que llamo padre por más de seis meses; No sé de su vida, no sé siquiera si se ha hecho un corte de cabello, sólo sé que hoy lo veré y no sé cómo reaccione al respecto, tanto él como yo.

-Tranquilo... -Me dijo ella con su mano encima de la mía, tomándola con fuerza, e inmediatamente gran parte de los nervios se drenaros de mi cuerpo.

-Es difícil –Indiqué, resoplando frustrado.

-Todo saldrá bien –Me sonrió.

-Eso espero –Besé el dorso de su mano.

Karol Pov.

Aunque no quiera parecerlo ante él, me ponía muy nerviosa el hecho de conocer al famoso Francisco; la razón de la desdicha de Ruggero, y evidentemente también me preocupaba la reacción de dicho señor cuando conozca la relación que tiene su hijo conmigo.

Decidí que es mejor olvidar las preocupaciones y concentrarme en darle cara a las adversidades.

Varios minutos más tarde, la implacable estructura clásica en donde se llevará a cabo el evento se irgue sobre nuestros ojos.

Adolphe giró en su puesto para indicarnos que habíamos llegado a nuestro destino; el célebre Salle de Gala, uno de los lugares que -Gracias a Ruggero- ahora sé que asisten grandes personajes del espectáculo o dueños de respetadas empresas, entre ellos: Francisco Pasquarelli.

Ruggero suspiró por última vez antes de tomar mi mano y salir del auto.

-¿Listo?

Él asintió.

-Sí, vamos.

Ruggero Pov.

El lugar estaba abarrotado de personas, algunas conocidas y otras simplemente no. Miré a cada lado de mí.

Hipócritas...

Todos con sus sonrisas impecables, sus respetuosos abrazos, pero por dentro, se partían a pedazos unos con otros, y era evidente en la mirada, la cual emanaba un veneno mortal.

Todos quieren presumir su fortuna, todos quieren demostrar que tienen lo mejor, pero internamente no son nada, sólo relucientes carcasas enfundadas en sus caros vestuarios. Esa es una de las razones por las que odio venir a este tipo de lugares, me hace querer huir de aquí.

La superficialidad del que más tiene demuestra que no tiene nada, y por mucho tiempo yo era una de esas personas, más ahora sé que tengo algo que ni todo el dinero del mundo puede comprar: Karol.

Ella estaba incómoda, mirando a cada lado con su ceño fruncido; Se veía tan pequeña y adorable que en ese momento entendí que soy yo el que estoy para ella, para protegerla y para amarla sin impedimentos.

-¿No te dije que te veías muy hermosa con ese vestido? –Le susurré al oído mientras caminábamos.

Ella bajo la mirada, sonriente.

-Un par de veces –Se encogió de hombros –. Hay muchas personas aquí ¿no?

-Sí, hay unos cuantos –Comenté, mirando hacia todas direcciones a ver si alcanzaba a reconocer a la persona que buscaba.

-¿Ruggero? ¿Karol? –Una voz familiar nos replicó.

-Margarett... -Dije abrazándola, luego ella abrazó a Karol.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora