|Capítulo V|

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Un Niñero de Verano

Ruggero Pov.

Tomé mis maletas y las acomodé al costado de mi cama. Procedí a buscar mis cosas y preparar mi equipaje para el viaje.

Desde que mi papá me dio su mansión en parís, todos los años me doy una escapada hacia ella para despejarme un poco, pues ya se ha hecho costumbre que él nunca pase tiempo conmigo.

Esa mansión también me trae muchos recuerdos. Recuerdos de mi infancia, cuando mi padre todavía no era tan cerrado y me llevaba allá. Recuerdo sentarme en sus piernas, tomando chocolate caliente, mientras me contaba historias de mi madre y él.

Esos momentos juntos eran agradables... sin embargo, no todo dura para siempre.

Pero aún sé que tengo una pequeña esperanza que brota de lo más profundo de mi alma; una esperanza de que mi padre recapacite y vuelva a ser el hombre que era, por el bien de nuestra familia. Bueno, lo que queda de ella.

La puerta sonó despejando mis pensamientos en un instante.

-Pase.

-hola, Ruggero –Margarett se hizo presente en mi habitación.

-hola, Margarett ¿Qué sucede?

-Ya le di la instrucción de tu viaje al chofer.

-Gracias, no sé qué haría sin ti –la abracé –te voy a extrañar.

-Yo también –dijo aun en el abrazo.

Cuando nos separamos, tomé las maletas ahora llenas y me dispuse a salir en dirección a la salida de mi casa.

-Espera... -me detiene Margarett.

-¿Algún problema, Margarett?

-Si... no, bueno, es por tu padre.

-¿Qué pasa con él? –mantuve mi semblante sereno, pero me había comenzado a preocupar porque... es mi padre.

-No es nada de qué preocuparse, es solo que tu padre contrató a una pareja para que trabajaran en la mansión en Londres...

-y ¿eso que tiene que ver conmigo?

-Déjame terminar... –se removió incomoda –esa pareja tiene una hija y ella no puede ir con ellos por órdenes de tu padre.

-Aun no entiendo que tiene que ver conmigo.

-...Ella se quedará todo el verano en tu mansión y tú tendrás que cuidarla.

-¿Qué? –Solté molesto – ¿ahora debo ser un niñero?

-Sé que estas molesto, pero recuerda que son órdenes de Francisco y yo no puedo hacer nada para contradecirlo.

-Esto es increíble –Suspiré con pésame.

-Ruggero, cálmate un poco. No es el fin del mundo.

-sé que no es el fin del mundo, Margarett, es solo que... -me removí el cabello con frustración –me cancela nuevamente como si yo fuera cualquier cosa que se puede posponer y encima me ordena cuidar a una niña que no conozco. Eso es injusto, Margarett –me senté en la esquina de la cama.

-Rugge, lo lamento... -intentó consolarme –pero son órdenes.

-Lo sé... esa casa –continué –es mi único recuerdo que tengo de él y yo, pero al parecer eso no es para nada importante.

-Anímate, Rugge. Solo será un corto tiempo. Te prometo que después del verano yo misma le daré una patada a esa niña y la sacaré de tu mansión.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora