Capitulo 6: Despedidas forzadas

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Volví a mirar la pantalla sin creerme lo que mis ojos veían. Se me cristalizaron los ojos por las lágrimas, apenas podía ver nada.

Allí estaba mi nota, era una excelente, una de las más altas de mi vida, casi rozando la perfección lo que me hacía acceder de forma automática a cualquiera de los centros que yo quisiese.

Debajo del todo en el email aparecía una página web donde ponía que podía comprar mis billetes hacía el destino que eligiese ya mismo, y que debería informar cuanto antes de mi destino elegido y los vuelos para que la organización lo sepa.

Miré a Raúl y lo tuve claro, no hacía falta ni ordenar las cosas de la mudanza, así ya estaba todo organizado, serían un par de maletas las que cogería y estaba dispuesta a irme el mismísimo lunes.

Luego lo pensé fríamente y es que no me había despedido de mis niñas, así que lo que hice fue recoger mis cosas esa misma mañana e irme a casa de Marina a pasar el fin de semana que también llamo a Silvia y así pasar mi último fin de semana con ellas.

El lunes pondría camino a mi nuevo hogar, al sitio donde mi vida cambiaría y por completo.

Mis maletas estaban preparadas, me despedí de mi hermano en la puerta del tren aunque el vendría el lunes a despedirse de mi al aeropuerto.

Ese fin de semana fue uno inolvidable, decidimos hacer encierro en casa y sólo chicas, mejor dicho sólo las 3, nos hinchamos a comer guarrerías, ver películas, cantar a grito pelado, con karaoke, correr por toda la casa, imitarnos unas a otras, chatear con desconocidos en internet y todas las locuras que se nos pudieron ocurrir en ese tiempo. 

Si mal no recuerdo fue unos de los fines de semana que más pude reírme en toda mi vida, todo era gracioso, nos sentíamos algo borrachas sin haber bebido una copa de alcohol. Pero las risas acabaron en cuanto nos subimos al coche para dirigirnos al aeropuerto.

El lunes llegó más rápido de lo que nadie pudo desear pero estaba ahí.

Mi hermano estaba muy bien vestido ese día, parecía que se había arreglado para la ocasión para despedirme, llevaba en las manos una caja del tamaño de unos zapatos o quizás algo más grande. 

Mis amigas me ayudaron con las maletas y lo primero que hicimos fue ir a facturarlas, luego nos fuimos a una cafetería a tomar algo, pero la conversación era algo forzada era difícil hablar de algo, cuando sentíamos que nos íbamos a separar para siempre, que no era así en realidad, pero era la sensación que a todos nos daba. 

No sabíamos si reír o llorar, pero en ese momento me acorde que una amiga vieja amiga me dijo una vez, ten cuidado con tus sentimientos porque todo aquel que ríe debe llorar y cuanto más rías más lloraras. Lo primero que pensé cuando me dijeron esto es, que no querían que fuese feliz y que riera, pero luego entendí que lo que quería decirme es que tras algo malo hay algo bueno o viceversa. 

Me di cuenta que llevaba todo el fin de semana riendo como nunca y me parece que en mi interior algo empezaba a moverse y eran mis ganas de llorar.

De pronto sentí un miedo aterrador, que estaba haciendo? Estaba preparada para dejar todo atrás así sin más? Hace una semana no sabía que haría con mi vida y ahora me voy, dejándolo todo atrás. 

Las lágrimas empezaron a inundar mis ojos pero no quería hacerlo, no quería llorar, no delante de ellos y que me vieran, se preocuparían. 

Me disculpé y me dirigí al cuarto de baño.

Cuando entré me lavé la cara y al levantar la cabeza me pareció ver a una persona que me resultaba muy conocida. 

No lograba relacionar de que podía conocerla y de pronto recordé, la señora del parque, la que tenía un parecido impresionante a mi madre, me detuve a mirarla fijamente, es que por momentos parecía una replica, una hermana gemela o es que quizás fuese ella. Me di la vuelta para no verla por el espejo pero ella ya no estaba.

No lo entiendo, fueron milésimas de segundo, como puede ser que alguien desaparezca en ese tiempo. Cogí un papel y me sequé la cara. Al salir del baño miré hacia todas partes pero nada, no había rastro de la señora de increíble parecido a mi madre.

Me negué a mi misma a mencionar lo que ya me había pasado dos veces, pensarían que estoy loca o que es resentimiento por la muerte de mi madre, por lo que no lo comenté pero en mi cabeza seguía dando vueltas.

Hicieron el primer llamado de mi vuelo y decidí entrar a la primera, no quería duras ni largas despedidas, considero que no valía la pena, después de todo estaríamos bastante cerca, considerando que Japón esta muy lejos. 

Un abrazo a cada uno y un beso me valió como despedida.

Aunque en el último momento observe detenidamente a mi hermano y me di cuenta que aún sostenía esa caja en las manos y no sabía que era, así que como buena curiosa le pregunte.

-Que es esa cosa que llevas en las manos Raúl?

-Pues que queríamos todos despedirnos de ti y es la única forma de traer a alguien que te quiere mucho.

No entendía lo que me estaba diciendo hasta que destapando la tapa pude ver que era León quien estaba dentro.

Ese fue el momento que me pudo, tenía que llorar, no pude evitarlo, lo sé, era algo muy tonto pero me encantaba esa tortuga y le festejaba los cumpleaños y siempre veíamos el rey león juntos y para mi era una gran compañía aunque no la tenía todo lo que quería.

-Por favor tienes que enviármela, en cuanto sepa si a donde voy puedo tenerla envíamela vale?, yo te avisaré.

La metí en su caja y volví a darles un beso y un abrazo a los 3, cada vez era más difícil. Respire hondo, me di la vuelta y decidí irme sin mirar atrás, eso me haría daño.

Me subí al avión tuve un vuelo sin ningún dato que recalcar más que un chico guapísimo que se me sentó al lado y al que apenas podía mirar porque me mataba la vergüenza.

Simplemente me dediqué a escuchar música mientras soñaba despierta y me imaginaba como sería mi nueva vida, también pensando en que más le valía a mi hermano acordarse de enviarme las cosas por correos, le pedí que armara un paquete con mi guitarra y cosas que seguro necesitaría aquí, y ahora que lo pienso en el cual podría venir León. 

Absolutamente todo el viaje fui con una sonrisa en la boca, podría parecer una sonrisa tonta pero era mi sonrisa de soñadora.

Me bajé del avión y pude sentir hasta como el aire era diferente. Consulté en sitios de información y decidí coger un taxi ya que el autobús y con las dos maletas sería algo complicado.

La verdad es que no tardé mucho desde el aeropuerto hasta mi nuevo hogar.

Al rato de haberme subido en el taxi pude divisar un cartel, un cartel que marcaba un antes y después en mi vida.

BIENVENIDA A OXFORD!

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