33.

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Nathan.

Me restregué la cara y me aventé a la cama agotado.

¿Cómo rayos iba a hacerle para convencer a los doctores y a sus padres? Estaban todos de acuerdo con desconectarla.

La puerta de mi departamento sonó y me levanté lentamente. Caminé y abrí la puerta, frente a mi estaba la viejita de la habitación de al lado.

—¿Ya despierta la niña? —preguntó.

Le sonreí y negué con la cabeza. La verdad es que ya estaba muy viejita, se le dificultaba hablar o hacer oraciones coherentes, pero pese a todo su gran memoria por venir a preguntarme cada que podía si Alissa ya había despertado me impresionaba.

—Me dijeron que ya casi despierta —mentí. Ella no tenía a nadie que la cuidase.

Ella sonrió y asintió como pudo.

—¿Novios tú y ella?

La acompañé hasta su departamento y la encaminé hasta su habitación, ella se acostó rápidamente y aproveché para ir a hacerle un té y dejárselo en una mesita que tenía a un lado de su cama. Cuando regresé ella ya estaba cómodamente dormida y satisfecha.

A veces venia a ver como estaba, o a ayudarle, una vez no estaba y me preguntó que porque. Ahí fue cuando le conté de Alissa y bueno, no pudo sacársela de la cabeza.

Salí de su departamento y me metí al mío. Cerré la puerta y me senté en mi sillón de la sala.

Mi fui al sofá y al tumbarme, mi celular comenzó a sonar. Tragué saliva y le contesté.

—Hola mamá... —saludé algo nervioso.

—Nathan, por favor, dime que ya te vendrás.

—Ya te lo dije, no puedo todavía.

Escuché como suspiró y me preparé para lo que ya sabía que iba a decirme.

—Hijo, suficiente. Regresa por favor, tu papá y yo estamos preocupados por ti. Entendemos que Alissa no despierta y...

—No, no me entienden —le respondí apretando los labios—. Para ustedes esta bien, no soy yo quien está en esa camilla, pero si viesen a sus padres entenderían el dolor por el que pasan. No logran entenderme porque no sienten lo que yo.

—¿Y crees que es sano para ti? ¿Permanecer meses al lado de alguien que ya no tiene futuro?

Apreté el teléfono con fuerza e impotencia.

—¿Pues sabes qué, madre? A pesar de que alguien muera su futuro perdurará si alguien lo recuerda. Si Alissa se va o se queda siempre la recordaré. Mientras tanto, no me moveré de aquí —respondí al recordar una vez que Alissa se quedó a mi lado cuando estaba enfermo una noche entera—. No importa así pasen mas meses, no importa si se cumplen años enteros —recordé la sonrisa de Alissa y varias cosas que pasamos juntos—. No me voy a alejar de ella hasta que decida lo que pasará. Les guste o no.

La respiración de mamá era lo único que se escuchaba.

—Le quedan tres días, hable con su madre.

Sonreí aunque ella no pudiese verme.

—Pues entonces me quedare esos tres días hasta recibirla o despedirla como se debe. Estando presente.

Mamá comenzó a reír ligeramente.

—Eres un buen chico Nathan —murmuró—. Recuerda que lo hacemos porque queremos tu bien.

—Se lo que es el amor de un padre o madre, mamá —dije seguro de eso, lo había vivido con los padres de Alissa—. Pero... debes comprender lo que es el amor de un chico por una chica.

A pesar de que no veía a mamá, sabía que estaba sonriendo y que, se estaba resignando a lo que yo le estaba diciendo.

—Confío en ti, Nathan. Te estaremos esperando. Te amo —dijo dulcemente.

—Te amo —le respondí de vuelta dejándola tranquila.

Colgó y suspiré lleno de tranquilidad.

Así es Alissa.

Podías irte, no estás obligada a quedarte porque... porque te perdonaré si no lo haces.

Eso es lo que hace el amor de un chico por una chica.

Es lo que era mi amor por ti.

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No sé, ame este capítulo:')

No había escrito alguna nota, apenas me he dado cuenta de ello.

En el coma está a punto de acabar:c

Es una historia corta que algún día (como todas) tendría que culminar.

Gracias por los votos y comentarios chicos.

Se despide, Jazive.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora