"Romeo y Julieta"

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La pasión se adueño de mi cuerpo, al igual que sus manos. Mi desnudes le permitió pasar sus dedos por mi espalda, y recorrer el filo de mi sostén. Una alarma al instante se activó, seguramente sus dedos no solo eran habilidosos para la guitarra y desabrochar el seguro le sería tan fácil como quitarle un dulce a un bebé. (¡Marca un alto, antes de que lo haga!) me aconsejó la razón. Por suerte el me mordió ligeramente el labio y me apretó mas contra el, lo cual hizo que me fuera sumamente sencillo ignorarla. Tal y como en mi fantasía le pase los brazos por el cuello y deslise mis manos entre su espesa melena rubia. La forma salvaje y alocada que tiene Adrien de besar superó por mucho a la de Nathaniel e incluso al chico de mis sueños y no pude seguir negandolo más. El me gustaba, Lo quería más de lo que me comvenia admitir... El me recuesta sobre las cartas, dejando que las zonas estratégicas de su cuerpo hicieran un mejor contacto con el mío. Suelta mis labios y los suyos descienden dejando un rastro de besos húmedos asta alcanzar su nuevo objetivo. Gemí y el sonido me sorprendió, era la primera vez que me excitaba al grado de hacerlo tan fuerte y claro. Solté otro más al sentir su lengua tibia en mi escote, y deseé que hubiera quitado el maldito sostén y así pudiera besar mis senos con más libertad..
No estuve segura de que la piedra que aterrizó a unos centímetros de mi cabeza fuera real, Las caricias a las que Adrien estaba sometiendo a mis piernas abarcaban casi toda mi concentración. Una más entró por la ventana y cayó más serca. Despegue mi mano de su espalda y estiro el brazo para tomarla, su textura rocosa y dura me confirmó que no era un producto de mi imaginación.. —Marinette...— el sonido no provenía de Adrien, lo sabía porque su boca estaba ocupada con la mía. Agudizó el oído cuando vuelvo a escuchar mi nombre hasta que descubro que viene de afuera... Lo empujó y me incorporo al tiempo que reconozco la voz.
—¡Es Nathaniel!— exclamé entrecortado —¿Que está haciendo aquí?— preguntó alarmada.
Adrien suelta entre dientes una maldición y apoya las palmas en el piso para levantarse. Llega de dos zancadas a la ventana e inclina la cabeza para asomarse.. —¿Puedes irte? Tu novia y yo estamos algo ocupados ahora—
—¡Cierra la boca!..— le digo poniéndome a gatas para alcanzar mi blusa, e intento meter mi cabeza y brazos en los espacios correctos lo más rápido que mis nervios me permitían. Seguir excitada no me ayudaba y tube que quitármela de nuevo cuando noté que estaba al revés..
—¿Cuantas veces ha trepado para entrar aquí? Si lo preguntó es por qué parece ya conocer muy bien el camino— gateo por la habitación buscando mi pantalón pero solo me topé con el Adrien, el cual le lanzó antes de contestar.
—¡Eso no importa, no tardara mucho en subir y tu sigues solo en bóxer!— (Que no te distraiga lo abultado que está su contenido) me advierto y sigo tratando de encontrar el resto de mi ropa. Adrien luce tan cómodo, ha recargado su espalda baja en el filo de la ventana, como si quisiera bloquear la entrada, y aún sigue con el maldito pantalón en las manos. Atravieso la habitación asta el clóset, si no lograba ponerme algo, pasaría al plan b, esconderme allí dentro como una vil y cobarde traidora.
—Podrías cerrar la ventana y fingir que no está hay. ¿Enserio dejaras que arruine nuestro juego?..— su pregunta me dio directo en el estómago, y tube que agarrarme a la puerta del clóset para incorporarme.
—¡Si que soy idiota! ¡Debí suponer que para ti lo que pasó sería solo un simple juego!— le digo, confirmando que con el no podía ser de otra manera. Me enfundó el primer shorts que veo y evitó hacer contacto visual con el.
—No quise decir eso..— hace una pausa para vestirse y acercarse. Alzó la mano para detenerlo y justo entonces Nathaniel se coló por la ventana. Por un momento se queda examinando el desastre de cartas que hay por el piso, sus ojos continúan hasta dar con mis piernas y van subiendo hasta mi rostro rojo y mocoso. Rogué que la sensación de tener los labios inchados fuera solo idea mía..
—Luces alterada.. Marinette ¿que ocurrió?— me seco la nariz con el dorso de la mano, temblando de los pies a la cabeza. Intentó atrapar una de las tantas mentiras que volaban fugazmente por mi cabeza y convertirlas en palabras, pero todas me parecían ruines y despreciables. (El te ama y no merece que lo cambies por el señor perfección) Ángela tenía razón, así que opte por decir la verdad, aunque fuera a medias.
—Nada solo estuvimos jugando—
—¿Póker? No sabía que te gustará— dijo no muy convencido. Iba a responderle pero Adrien me cortó antes.
—Tal parece que no sabes muchas cosas sobre ella.. Eso sin duda mata la romántica visita que acabas de hacerle—
—¡No se cual es tu maldito problema pero el que seas su hermano no me impedirá mostrarte cual es tu lugar!—
—Seguramente piensas que por traerle flores y trepar hasta su ventana ya eres su Romeo, pero me satisface decirte que no es así. Julieta ya me demostró que no necesita de eso para abrirme su corazón—
—¿A que demonios te refieres? ¿Marinette que está pasando?— cualquiera que fuera la respuesta que planeaba darle paso aún segundo plano, en cuanto me di cuenta de que eso mismo había echó, al permitir que me besará y me viera más desnuda de lo que Nathaniel lo había echo jamás..
—Pasa que está apunto de botarte..— le responde de nuevo Adrien por mi —..en esta versión de la historia tu eres ese ridículo y pobre diablo que termina sólo— Nathaniel lo encaró, y doy un pasó adelante para interponerme entre ellos. —¡Vamos Marinette dile que tú necesitas alguien que te acelere el pulsó, que te haga sentir completa y no un remedo de poeta que no te mueve ni una sola hormona!—
Ordenó deprisa mis pensamientos, para no terminar soltando la confirmación que Adrien esperaba escuchar y en cambio le pregunté.. —¿Y quien te dijo que no?—
—Yo sé que no es así. Necesitas que te recuerde lo acalorada que estabas..—
—¡Por favor no sigas..—
—¡No Marinette déjalo continuar!, me muero de ganas de saber de una vez por todas ¿que es lo que ocurre?— me interrumpe volviendo hacia mi sus ojos llenos de confusión. El nudo en mi garganta doblo su tamaño, ¿como le diría que en realidad estuvimos intercambiando más que saliva? y peor aún ¿como explicaría que está Julieta si pensaba que el rubio podría ser su verdadero Romeo?..
—¡Eres más idiota de lo que creí!. ¡No sé cuánto tiempo lleves con ella, pero a mí solo me vastaron unas horas para hacerla olvidarte!— de haber podido reaccionar a tiempo lo habría sacado a rastras o por lo menos tapado la boca, pero ya era tarde. Nathaniel se estremeció una vez y después apretó los dientes tanto como sus puños.
—Marinette dime que no es lo que estoy pensando, y que tú no tienes nada que ver con él— escupió las palabras en tono bajo y helado.
Adrien me quito de en medio para desafiarlo con la mirada. Luego con un siseo le dijo —Esta familia esta tan retorcida que no te esxtrañe que dos hermanos se amén más de la cuenta, así que piensa lo que quieras—
—¡Nathaniel está mintiendo. El y yo no somos nada!— empecé a protestar dirigiéndome a los dos, pero no pude continuar. Nathaniel retrocedió, con los ojos bien abiertos y desorbitados por la conmoción.
Mi furia se debilitó y flaqueó en cuanto repare en la mirada asida y amarga que me dedico. —¡No puedo creer que seas capaz de eso!. ¡¿Como puedes llegar tan lejos?— me pregunta el con repugnancia. No podía decirle que lo había malinterpretado porque sería mentirle de nuevo. Además de que no podía responder algo que ni yo misma sabía cómo pasó.
—Su discusión se escucha por toda la casa..— mi madre se queda en la puerta, alternando sus ojos sorprendidos y preocupados en cada uno de nosotros.
—Lo siento señora Dupain, pero no se preocupe que ya estaba por irme— ella se hace aún lado cuando el pelirrojo se dispuso a la salida..
—¡No, espera!— le pido con lágrimas ya corriendo por mis mejillas..
Intento seguirlo pero Adrien me toma del antebrazo para detenerme —Deja que se largue— murmuró el.
Le tomo un minuto completo a mi corazón dividido tomar una decisión.
Corrí por el pasillo y baje de dos en dos los malditos escalones. No podía haberse ido en sesenta segundos que duró mi indecisión, y no lo hizo, logré alcanzarlo en la entrada —¡Nathaniel por favor espera!..— el temblor de mi voz impidió que fuera un verdadero grito, y se quedó solo en un triste intento. Paso saliva para disolver el fuerte nudo que me asfixia e intentarlo otra vez.. —¡Tenemos que hablar!— Nathaniel frena y estuve a punto de chocar contra su espalda, pierdo el equilibrio y me caigo de rodillas. La gravilla se me clavó en las palmas cuando las usé para evitar caer también de cara.
El se vuelve y no movió ni un solo dedo para ayudarme, me dejó allí y me miró con desprecio. —¡Sobre como ustedes olvidan que son familia y de paso me ven la cara de idiota! ¡Olvídalo puedes guardarte los detalles— hago un esfuerzo por reprimir la oleada de dolor que me atenzaba las rodillas y como pude me puse de pie.
—Por favor escúchame..— Nathaniel negó con la cabeza y se marchó. —¡¡NATHANIEL!!— le gritó desecha..
El único lugar al que se me ocurrió ir, fue al columpio de llanta que pende del roble. Aquel lugar ocultó entre el espeso follaje verde siempre había sido mi refugio, así que me apresuró atravesar el jardín y me adentro en el obscuro y frío bosque que rodeaba el lado norte de la granja.
Con cada paso que doy las ramitas secas, rocas y tierra en general me picaban en los pies descalzos, pero no me detengo, Continuo hasta dar con el círculo que encierra al viejo y enorme árbol. La luz de la luna me permite ver lo suficiente para pasar las piernas por en hueco de la llanta y sentarme sobre ella. Recargo la mejilla sobre el gélido caucho y a continuación dejo que el llanto vuelva a desatarse. Mis sollozos fueron tan fuertes que lograron anteponerse al silbido del viento y al deprimente canto de las cigarras... Dentro de mi todo era un caos. Una parte de mí corazón y también la más pequeña sufría con la partida tan abrupta de mi novio, (Si es que aún podía llamarlo así) y la otra que se desangraba y dolía con más intensidad era donde se habían clavado las palabras de Adrien.. (Un juego) solo eso era yo para él.. A mi alrededor reino la calma hasta que oí que me llamaban. Alguien gritaba mi nombre, sonaba sordo y sofocado, acausa del dosal de arbustos que envolvían el claro, pero no había duda de que era mi nombre. No respondí, de echo esperaba que no diera con migo, que el laberinto verde fuera suficiente para ocultarme. Sus pisadas se escucharon más serca y de entre el follaje se filtró una tenue luz. Supe que venía de una linterna, lo cual termine de confirmar cuando Adrien se abrió paso entre el arbusto y entró.
Al principio no dijo nada, sus ojos verdes me examinaron mientras se acercaba. El me apunto al rostro y el has tan brillante me deslumbró..
—Marinette tu madre quiere que vuelvas a la casa— ¡claro ella tenía que haberlo enviado a buscarme!
Parpadeó un par de veces para acostumbrar la mirada y poder verlo mejor. —¡Por una vez déjame tranquila!— le pido y la voz se me quiebra de nuevo.
—¿Tanto te duele que se allá ido?— pregunta resentido, asiendo caso omiso a mi petición.
—¿Quien te crees para llegar y arruinar por completo mi vida?— le cuestionó de igual manera.
—Soy tu hermano ¿lo olvidas?— tras decirlo apagó la linterna y se cruzó de brazos, su expresión era inescrutable.
—Adrien puedes irte y decirle a mi madre que no pienso volver a poner un pie dentro de esa casa mientras tú sigas viviendo allí— le dije al darme cuenta de que ya no podía estar más cerca de él. Todo mi absurdo cuerpo era atraído hacia el, como si fuéramos imanes que están destinados a estar juntos.
—¿Estas segura que quieres pasar noches de frío? Marinette no pienso irme ya te lo dije. Mucho menos ahora que nuestro juego comenzó— rompí a llorar otra vez. ¿Cuanto mas pensaba repetirme que era una distracción más?
—Yo no seré tu juguete. Lo que pasó no volverá a repetirse te lo puedo jurar—
—Sabes que no puedes jurar en vano. Ya me deshice de tu novio, así que ya no tienes excusas para seguir negando que te gustó— yo sacudo la cabeza y suspiro.
—El que comience a sentir algo por ti no significa que dejare a Nathaniel... No puedo hacerlo. Sé que me arrepentiría después..—
—¿Que tiene el que yo no pueda ofrecerte?— inquire dolido y luchó por no dejarme engañar por esa voz que me decía que Adrien podia darme mucho más. Aún así le respondo su pregunta..
—Para empezar el siempre a sido muy lindo y atento con migo. Desde aquel día que nos conocimos supe que era el indicado— sus brazos caen flácidos a sus costados, y su expresión se lleno de auténtica tristeza.
—¿Como fue que lo conociste?—
—¿Para que lo quieres saber?—
—Eso es asunto mío, tu solo limitate a responder— desvíe la mirada al muro de árboles y en medio de un suspiro empiezo a contarle la historia..
—Hace un año obtuve una beca para estudiar diseño en Burdeos. Aquel primer día había llovido mucho y por alguna razón mi autobús se retrasó por lo que tuve que esperarlo en la acera mojada. Siempre he sido muy distraída así que no me di cuenta de que un auto venía a exceso de velocidad, tan serca que me mojaria de los pies a la cabeza. Sin embargo, apareció el pelirrojo a salvar el día, me cubrió con su cuerpo y recibió por mí la ducha de agua fría y lodosa.. Recuerdo la dulzura con que me miró, como si fuera lo más hermoso que haya visto jamás... Después de eso me acompaño al departamento donde vivía, sin importarle que estuviera empapado— hago una pausa para respirar, cada vez que recordaba esto no podía evitar llorar. —Resulto que él también estaba becado así que nos seguimos viendo durante y después de la escuela y al cabo de una semana el me pidió que fuera su novia—
—¿Te enamoraste de el solo porque evitó que te mojaran?— su sonrisa fue fugas, pero cuando le dijera lo ridícula que era la respuesta con seguridad terminaría con dolor de estómago por tanto reírse de mí. Aún así decidí arriesgarme a ser sincera.
—En parte si.. te sonará tonto pero Nathaniel hizo exactamente lo que siempre soñé que haría el amor de mi vida cuando lo encontrara—
—No sé si yo habría echo eso...—
—¡Justo ese es el problema con tigo, que no eres ni la mitad de lo que yo espero. Solo me engañó a mi misma pensando que tú puedes ser ese chico que tanto sueño!— al decirlo mi corazón termino por romperse.
—Pon los pies sobre la tierra Marinette. No puedes estar con alguien solo por qué te recuerde al de tus fantasias. ¡Despierta y deja de soñar con alguien que no existe!—
—Lo haría si pudiera..— sería difícil mientras el siguiera apareciendo noche tras noche como un fantasma en mis sueños...
Adrien se inclinó y me tomo del mentón. —Puedo ayudarte. Puedo demostrarte que puedo ser mucho mejor que el— temblé apesar de que no tenía frío. —Déjame probarte que este Romeo tambien tiene su lado romántico— estudie sus ojos. Cuando se trataba de él, la indecisión se encontraba a la orden del día y se había convertido en mi peor enemigo, el cual por desgracia siempre terminaba venciendo.
—Me gustaría poder creerte, pero sé que mañana volverás a ser el mismo arrogante que no me soporta—
—El que seas tan cerrada y pesimista es justo lo que más me molesta de ti— confiesa —¡Detesto que me subestimes!—
—¡No lo haría si tú no fueras tan odioso y engreído...— me silencio de la mejor manera que podía haber. Pegando sus labios a los míos. Mi corazón se recompuso, y latió fuertemente contra mi pecho. Cerré por instinto mis ojos y sentí como Adrien se las arreglaba para pegar mi espalda contra el helado y rugoso tronco, sin bajarme de la llanta. —Si no puedo convencerte de darme una oportunidad con palabras, lo hare con mis besos— murmura atrapando entre sus dientes mi labio inferior. (No lo necesitas..) quise decirle (Ya has derrocado cada una de mis dudas)
—Adrien no quiero sufrir y algo me dice que si sedo no habrá vuelta atrás— me ignora y aprovecha para introducir de manera sensual su húmeda lengua, acariciando cada parte de mi boca.. Me allaba tan éxtasiada que apenas sí logré sentir una pizca de dolor cuando la mezclilla de su pantalón rozó la carne viva de mis rodillas, se pegó más y un debil quejido logro escaparse. Adrien se aleja y dirije la mirada a la zona dañada.
—Me caí— le explicó aunque no lo allá preguntado, y me apresuro a desviar a proposito el tema —Como ya podrás darte cuenta soy bastante torpe.. Nunca me di cuenta de que en realidad había estado con Paris y no con el verdadero y único Romeo— esperaba que por lo menos hubiera escuchado hablar sobre el famoso triángulo amoroso, o de lo contrario echaría en saco roto mi comentario. El rubio me deslumbra con una nueva sonrisa torcida, la cual estoy segura que a partir de ahora será mi favorita.
—Desearía haber prestado más tención a las aburridas clases de literatura, y poder impresionarte con algunos versos, pero supongo que es mejor improvisar..— Adrien vuelve a dejar el columpio en su lugar y con gesto teatral se arrodilla frente a mí. Comprendí al vuelo que pretendía simular la romántica escena del balcón, aquella donde Romeo le declara y le juraba su amor. —Tu belleza my lady me ha cautivado en cuerpo y alma. Nada que sea considerado hermoso puede compararse con tigo, ni siquiera el brillo de la misma luna que flota sobre nosotros puede competir con el de tus ojos— me puse una mano en el corazón, palpitaba enloquecido contra la palma. Ahora tenía una idea de cómo se sentía Julieta al oír a su amado. Poco me importo que Adrien no estuviera diciendo las mismas frases que Shakespeare inmortalizó, su voz aterciopelada dejo en ridículo a la del actor que tantas veces me emociono asta las lágrimas al escucharlo en la película. —¡Te quiero con migo apesar de que lo nuestro sea prohibido y tengamos que ocultarlo del mundo entero!..— ¿A que se refería con eso? ¿Porque habría de ser prohibido? Adrien prosiguió sin darme tiempo a formularle en voz alta mis preguntas. —¡Oh bebé te he soñado cada noche!.. ¡Nena me vuelvo loco y no se como hacer para que tus lindos ojos azules terminen de ser míos para siempre!—
—Eso último me recuerda al borrador de la canción— señaló, esta era mi oportunidad de saber si eran ciertas las suposiciónes de Ángela.
—No era una canción. Marinette era una carta de amor, la escribí minutos antes de darte la libreta— jala el neumático hacia él, de modo que nuestros rostros quedan a la misma altura. —Y te puedo asegurar que nunca en mi vida he sido más sinceró—

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