29.

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Nathan.

—¿Por qué no me puede decir nada? ¡Soy su padre! —gritó el señor Lewin a una enfermera.

Apreté mis labios sentado dentro de la sala de espera, no sé qué era lo que pasaba, ni siquiera nos habían dado información de ella pero definitivamente me estaba muriendo por dentro.

Tenía que vivir, principalmente porque ya tenían en la mira a aquel sujeto, algo podía hacerse.

Me agarré el cabello frustrado y me agaché aún sentado hasta mirar el suelo.

Saqué mi celular para ver la hora. Llevábamos dos horas aquí esperando y no decían nada. Moví mi pierna con inquietud y sentí un peso en mi espalda.

Observé a la señora Lewin, estaba tratando de consolarme, pero en sus ojos aún podía verse el sufrimiento interno que sufría desde que su otra hija había muerto.

Me daba rabia, rabia porque esta familia ya había pasado por algo tan traumático que no podía irse otra persona.

—Señor le pido se tranquilice, no queremos sacarlo del hospital, no me haga llamar a seguridad —pidió amablemente una enfermera.

El señor Lewin caminó hasta situarse a mi lado y apretar los puños.

—Si se va esta bien, si se va esta bien... —escuché susurrar al padre de Alissa sin control alguno.

¿Irse estaba bien? Después de todo lo que había pasado hasta ahora, ¿iba a rendirse?

Si fuera yo en esa cama lucharía para despertar, lucharía por vivir...

Pero no puedo decir eso por ella. Despertará y nada de lo que verá será real. Su hermana ya no estará, sus padres no están juntos.

Cuando ella despierte tendré que irme porque no podré ser alguien más en su vida para ella.

—Cuando recién ingresó al hospital después de aparecer el doctor me había dicho que había sufrido múltiples violaciones sin parar —dijo de pronto la señora Lewin que giré mis ojos hacia abajo. No quería que me viera furioso—. M-Me dijo que no podría tener hijos después... —tragué saliva—. En ese entonces pensé que sería mejor para ella despertar y tomar alguna terapia psicológica, cuando pasó el tiempo y no despertaba pensé que sería mejor para ella irse.

Asentí escuchando todo, igual que el señor Lewin, quien había estado prestando atención desde el inicio.

—No siempre he sido la mejor madre, cometo errores como cualquiera lo haría, pero me siento mal porque una mamá siempre hace lo posible por el bienestar de sus hijos —giró al señor Lewin—. No has sido el mejor padre, pero sin duda alguna eres su modelo a seguir —musitó para después tomar una mirada perdida a la realidad—. Antes quería que la desconectaran para que no sufriera, después cuando le dieron ataques estaba enojada porque ella quería irse y ahora... —ambos dejamos de mirar a otro lado para mirarla fijamente a ella—... ahora simplemente estaré contenta con la decisión que ella tome...

Tapó sus ojos con ambas manos conteniendo que la viésemos llorar. Apretó sus labios y empezó a hablar con voz rota:

—Vete Alissa si quieres, eres libre, toma tu decisión, siempre la respetaré pero sobre todo siempre te amaré...

El señor Lewin se acercó hasta su ex esposa para consolarla.

Todos dirigimos nuestras miradas hacia el doctor que siempre había estado al pendiente de Alissa. Todos nos paramos repentinamente de nuestros asientos y él al vernos suspiró y caminó hacia nosotros lentamente.

—Yo... quisiera hablar con la familia primero así que...

—Él también es de la familia, doctor —intervino la señora Lewin secándose las lágrimas y mirando fijamente al doctor.

Él se limitó a mirarme y asintió.

—No voy a mentirles. Alissa es una chica muy fuerte pero... ya no puede más —apreté mis ojos negándome a creer esto—. Su salud se ha deteriorado, esta vez no preguntaré si quieren mantenerla así, antes había más probabilidades de que despertase pero ahora...

—Está diciendo que tenemos que despedirnos, ¿cierto?

La pregunta del padre de Alissa tomó por sorpresa al doctor. Tomó sus lentes viéndolos con detenimiento y con la cabeza hacia abajo.

—Me temo que si —respondió tristemente.

Retrocedí un paso empezando a recordar todos los momentos junto a Alissa.

—Lo siento mucho.

Dijo antes de retirarse e ir a otra habitación.

Los padres de Alissa se sentaron en las sillas y yo me quedé ahí parado tratando de saber que es lo que estaba pasando o más bien dicho; que es lo que estaba apunto de pasar.

Reí ligeramente. Esto tenía que ser una broma.

—Entra primero —escuché decir a la señora Lewin.

Giré a verla y antes de que apartase su mirada solo pude ver resignación en su rostro.

—Ella querría eso —concluyó antes de sonreírme a duras penas.

Sin pelear comencé a caminar hacia Alissa, la única persona de la que siempre había estado enamorado.

Entré y la vi totalmente demacrada.

La vi y supe en ese entonces que estaba completamente vacía y no pude evitar pensar todo lo que le tocaría vivir después de despertar.

La vi y supe... supe que iba a irse.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora