18.

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Me estaba acostumbrando a la oscuridad que había en mi habitación por las noches, constantemente veía en ocasiones la cálida luz que la luna emitía.

Mi cuerpo se veía mejor que los primeros días, me sentía un poco más viva.

Nathan se había quedado dormido en uno de los sillones cerca de mí. Pidió permiso para quedarse y hacerme una vez más compañía. La verdad es que me gustaba mucho verlo dormir, se veía tan lindo.

Fruncí el ceño cuando escuché su celular sonar, tal vez había puesto alguna alarma. Se despertó al instante y contestó, aún somnoliento, la llamada que estaba recibiendo.

—¿Ocurre algo? —preguntó y después de unos cuantos segundos empezó a agrandar más sus ojos—. ¿Está segura de eso? No, claro que no. Estoy con Alissa. Enseguida voy.

Colgó y miró mi cuerpo.

—Tienes que despertar Alissa, tu hermana te necesita. Ha desaparecido.

Salió corriendo de la habitación dejándome completamente destrozada.

Lara Lewin... ¿en qué te habías metido está vez?

De pronto, la sensación de miedo y angustia entró en mí, y por alguna extraña razón el primer nombre que se me cruzó por la mente era el de Aníbal.

Apreté los puños y salí corriendo dispuesta a encontrar a mi hermana. No permitiría que pasase por algo como yo, nunca.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora