30.

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Nathan.

Estando aquí con ella me sentía a gusto, escuchar las máquinas conectadas a ella también me hacía sentir así, porque sabía que estaba respirando, que aún estaba aquí.

La única persona que no podía asimilar que estaba por marcharse era yo. Sus padres la apoyarían si se iba, pero yo no.

No estaba listo mentalmente para esto, y no era por ser malo pero no la perdonaría si se iba. Pero era necesario, ella necesitaba paz, ella...

—Puedes irte —musité a la nada—. Ve libremente a buscar tu paz, lo único que quiero que sepas es que la mía eres tú y si te vas en mi vida nunca encontraré a alguien como tú.

Tomé su mano.

—O puedes quedarte... ¡Debes luchar! Alissa, debes pelear, necesitas quedarte. Porque tú vida no tiene porque acabar aquí, ¿qué hay de tus sueños? ¿De tus anhelos? Si al despertar decides que necesitas tiempo a solas me apartaré, porque lo único que quiero es tu bienestar.

Mordí mi labio impotente.

—¡¿Qué piensas que pasará una vez que te vayas?! ¡Él habrá ganado si mueres, sonreirá porque sabrá que consiguió su objetivo de destrozar una vida como la tuya!

Me acerqué hasta su frente para posar mis labios sobre ella.

—¿Qué piensas que pasará una vez me dejes solo...?

En el comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora