6.

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Los padres siempre, o en ocasiones te recuerdan que te quieren, que te adoran, y te protegen a cualquier costo.

Mi madre venía cada mañana solo para decirme cuanto me amaba.

Antes, y en otras circunstancias me habría molestado, no me gustaba que fuera tan empalagosa.

Pero ahora sonreía al escucharla decir eso.

«Te amo»

Palabras tan significativas para una persona rota y frágil, sola y pérdida...

Porque, ¿quién no se ha peleado alguna vez con su madre?

Mi mamá me dijo que siempre nos peleábamos, hasta cuando yo era una bebé, según lo relatado por ella una vez, yo renegaba y tiraba la comida que ella me hacía.

¿Tonto no?

Porque iba a casa de alguna otra persona y comía la comida sin reproches.

Eso jamás molesto a mamá, aunque peleáramos, a ella le gustaba verme feliz.

Ésta mañana mi madre se encontraba en el hospital, puntual, a las 7:00 am, conmigo, sonriendo y luego avergonzándose recordando que no puedo "verla".

Puso un arreglo de flores en una pequeña mesa que se encontraba a un costado de mi camilla, las acariciaba con cierta tristeza y dolor.

—Tu padre me ha enviado esto, un arreglo para ti... —La vi tragar saliva—. Tu... tu padre se desapareció hija.

Lo sabía, desde que había ingresado aquí no lo había visto por el lugar, no había venido a verme.

¿Quién soporta ver a su hija en un estado tan delicado?

—Pero dejo una nota pegada al arreglo, te la leeré.

Me senté junto a mi cuerpo en la camilla.

Mi pequeña princesa, siento no estar ahí para ti, y que es absurdo que te escriba una carta sabiendo... sabiendo que tal vez no puedas leerla o escucharla... Jamas he sido inteligente, y lo sabes. Me acuerdo que en unas de tus tantas y muy comunes peleas con tu madre acudías a mi llorando, no me gustaba que llorarás, tus ojos perdían el brillo que tanto amaba ver y apreciar... Es por eso que no quiero ir a visitarte aún, tengo que prepararme mentalmente para... para tener el valor de no poder ver tus ojos abiertos, sin ese brillo tan característico tuyo. Con amor... tu papá...

Ví a mamá llorar, yo también estaba llorando, no soportaba verla así.

Se acercó a tomar mi mano derecha y sostenerla entre las suyas con delicadeza.

Te amo hija... —dijo dandole un beso en la frente a mi cuerpo—. Eres... eres mi pequeña princesa.

Salió con lágrimas en los ojos pero contenta.

Amaba a mis padres, eran todo para mí, pero desgraciadamente mis miedos y marcas no me dejaban en paz.

Era como sentir demonios en mi mente.

Demonios que no me dejaban cada que descansaba.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora