La Confesión Oculta
Karol Pov.
-Ruggero... -lo llamé cuando él se dirigía a la puerta para salir de la habitación. Se volvió a mí con expectación –...Quédate conmigo... –mi voz evidenció la súplica de mi ordenanza.
Él vaciló socavado por mi postura y asintió algo reservado.
Todavía tenía en su mente la idea de que yo no lo amaba, y tal vez piense que esto lo hago por compasión o algún acto de gratitud.
Se recostó a mi lado y se introdujo en las finas sábanas. Yo tomé provecho de la situación y me recosté en su pecho, y él me rodeó con sus brazos y me apegó más a su cuerpo.
Se había levantado un silencio súbito en el ambiente una vez que ambos nos encontramos en completa calma, pero no era un silencio incomodo, ni mucho menos uno irrito; era más bien, un silencio cálido, como evitando la torpeza y la tendencia de las palabras a empeorar cada momento; solo estábamos ahí, invadidos por la paz, porque finalmente todo el infierno había terminado.
De un momento a otro, nuestras miradas chocaron. La potencia conque nos veíamos era tan abrumadora, pero al mismo tiempo, tan benéfica que podía jurar que sería invasivo para algunas personas, pero ninguno de los dos quería ceder.
No me di cuenta cuando nuestros rostros se acercaron hasta quedar peligrosamente cerca del otro. Sus ojos me inspeccionaron, como pidiendo permiso, buscando algún signo de arrepentimiento en la mirada, pero yo no me inmuté. Estaba segura de lo que hacía, o simplemente mi cuerpo no reaccionaba.
Nuestros labios encontraron su destino y se unieron en un casto beso, abrí mis ojos después de sentirlo, lo miraré nuevamente y me preparé para algún comentario de su parte, pero no dijo nada.
Nos volvimos a besar, pero esta vez, el beso fue más prolongado, expresando los sentimientos acumulados en todos estos días.
Nos separamos por la maldita falta de aire, él me sonrió de lado tiernamente, aminorando algún residuo de incomodidad y me besó la frente.
Cerré mis ojos inhalando su masculino aroma y me sumergí en un profundo sueño.
Ruggero Pov.
No comprendía del todo la situación. Todavía no podía asimilar lo que sucedía en ese momento, pero no me obligué a mí mismo a buscar alguna lógica, solo cerré mis ojos y me acosté a su lado.
Me siento terrible por lo que tuvo que pasar. No sé lo que hubiera hecho si la hubiera lastimado más de lo que ya está. Ese bastardo me las va a pagar, pero antes debo cuidar de mi princesa, porque sí, yo la considero mía y de nadie más.
Aunque ella no me ame, yo la sigo amando ciegamente, y no tengo las fuerzas suficientes para oponerme a mis sentimientos.
Sentí como gradualmente su respiración se apaciguaba y sus músculos se destensaban, indicando que se había dormido.
La libré de mis brazos y la dejé con mucho cuidado de no despertarla, caminé hasta la puerta y la miré mientras me alejaba.
Otra vez estaba esa voz molesta que me susurraba al oído:
Debes olvidarla...
Pero ¿cómo? ¿Cómo lo hago?... olvidar es lo que menos se me da mejor. Digamos que no soy bueno para olvidar, porque de alguna manera, todo llega a mí, y no hay nada que pueda hacer.
Cerré la puerta con mucha meticulosidad, me escabullí por el pasillo hasta llegar al living, me senté en mi sillón individual y me acomodé hasta estar casi cómodo.
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Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||
Hayran Kurgu"Este zumbido me carcome el alma; Este dilema me duerme en un sueño moribundo. ¿Qué será el amor? ¿Qué será el orgullo? Porque entre el amor y el orgullo me hallo aprisionado. Sólo espero que un beso tuyo me saque de este hoyo de pena y dolor" Se...