¡Querido Hermanito!

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La noche era fría y el tiempo seguía corriendo.
No tenía ni la menor idea de cuanto llevaba caminado por la solitaria y tétrica carretera. Lo único que tenía claro era que mis esperanzas vanas de que Adrien apareciera ya se habían roto kilómetros atrás.
Me abrazo con fuerza, el viento gélido me cortaba las mejillas y me provocaba un ardor incómodo en los rasguños del rostro. Podía hacerme una idea de como debía lucir ahora, con el cabello enmarañado, la sudadera mojada y apestosa a cerveza y mi autoestima por los suelos.
Revise por centésima vez el caminó. ¿Ha nadie se le ocurrió salir hoy? Me pregunte con desesperación, que no tardo nada en transformarse en miedo. En realidad estaba apunto de entrar en pánico, lo cuál me obligaba a echar cada cinco segundos miradas furtivas sobre mi hombro para asegurarme de que nadie me estuviera siguiendo o peor aun que salieran de entre el laberinto de troncos para atacarme... (¡Vamos Marinette eso es ridículo!) me dije a mi misma para bajar la paranoia que me invadía.. A lo lejos pude escuchar el sonido de los neumáticos acercándose, me detengo y me vuelvo para observar la sombra de los faros sobre el asfaltó. La luz se hace mas intensa y el auto mas visible, estiro el brazo y levanto el dedo pulgar para llamar su atención. Temo que no se detenga y al mismo tiempo no lo culparía si no la hacía, después de todo ¿quien subiría ha alguien que lucía tan mal como yo? Por fortuna frena y el sonido de los cristales automáticos rompe el silencio. No vaciló y me acercó a la puerta..
—Hola. ¿Lamento molestarla pero será posible que pueda llevarme a Riquewhir?— la mujer canosa parece estarlo pensando. No me despega la vista del rostro, seguramente reparo en las marcas rojas que las uñas de Chloe me dejaron. —La granja donde vivo queda a las afueras así que no tendrá que entrar al pueblo. Bastara con que me deje en el camino de entrada— continuo con la intención de terminar por convencerla. El alma me volvió al cuerpo cuando con la cabeza me indico que subiera. Así lo hize, y me apresure acomodarme en el asiento del copiloto.
—¿Que hace una jovencita como tú, a esta hora en plena carretera?— pregunta poniendo de nuevo el auto en movimiento.
—Tuve una pelea con mi estúpido novio— respondí reacia a hablar del tema. Lo único que deseaba ahora era llegar a casa darme un relajante baño y dormir largo y tendido.
—¡Santo dios! ¡No me digas que fue capaz de golpearte de esa manera y después abandonarte en pleno camino!— exclamó pisando con brusquedad el frenó. Mi cuerpo salio proyectado hacia delante y de no ser porque use las manos para detenerme, me habría goleado la frente con el tablero.
—No— le dije agitada por el susto —Aunque la pelea que tuve de cierta forma si fue su culpa—
—¿Tuviste una riña por el y aun así tuvo el valor de dejarte sola?— estaba claro que no lo entendía, ni yo tampoco. Suspire y me di cuenta de que al final todo volvía hacer lo mismo, yo siempre terminaría sin nada y con el corazón rotó.
—Si. Eso mismo hizo..— murmuré mirando fijamente mis nudillos manchados de sangré. Adrien no lo valía y sentí mucha pena por las dos estúpidas que se tiraron a matar por el..
—En mi opinión deberías considerar la posibilidad de que se chico no te conviene— ella puso en marcha por segunda vez el auto y ruego porque no sea su costumbre ir frenando de la nada a cada dos por tres. —Te aseguro que hay muchas otras opciones— continuó con voz maternal y llena de ternura.
Disuelvo como puedo el nudo en mi garganta para poder responderle.. —Tiene razón. Mantendré los ojos bien abiertos— después de eso la mujer no volvió a abrir la boca. Se limita a conducir con precaución por las curvas cerradas.
Yo por mi parte cerré los ojos e intente organizar mi mente. A partir de ahora le daría a Adrien el lugar que se merecía, el de un demente que no sabe que rayos es lo quiere. Tal vez así me seria mas fácil entender que lo nuestro no tenía futuro..

Cuando por fin llegamos a los límites de Riquewhir, el reloj del auto estéreo marcaba la una de la madrugada. Estire con pereza mi cuello para quitar la rigidez y la molesta sensación de hormigueo. Me paso la mano para masajear la zona y me doy cuenta de que el adormecimiento no tenía nada que ver con permanecer tantas horas en una sola posición, si no con mis problemas de salud. Mi cuerpo me pedía el hierro que por si mismo no era capas de producir ni retener.
Ella freno en la orilla y me miró. —Bueno linda, ya hemos llegado— asiento y abro la puerta.
—Muchas gracias por traerme—
—No fue nada. Me alegro de que vuelvas sana y salva a tu casa— le sonrió y termino por salir al helado exterior. —Solo recuerda lo que hablamos— asiento de nuevo y retrocedo. Se despide con la mano y da marcha atrás, para incorporarse de nuevo a la calzada principal.
No espero que el auto termine de alejarse y camino por la vereda obscura. Me distraigo recordando cuando era niña y de la mano de mi madre iba dando saltitos hasta el autobús escolar, o cuando tuve la suficiente edad para recorrer sola los metros y esperar a que Ángela y su madre pasaran por mi para llevarme a la secundaria...
El sonido que hacen mis pisadas contra la grava me es tan familiar que prácticamente ya me siento en casa.
Tras mirar la fachada descubro que la única luz encendida es la de mi habitación, todo lo demás esta obscuro y en completa calma. Una vez llego a la entrada busco la llave de emergencia que escondemos detrás de la lámpara izquierda, que hay empotrada en el muro. Tengo que pararme de puntillas para alcanzarla, y el simple gesto se llevo una gran parte de la energía que me quedaba. Me recargue en la puerta y respire con dificultad.. (No puedes desmayarte ahora) me dije reteniendo el oxígeno. Con la mano temblorosa introduje al primer intento la lleve en la cerradura y la gire, me costo no irme de bruces cuando se abrió y la cerré con un puntapié. Me precipite a la cocina donde encendí a tientas el interruptor. Rebusque en el cajón hasta que recordé que el maldito frasco se había quedado esta vez sobre mi buró. Donde esta tarde lo deje. Maldecí un par de veces y arrastre los pies escaleras arriba.
Me quedo parada en el quicio de la puerta, quien estaba dentro no era Ángela.
—¿Nathaniel?— pregunte sorprendida y sin pensarlo dos veces me le acerco y me abrazo de su cintura. —Lo lamento mucho..— le digo al borde de las lágrimas.
—Marinette..—
—¡Ayúdame a salir de esto!— lo interrumpo —¡Recuerdame que tu y yo somos el uno para el otro!— se me echaba de ver lo desesperada que estaba por recomponer mi vida. Lo mucho que necesitaba de su compañía ahora que no sabia en quien mas apoyarme. Nathaniel recargo la mejilla en mi cabello y suspiro.
—Lo haría pero..— su vos se desvaneció. Lo conocía tan bien que pude estar segura de que aun seguía molestó con migo.
—¿Pero?— lo presione. El no continuo se quedo callado apretando mas su abrazo —¡Nathaniel no puedes dejarme! ¡No ahora!— exclamo mirándolo a los ojos.. Mis sentimientos confusos y dolidos no eran una excusa válida para lo que hice a continuación, pero sin lugar a dudas lo provocaron. Tire de su cuello para besarlo enserio, con toda la pasión que fui capas de reunir. El se quedó rígido, seguramente pasmado por mi arrebató. Introduje mi lengua para incitarlo a corresponder y me demostrara a mi misma que no solo Adrien podía despertar mis bajos instintos. Nathaniel me recorrió la espalda y movió sus labios para besarme como antes, con la dulzura que lo caracterizaba.. (El es mi novio... Con el hacer esto es lo correcto) Pero desafortunadamente no lo creí. ¿Desde cuando los papeles se habían invertido al grado de sentir que traicionaba a Adrien? ¡No eramos nada! Y aun así mi cuerpo deseaba que fuera el y no Nathaniel.
Por detrás de mi un ruido extraño se escuchó. —¿Hay alguien en el closet?— farfulló alejándome de él.
—No..— murmuró.
—¿Estas seguro? Por que claramente escu..— me corta besándome con ansiedad. Por encima de mis latidos desbocados lo volví a escuchar. Ahora podía asegurar que había alguien allí dentro. —Nat..— forcejeo con sus labios y con su agarre, lo empuje por el hombro y fue lo último que puede hacer. Mi cuerpo se volvió de hule y deje de tener el control. La cabeza me dio vueltas todo gracias a la falta de hierro, y sin poder evitarlo me desvanecí en sus brazos. No me quedo de otra que dejar que mis parpadeos sucumbieran hasta cerrarse..
—Marinette.. — lo oí pronunciar. No lograba sentir físicamente absolutamente nada, sin embargo, una parte de mi cerebro seguía despierto, captando cada ruido a mi alrededor.
—Déjala seguramente se desmayó— esa voz aguda y despreocupada era de Ángela.
—Y lo dices tan tranquila— le reprocho el con severidad. —¡Esto puede ser grave!— eclamo asustado.
—No lo creó, ella siempre ha sufrido de este tipo de cosas. Recuerdo que solía ser un verdadero fastidió— escuchar aquello me callo como una cubetada de agua fría. Nunca me imagine que todas la veces que ella me ayudó a llegar a la enfermería de la escuela o cuando me sentía mal jugando en el jardín y ella corría para avisarle a mi madre, fueran una molestia para ella..
—¿Como puedes hablar así? ¿Se te olvida que es tu mejor amiga?—
—No finjas que no te sientes aliviado de que esto pasará. ¿Dime, si ella me descubría dentro de su closet medio desnuda estabas dispuesto a admitir que estábamos juntos?-— mi mente se convirtió en un caos. El desmayo no me permitió sentir, pero mi cabeza estaba al cien sufriendo a todo lo que daba. ¡No podía ser que Adrien tuviera la razón y ellos dos me estuvieran viendo la cara de estúpida!
—Si.. Y también le pediría perdon por ello— dijo Nathaniel.
—¡Reacciona Nathaniel! Marinette no va ha entenderlo. Ella no te quiere lo suficiente como para hacerlo— grito ella con desdén —En cambio yo sí te amó y estoy dispuesta a soportar todas las veces que murmurés su nombre por error mientras hacemos el amor— le dijo ella con voz baja y sensual. ¿Acaso no le importaba ser el plato de segunda mesa? La respuesta me pego en el orgullo. No le importaba, al igual que a mi ser el de Adrien..
—Eso no volverá ha suceder porque nosotros no tendremos intimidad de nuevo—
—¡Sabes que eso es mentira!— le respondió Ángela con exasperación. —Podrás amarla mucho, pero con migo te sientes vivió..— lo siguiente que escuche fue el sonido inconfundible de los besos, de las caricias y las respiraciones entrecortadas. 
—Esto esta muy mal..— dijo Nathaniel en un susurro. —Ángela detente..— le pidió sin mucha convicción.
—Descuida, ella se despertara en unas horas sin saber que pasó. Mientras tanto aprovechemos para probarte una vez mas que yo tengo razón— mas besos apasionados se alzaron sobre la quietud de la noche. Luche contra la inconsciencia, buscando un lugar por donde regresar. Nunca me había sentido mas impotente atrapada en mi propia mente.
—¿No pretenderás que lo hagamos aquí mismo?— inquirió el pelirrojo divertido.
—No— le respondió ella riendo entre dientes. —Esta la habitación de su madre..— me sentí enferma y de haber podido vomitar lo habría echó. Me repugnó que estubieran dispuestos a engañarme bajo mi propio techo y peor aun en la cama de mi madre. Sus pasos se escucharon mas lejanos hasta que todo quedo de nuevo en silencio. Deje de pensar, y le permití a mi cerebro que se apagara por completo. Dormida seguro olvidaría todo..

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