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Eran eso de la una de la madrugada. Nathan y papá estaban tocando la puerta de la casa de Britney.

El papá de Britney salió algo enojado, se veía que había estado llorando por horas.

—No queremos nada de lo que venda —musitó—. Además es la una de la madrugada, el hecho de que vea mi casa con luces prendidas no quiere decir que...

—Hemos venido a ayudar —interrumpió mi papá mirando al señor.

—Conozco a Britney, sabemos lo que le pasó.

El señor se les quedó viendo algo asombrado y los dejó pasar haciéndose a un lado.

La mamá de Britney se encontraba tirada en un sillón con los ojos rojos.

—Soy el padre de Alissa, la chica en coma —declaró papá y ambos padres le pusieron más atención—. Se por lo que están pasando.

La señora bajó la cabeza mirando al suelo.

—Pero no deben no hacer nada.

—¿Y qué hacemos? El mundo es gigante, puede estar en cualquier lugar —inquirió el padre de Britney.

—Lo que está diciendo el señor Lewin es que, no deben descuidar a su otra hija —dijo Nathan metiéndose en la conversación—. El detective Dann es nuestro contacto en común, sabemos de las pruebas que encontraron.

—Tenemos una sospecha de algo, queremos que nos ayuden a difundirla —continuó papá.

—¿Crees que hará lo que tú? Quizá por haberle dicho al mundo lo de Alissa ese degenerado mató a tu otra hija, mejor quedarnos callados —contestó el señor Fay.

—¿Callados eh? —preguntó papá soltando una pequeña risa—. Puede que tengas razón, tengo una hija en coma que mañana desconectaremos, mi otra hija ya está muerta y estoy divorciado —musitó mi padre y vi la cara de tristeza de los padres de Britney—. Pero prefiero hacer algo por ambas, porque sé que desde donde sea que me vean después de mañana se sientan orgullosas de tener un padre como yo. En este mundo existe el miedo de todo, pero no deseo que se repita la historia de mi vida en esta familia.

Los señores lo miraron fijamente, la mamá se paró del sillón y se acercó a su marido.

—¿Por qué está decidido en hacer esto aún sabiendo que mañana perderá a su otra hija? —preguntó la señora ansiosa de saber la respuesta.

—Porque no quiero que ustedes sientan el dolor que yo estoy sintiendo en este momento —respondió mi papá decidido—. El dolor me hará más fuerte con el tiempo, pero cuando su hija regrese a ustedes también los hará así.

Los padres de Kimberly se voltearon a ver entre sí.

—¿Qué quiere que hagamos? —preguntó el señor.

—Necesito que traigan a conocidos a la plaza principal a eso de las 3 de la tarde, haremos que la gente alce la voz y nos ayuden, quiero que la policía acelere la búsqueda pero sobre todo —apretó los dientes—. Quiero que aquel sujeto, sienta la desesperación y el miedo por primera vez.

Nathan sonrió.

—Así podremos salvar a más familias —concluyó mi papá.

Sonreí.

No hacía falta que hiciese cosas extraordinarias para que estuviese orgullosa de él.

Ya lo estaba desde antes.

Bruno Lewin era mi héroe.

Pero más que eso, era una de las razones para quedarme.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora