23.

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No podía creer lo que estaba haciendo.

Estaba en el mismísimo funeral de mi hermana. Era doloroso, y más porque ella era quien debió haber estado aquí parada como yo viendo mi ataúd descender para ser enterrado.

No podía más, había llorado dos dias seguidos, estaba segura que si todos me pudiesen ver tendrían cara de asco por como lucia.

La odiaba.

Si, la odiaba, y a su vez me odiaba a mi.

¡¿Cómo rayos se pudo suicidar?! ¡¿Por qué lo hizo?!

¡Diablos! ¿Qué pensó? ¿Qué papá y mamá solos iban a estar bien?

¡Mierda, el suicidio nunca es una opción!

Claro, tenía problemas, y demasiados pero decidió que era fácil irse antes de quedarse y enfrentar los problemas que tenía.

Vi a mamá abrazar el cofre de mi hermana mientras lloraba sin control. Nathan la consolaba y papá solo miraba perdido a la nada.

Suficiente, basta, ¡ya!

Me di varias cachetadas, una tras otra, no me dolían pero quería despertar, enfrentarme a todo, porque si bien podía con mis problemas, resolvería el de muchos dándoles un poco de paz a quienes amo.

—¡Quiero despertar! —grité. Si había alguien arriba; en algún lugar, me escucharía y respondería a mi petición—. ¡Lo he decidido!

Tal vez nadie me escuchaba, pero se sentía tan bien liberarlo.

Vi a un oficial acercarse a mi mamá, pronto papá se apresuró a ir; al igual que yo.

—Disculpe que venga a interrumpir el entierro, pero hay algo que debería saber sobre su hija.

—¿Qué? ¿Encontraron el arma con la que se disparó? —preguntó papá apretando los brazos.

El oficial asintió.

—¿Y que quiere? —rugió mamá molesta—. ¿Dárnosla para recordar que tan malos padres somos?

Nathan le puso una mano en su hombro calmándola un poco.

—Familia Lewin, la muerte de Lara Lewin no fue un suicidio —Caí de rodillas al suelo esperando la frase siguiente con lágrimas en los ojos—. Alguien la mató, fue un asesinato.

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora