|Capítulo XXXIII|

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El Reencuentro

Ruggero Pov.

-¿Qué haces tú aquí? –Inquirí, no podía siquiera ver a la persona que tenía delante de mí.

-¿Es que no puedo visitar a mi hijo? –Replicó mi padre con sus brazos abiertos, una falsa sonrisa se asomaba en su asesino rostro.

-No estoy para visitas –Repuse, ya me tenía cabreado el hecho de verlo, ahora no tenía tiempo para compartir un momento con él.

-Por favor, no seas un idiota con el hombre que te dio la vida –Reclamó con un tono irónico en su voz –, además... -Volvió la vista hacía sus espaldas –Traigo compañía.

Ahí en su lujoso auto estaban Margarett y la señora la cual sé ahora que es su pareja. De tan sólo pensar a mi padre con otra mujer mi ira aumenta.

-Ni creas que me olvido del espectáculo que montaste en la Gala –Musitó en mi oído –, una más y te despropio de todo lo que tienes, hijo mío –Me tomó del mentón fuertemente, tanto que me dolía, y me obligó a mirarle –¿Entendiste? –Vociferó con los dientes apretados y sus ojos como los de un animal rabioso.

-Como sea –Me zafé de su agarre y me dirigí al living, en donde Karol me esperaba.

Entré en la pieza y de inmediato Karol me inspeccionó con la mirada.

-¿Ruggero? ¿Quién era...? –Su voz se apagó cuando detrás de mí se irguió mi padre. Su carísima colonia impregnó todo el lugar. Colocó su áspera mano en mi hombro, lo que me hizo remover incómodo en mi sitio.

-Vaya, Vaya... si es la chica de la fiesta –Canturreó –¿Carla... Savila? ¿No?

-Karol... Karol Sevilla –Profirió mi pequeña; estaba tensa, al igual que yo.

-Oh, cierto, soy muy malo con los nombres –Sonrió –. Ese apellido me suena, ¿acaso ya nos conocíamos?

-No, me temo que no, de seguro debe conocer mi apellido por mis padres; Enrique y Lorena –Repuso con la voz ida.

-Espera, Enrique y Lorena Sevilla –Colocó su dedo en sus labios pensativo –, no deben ser personas importantes para nada, pues ya me habría recordado –Agregó con su voz socarrona.

Ella bajó su cabeza apenada, se sentía como una estúpida ante mi padre. Yo estaba más que furioso; siempre debe alimentar su ego pisoteando a los demás.

¿Por qué carajo tendría que decir algo tan hiriente? Por supuesto, todos tienen que sentirse inferiores a él,

-Son empleados de una de sus mansiones –Vociferó Karol, su voz evidenciaba el miedo y la vergüenza que tenía, como sintiéndose en medio de una multitud que se burla de ella.

No tenía que estar así, mirarla de esa forma me hacía sentir terrible, y saber que la persona culpable de ese sentimiento es mi padre, me acribillaba hasta la muerte.

-Vaya, eso es increíble –Su labios emanaban un sarcasmo que se notaba a Kilómetros –. Te felicito, hijo mío–Me palmeó.

Podía sentir como se risoteaba de mí, lo veía en sus ojos, pero no me importa en lo más mínimo, al menos para mí así lo era, aunque para Karol creo que no.

-Bueno, necesito que se vistan presentables, en pocas horas llegaran unos colegas míos a cenar –Sonrió con suficiencia –, iré por las damas –Mi padre se giró y salió por el umbral como el león dominante de toda una manada.

Me acerqué a mi princesa, la rodeó con mis brazos y dejé un casto beso en su cabeza.

-¿Estás bien? –Inquirí.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora