21.

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Todos le temen a la oscuridad, pero lo que muchos no saben es que la tienen dentro de ellos, en lo más profundo de su ser, esperando salir.

Mi oscuridad ha salido, está aquí, atormentando a mi familia por mi culpa, ensombreciendo sus vidas dejándolos completamente a oscuras.

Nathan entró por la puerta de mi habitación de hospital con la cabeza baja. Exhaló mucho aire y alzó la mirada hacia mi cuerpo mirándolo con tristeza.

—Se lo de la custodia Alissa, yo eh... bueno, tu padre está muy molesto y triste y...

Un doctor lo interrumpió entrando con una carpeta en mano, detrás de él venía mi madre y unos oficiales.

—Nathan... no creí que estarías aquí —dijo mi mamá algo nerviosa.

—¿Se quedará aquí para ver cómo la desconecto o prefiere quedarse fuera?

¡¿Qué?!

—¿De qué habla? —preguntó Nathan alarmado—. ¡¿Por qué la irían a desconectar?!

—Su madre lo ha pedido —explicó el doctor.

Nathan se puso frente a la cama extendiendo sus brazos a los lados.

—No sé que es lo que le pasa señora Lewin, pero con todo respeto no permitiré que haga esto.

—Sabía que dirías algo así —dijo temblando.

Los guardias se acercaron hasta él agarrándolo y sujetándolo con fuerza, empezaron a llevárselo pero él se sujetó al marco de la puerta con todo lo que podía.

El doctor se acercó a la máquina que me mantenía con vida.

¿Esto era todo?

—¡No lo haga! —gritó Nathan.

La mano del doctor cada vez estaba más cerca.

—¡Por favor! —volvió a gritar—. ¡Se lo pido, es lo que me queda!

—¡Tu no sufres! —gritó esta vez mi madre—. No puedo dormir por las noches sabiendo que ella está aquí simplemente tirada.

Sentí y vi de pronto como todo se estaba volviendo oscuro. Los gritos eran murmullos, y la gente solo sombras.

—¡Yo la amo!

La habitación de pronto volvió a tener luz y color. Vi a mi madre agrandar los ojos ampliamente observando cómo Nathan lloraba justo frente a ella pidiendo que no me desconectaran.

Los oficiales soltaron a Nathan, no estaba oponiendo resistencia. Cayó de rodillas sin importarle el impacto y desde abajo alzó la mirada hacia mi mamá.

—Si quiere puedo ir a su casa a visitarla, venir juntos a ver a Alissa y convivir. Puedo hacer sus mandados y darle de mi dinero para lo que necesite de gastos médicos, pero se lo ruego, no la desconecte, piensa que es un cuerpo vacío pero yo aún se que tiene su corazón, para mi ella está más viva que inclusive yo mismo. Me gusta su hija señora, y haré todo lo posible para que despierte.

Mi mamá empezó a llorar frente a todos. Se cubrió la cara y negó con la cabeza.

—Señora... ¿quiere que prosiga? —preguntó el doctor.

Ella simplemente volvió a negar con la cabeza. El doctor asintió una sola vez y le indicó a los guardias que salieran de la habitación.

Me acerqué hasta mi mamá y pase mi mano por su espalda. Era mi manera de darle consuelo.

—Bruno no tiene la culpa, la tengo yo pero lo culpo para sentirme mejor, ¿sabes? Alissa tiene el corazón de su padre, es igual a él.

—Lo sé —contestó Nathan acercándose a mamá—. Gracias por no desconectarla señora Lewin.

Mamá secó sus lágrimas y sonrió de lado.

—Eres la luz de esta familia Nathan.

Sonreí. Era cierto. Había metido a mi familia en la oscuridad, pero Nathan había encontrado la forma de hacerlos ver esa luz que iluminaría sus vidas.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora