26.

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Nathan.

A veces sentía que estaba aquí, posiblemente en alguna esquina viendo como todo su mundo se desmoronaba, o en la calle disfrutando de su vida como lo era.

Miré mis manos, estaban temblando. Sacudí mi cabeza y observé a Alissa en la camilla, acababa de sufrir otro infarto y apenas habían logrado contenerlo.

El doctor y la enfermera se secaron el sudor de nervios y salieron de la habitación antes de echarme una última mirada.

Me acerqué hasta el cuerpo de Alissa. Se veía un poco más pálida de lo normal. Sus labios estaban resecos y sin vida.

Nunca me atreví a besarla, nunca y ahora daría todo porque despertara para poder hacerlo.

A veces sentía que estando aquí era un simple estorbo. Estaba peleado con mi padre, estaba molesto porque estaba dejando pasar mis estudios por estar aquí. Podía sentir que esta era la decisión correcta, pero estaba furioso porque mi familia no me apoyaba.

Ella es todo lo que siempre quise, lo que de verdad llenó mi vida de alegría y felicidad.

Toqué su mejilla acariciándola suavemente. Me encantaban sus cachetes, estaban llenitos y suavecitos, me encantaba todo de ella.

Pero... a pesar de que había pedido que se quedara no soy nadie para pedírselo. Sus padres se habían divorciado, y su hermana estaba muerta, despertar solo haría que fuese como si no lo hubiere hecho.

Giré a la puerta cuando la escuché, pensé que sería una enfermera, pero me sorprendí al ver a una chica. ¿Alguna amiga?

—¿Quién eres tú? —preguntamos ambos al mismo tiempo.

Ella rió y se aclaró la garganta.

—Vine a verla, ha pasado tiempo desde que vine.

—¿Eres alguna amiga? —le pregunté.

—No, es más, creo que ambas nos odiamos —dijo y yo hice una mueca—. Pero tranquilo, es un odio sano. Soy Britney, por cierto.

—Yo Nathan —respondí volviendo a ver a Alissa.

La sentí aproximarse hasta la camilla y poner su bolso en una silla vacía.

—Escuché lo de su hermana, pobre de ella cuando despierte.

—Si es que lo hace —dije dando un largo suspiro.

—¿Crees que no lo hará? No seas pesimista, es una buena persona, debe de hacerlo —contestó asintiendo con la cabeza—. Además quiero hacer las pases con ella, así que —giró hacia Alissa—, será mejor que despiertes chica, que si te vas de este mundo sin antes conocerte te las verás.

Reí ligeramente y ella sonrió.

—Ahí está la sonrisa que ella ha de querer —comentó haciéndome sonrojar.

—Yo... eh...

—Miré como la ves, no soy estúpida —dijo volviéndose al cuerpo de Alissa—. Son almas gemelas, lo presiento, así que deja de decir "si despierta" porque tú más que nadie sabe lo fuerte que es y lo mucho que no dejará de luchar.

Sonreí de lado y asentí con la cabeza.

No sabía la historia de esta chica con Alissa, pero si no eran amigas podía decir con certeza que ambas se llevarían bien si hablasen.

Ambos sentimos una brisa que me hizo sentir tranquilo.

No estábamos conectados, pero podía jurar que ella también pensaba lo mismo.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora