22.

815 92 9
                                    

Hermana, hermana, hermana...

¿Dónde estabas? ¿Que hacías? ¿Con quién te habías metido?

Es como si todo estuviese pasando de nuevo.

Desapareció sin dejar algún rastro, mis padres están angustiados y su hermana, yo misma, no podía hacer nada al respecto.

Duele. No duele ahora todo por lo que pasé, hiere más cuando ves a tu familia ir de un lado a otro. Las dos únicas hijas que mis padres tenían estaban simplemente desaparecidas.

Mi hermana de la casa y yo de la vida.

No sé cómo es que no he tenido el valor para despertar y enfrentarme a la vida, pero si teniendo alma me era imposible, ahora menos.

Vi a Nathan hablar con la policía. Golpeó la pared y negó con la cabeza indicándoles a los oficiales que se fueran.

No estaba ahí para ver como mis seres queridos sufrían por mi desaparición, pero ahora estaba aquí, sin que ellos lo supieran, llorando sola sin poder ser escuchada o consolada.

Podía ver el tormento por el cual pasaron cuando no estuve.

Y si, era mucho más doloroso ver que en mi desaparición y reaparición, ellos no habían podido descansar a gusto.

Papá se sentó a un lado de mi cuerpo tomándome de la mano.

—No nos dejes, no me dejes, no te vayas, eres lo que me queda —dijo con lágrimas en los ojos.

No entendía nada, pero cuando vi a mamá desplomándose por completo al suelo llorando sin control alguno, entendí varias cosas.

Mamá gritó impotente golpeando el suelo.

Nathan puso su mano en su hombro tratando de consolarla pero ella se sacudió para quitar su mano.

—No puedo, ¡no puedo más! —gritó mamá.

Y una de las cosas que entendía es que mi hermana, aquella con la que crecí todos estos años, había caído en las drogas, y se había ido simplemente de este mundo por mi culpa.

Porque no desperté a tiempo para ayudarla y apoyarla, como se supone haría una hermana mayor.

—¡Dios, ¿por qué te la llevas?! —volvió a gritar.

Solo quedó eso. El eco de los llantos de mamá.

Después de eso silencio. Como si papá, mamá o Nathan no estuvieran junto a mi.

Y otra vez regresaba a mi inmensa oscuridad.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora