35.

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Nathan.

¿Le habré hecho enfurecer alguna vez? ¿Me disculpe con ella si fue así?

Pateé una lata de refresco por la banqueta. Vi a una niña mirarme mal, le sonreí y agarré la lata para tirarla en su respectivo lugar.

Caminé hasta el centro del parque y me senté en una banca.

Salir a despejarme era mi única idea para tratar de olvidar. Más porque quedaban dos días para que se hiciese lo decidido.

Ahora en vez de recordar que la iban a desconectar, en mi mente sólo estaba la idea de tratar de saber si la había tratado mal, si había sido una mierda con ella.

Quizá aquella vez... o esa otra...

Sonreí con la cabeza agachada.

Claro que no, ambos no nos habíamos hecho daño de ningún modo.

Encajábamos bien, como dos piezas de un rompecabezas.

Sentí a alguien sentarse a un lado mío y me sorprendí al ver de quien se trataba.

—Detective Dann...

—Muchacho, déjame decirte que tienes mal aspecto —dijo exhalando humo del cigarro por la boca.

Alejé el humo con mi mano.

—Como no, la van a...

—Desconectar, lo sé —terminó por mi y apagó su cigarro—. Me lo ha contado Bruno.

—Es injusto —murmuré—. Ella tenía una vida por delante, ese depravado se saldrá con la suya, lo ha conseguido después de todo.

—En mis años como detective nunca había presenciado este caso, la mayoría de las muchachas eran violadas y acababan sin vida en un arroyo, con y muchas de las veces desnudas y sin bolsa que las cubriese —dijo y no pude evitar pensar que el mundo era un asco—. Alissa era la oportunidad para presentar cargos contra aquel hombre.

—¿Y no está enojado? —dije y el entrecerró los ojos. Me paré de la banca extendiendo mis brazos—. Ella se irá y no podrá detener a quien ha perseguido un tiempo. Él le ha causado dolor a muchas.

—¿Qué hay del dolor de Alissa?

Parpadeé y pronto me volví a sentar analizando todo.

—Si, puede que se vaya y pierda la oportunidad de atraparlo, pero eso no significa que se me escape, solo podrá esconderse y es cuestión de tiempo para detenerlo.

Me miró y no podía hacer otra cosa más que mirarlo admirablemente. Sacó otro cigarro y lo prendió rápidamente.

—Hijo, el mundo siempre será una mierda, en ocasiones injusta y asquerosa. Pero aún en un mundo asqueroso existe bondad —dijo y vi a la niña de antes levantar basura a su paso, sus padres le sonreían—. Existen personas que buscan hacer la diferencia y también quienes ponen el ejemplo —la niña regañó a uno chico de su edad la verlo tirar la basura en la calle y éste último la recogió y la tiró en su lugar—. Esas, por pocas que sean, hacen del mundo no tanto una mierda.

Solté una pequeña risa y suspiré lleno de paz.

—Con que la bondad eh... —susurré.

Puso una mano en mi hombro sorprendiéndome un poco.

—Si ella se va o se queda, pondrá un ejemplo y muchas la seguirán —dijo—. El feminicidio ya fue gritado desde antes pero, lo que le ha pasado a ella, hará que muchas más recuerden esto y se alcen en alto.

—Gracias detective, por esto. Ya le he dado libertad, no pienso atarla más aquí si no lo desea —le dije.

Él suspiró y me sonrió.

—Esa es la bondad de la que hablo.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora