|Capítulo X|

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Perdóname

Karol Pov:

Subí a mi habitación porque no quería seguir escuchando a Ruggero hablar con esa tal 'Romina'. Cerré la puerta bruscamente y me recosté bocabajo en mi cama.

Una tormenta inminente se avecinó en mi interior, y de un momento a otro, la furia que sentía se mescló con la tristeza y la desilusión, convirtiéndose en un sentimiento asesino que me consumió como fuego ardiente. Mis ojos comenzaron a gotear sin control, no podía comprender por qué, solo lloré.

Cerré mis ojos con fuerza para disipar un poco las grandes gotas de agua que caían por mis mejillas, y me deslicé hasta el suelo en uno de los rincones más cercanos. Me abracé a mí misma en esa posición e introduje la cabeza entre mis piernas.

Algo en mi sabía lo que me pasaba pero no quería admitirlo.

El hecho de que Ruggero tuviera una novia, convertía todo lo que me había dicho en una mentira; una perfecta y sucia mentira. Sólo quiso burlarse de mí, y yo en todo este tiempo fui su juguetito de diversión.

Soy una tonta...

De pronto, la puerta se abre y como era de esperarse, Ruggero entró en la habitación con una sonrisa pero al verme su cara cambió a una de preocupación.

-¿Karol...?

-¿Qué quieres? –Mascullé limpiando mis lágrimas.

-¿por qué lloras...?

-¿te importa? –dije fría.

Él parecía perdido.

-Pues, vives en mi casa... lo mínimo que haría sería preocuparme por ti.

-¡Ah! Ahora resulta que el señor "perfección" se preocupa por mí; que privilegio –me reí sarcásticamente.

-Sí, y tú deberías hacer lo mismo.

-Pues, no, gracias –él intenta acercarse pero yo en un movimiento rápido cojo un vaso con jugo que se encontraba en la mesa de noche y le aviento todo el contenido.

-¿Qué te sucede? Yo solo intento ayudarte...-dijo sujetando su camiseta que ahora estaba manchada.

-yo no necesito la ayuda de nadie, menos... la tuya –lo miré con desprecio.

-Ahora ¿quién me quitará esta mancha? –se veía enojado.

-Tal vez, puedas decirle a tu tonta madre que te haga el favor de removerla.

Él se quedó perplejo con mis duras palabras, bajo la mirada y luego la subió dolido.

-...Mi madre murió en un accidente cuando tenía apenas tres años –dijo en un hilo de voz quebrado.

No puedo creer lo que dije, eso hasta a mí me dolió.

-Rugge, yo...-lo miré apenada.

-¿sabes algo? Tal vez tengas razón –me interrumpió –no debería preocuparme por una... chiquilla como tú –fue lo último que dijo antes de girarse e irse.

Yo estaba perpleja con lo que había sucedido. Jamás en mi vida me había sentido tan mal como me siento ahora. He herido a Ruggero con su madre difunta, y yo no lo sabía.

Soy una total imprudente.

Debo enmendar las cosas, debo disculparme con Ruggero de todo lo que le dije y tal vez hasta tenga que lavar su camiseta...

Sin embargo, el día pasó y mi orgullo me impidió disculparme con él, porque aunque yo fui la que obré mal, él también hizo mal en jugar conmigo.

Viviendo con el Enemigo ||Ruggarol||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora