|Capítulo VI|

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La Maison Pasquarelli

Karol Pov.

Al culminar la noche, un hilo de luz se podía divisar en la oscuridad de mi habitación. Comencé a abrir poco a poco mis ojos mientras estiraba mis tullidas extremidades. Mis mejillas estaban frías y húmedas, y mis ojos se sentían pesados, Inevitablemente, recordé los hechos de la noche pasada y sin querer un gemido ahogado se escapó de mis labios.

Me levanté de la cama torpemente y me dirigí a la ducha para poder relajarme, Luego me vestí con unos jeans ajustados un poco gastados, un suéter (ya que hacia frio), unos zapatos bajos, un pasamontañas y mi típico peinado natural.

Tomé mis maletas con dificultad y me dirigí a las escaleras de mi hogar rumbo a la salida de este. Mis padres me esperaban abajo con todos los papeles y los pasaportes. Yo les miré con una pisca de tristeza y ellos me dirigieron una sonrisa forzada.

Hoy era el grandioso día –nótese el sarcasmo-

-los voy a extrañar -dije y los abracé.

-nosotros también -respondió mi mamá.

-ya sabes, te portas bien -advierte mi padre- y no olvides escribirnos y llamarnos siempre.

-por supuesto que sí.

-te amamos mucho -continuó mi padre.

-oigan y nunca me dijeron con quién me voy a ir a Francia.

-unos choferes nos llevaran al aeropuerto, luego allí nos darán las instrucciones- asentí.

Una hora más tarde, se acercó una gran camioneta negra en nuestra dirección, el chofer se bajó y nos ordenó abordar.

El transcurso del viaje al aeropuerto fue tenso, todos sentíamos la presión del momento, y yo estaba más que nerviosa. Mis padres me miraban de reojo y yo hacía lo mismo.

Finalmente, llegamos al aeropuerto y todos nos dirigimos al interior de este. Al instante, divisamos a muchas personas de aquí para allá y otras que esperaban sentadas a la llamada de su vuelo.

De pronto, una mujer no tan mayor, castaña, con el cabello hasta los hombros se acerca hacia nosotros mirando su Tablet.

-¿Karol Sevilla...? -pregunta.

Puedo jurar que es británica pues su acento inglés es evidente.

-soy yo.

-mucho gusto, soy Margarett Winston –tiende su mano cortésmente.

-El gusto es mío –le correspondo el saludo.

-ustedes deben ser los padres de Karol.

-sí, nosotros lo somos –contesta mi padre –mucho gusto, soy Enrique Sevilla y ella, mi esposa Lorena.

-mucho gusto a ambos. De verdad que son muy valientes al aceptar tal propuesta. Debe ser difícil.

-no tiene idea –respondo –oiga, ¿acaso estaré sola en Paris?

-no, querida, el hijo del señor Francisco estará cuidándote en su casa –dijo Margarett.

No puedo evitar ponerme nerviosa por el hecho de tener que convivir con un chico que no conozco.

-muy bien, Sígueme, El avión privado te espera.

-Espera... ¿Avi-vion Privado? –cuestioné anonadada.

-sí, ¿Qué esperas? Vamos.

Me despedí por última vez de mis padres para luego desaparecer en la marea de personas. Caminé con Margarett hasta la puerta 4-B con destino a Francia, ella entregó los pasaportes y entramos en el pasillo de abordaje.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora