|Capítulo XIX|

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Fiesta en el BAM Karaoké (I parte)

Karol Pov.

Madeleine me cogió de la mano para que la siga, me llevó hasta una habitación en el tercer piso, abrió la puerta con una llave que estaba en su delantal y entramos. Era muy hermosa y femenina, sin duda le pertenecía a una chica.

-Esta es la habitación de Vanessa; una prima de Ruggero. Ella en el verano se queda unos días por aquí, pero ahora está en Italia.

-Es hermosa.

-ven –me llevó hasta el armario –elige lo que te plazca.

-No puede ser –dije mirando la cantidad de vestidos, zapatos, accesorios, maquillaje...

-Toma lo que te guste sin titubeo.

-¿Puedo?

-¡por supuesto! Yo conozco a Vanessa y a ella le encantaría prestarte algo de ropa.

-Está bien –Dije sonriendo.

Elegí un vestido de color azul marino; este se apegaba a mi silueta y marcaba mis curvas. Me puse unos tacones de aguja plateados y unos que otros accesorios del mismo color. Me maquillé con un poco de rubor, rímel y un labial rojo.

Me miré en el espejo por última vez contemplando mi imagen.

-Estas hermosísima –me dice Madeleine.

-Gracias, aunque yo no lo creo.

-oh, niña... ¿Cómo no lo vas a creer? ¡Por supuesto que sí lo estas! Créeme...-me sonrojo –y ¿sabes quién más lo creerá? –me dice pícara.

-ok, ok, ya. –Rio –Gracias por todo, de verdad.

-Tú eres una chica única Karol, No lo olvides. –Me mira significativamente –Ruggero tiene mucha suerte de tenerte en su vida. Tú has hecho grandes cosas en él –me dirige una sonrisa melancólica –te voy a extrañar.

-¿Por qué me vas a extrañar? Yo volveré a la mansión...

-No, pequeña, no lo comprendes –me toma de las manos –ya debo irme a Lyon, voy a visitar a mis familiares allá y... -se detuvo – y a pasar mis últimos días de vida con ellos.

-¿Qué? –mi estómago se estrujó.

-Me detectaron cáncer terminal.

-Como lo siento –la miré con dolor.

-No hay nada que sentir. Yo ya he vivido todo lo que tenía que vivir –me sonríe –Quiero que me prometas algo, Karol.

La miré expectante.

-Prométeme que estarás con Ruggero cuando yo no esté.

-Pero, no p...

-Karol, prométemelo. Él cuando se entere estará devastado y tú eres la única que tiene la capacidad de sembrar una sonrisa en su rostro –me acarició el cabello –y lo más importante es que él no se puede enterar aun. Sé que él te importa mucho... por eso hazlo por él.

Una lágrima cayó por mi mejilla.

-Te lo prometo.

Madeleine aparta la lagrima de mi mejilla y me abraza, yo le correspondo.

-Ahora vamos –me toma de la mano y salimos de la habitación.

Bajamos las escaleras con prisa y salimos de la mansión, ahí estaba Adolphe esperando la orden.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora