"SEÑOR EGOCÉNTRICO"

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En la actualidad.

Era inicio del verano y el clima afuera era estupendo, tanto que me impacientaba mirar por la ventana mientras lavaba la vajilla.
—¿Y ya tienes planes para el verano?— me interroga mi madre secando el plato que acabo de darle.
—No. Pero espero que Nathaniel si los tenga— ella soltó un teatral suspiró y sonrió —¿A que vino eso?— le preguntó cerrando el grifo.
—¿Marinette te e dicho antes que la pareja que forman ustedes dos, me recuerda mucho a mi historia de amor?— su rostro melancólico, retorno al pasado, a una época donde seguramente conoció a mi padre, el cual desgraciadamente perdí cuando apenas tenía dos años. —Eramos un par de románticos que jugamos con el destino sin importarnos que consecuencias podría traernos— continuó con la mirada perdida en los árboles que rodeaban y daban sombra a la casa.
—No creó que haya sido nada malo.. ¿O si?— le digo recargando la cadera sobre la encimera.
—Desde luego que no. Gracias a eso te tengo a ti... Pero no fue fácil..— los pormenores de la historia no los conocía, ella siempre fue muy discreta en cuanto a su pasado se refería.
Lo mantiene con llave y solo me ha dejado saber que mi padre era empleado y mejor amigo de mi tío Gabriel, por esa razón el se hizo cargo de nosotras, emocional​ y económicamente. Nos permite vivir en la granja de sus padres y nos visita un día a la semana, ya que sus ocupaciones y su propia familia no le permiten hacerlo con mas frecuencia. Sin embargo, siempre ha estado cuando lo necesite, asistió a cada presentación y graduación de la escuela, o cuando me rompí el brazo izquierdo por trepar un árbol y me sostuvo la mano mientras lo enyesaron. Sin mencionar todas las noches que tuvo que conducir hasta aquí por culpa de mis frecuentes gripes. En resumen se podría decir que se ha comportado como un verdadero padre para mí.
Unos fuertes e insistentes toquidos en la puerta me sacaron de mis cavilaciones...
—¿Esperas a alguien?— me pregunta.
—No, a menos de que Nathaniel decidiera llegar seis horas antes..— le respondí de camino a la puerta. ¿Quien rayos puede tener tanta urgencia? Me pregunto cuando volvieron a aporrear la madera. Gire la perilla y la abrí de un tirón.
—¿Acaso son sordos en esta casa?— ignore su estúpida y sarcástica pregunta y me límite a observarlo. Ciertamente no lo reconocí, su cabello rubio bien peinado y su vestimenta de niño rico, no eran muy común verlos en esta parte de Francia, y me atreví a suponer que venia de París o Lyon.. Pero si ese era el caso, ¿que demonios hacía en mi puerta? —¿No me invitarás a pasar?— arqué la ceja, esto tenía que ser una broma.
—¿Por que lo haría?— le respondí incrédula. El alargo el brazo para recargarse en el marco de la puerta. —Ciertamente no se quien eres Y que haces aquí— el chico no abandono la sonrisa engreída y miro por encima de su hombro, en dirección del chofer que lo esperaba con maletas en mano. —¿Y bien me dirás que quieres?— continuó confundida. El no me responde y me aparta con brusquedad para entrar seguido del hombre con uniforme.. —¡¿Pero que demonios te ocurre?! No puedes entrar..—
—¿Adrien?— me interrumpe mi madre saliendo de la cocina. Intercalo la mirada entre las tres personas, ahora si que no entendía absolutamente nada... —¿Que estas haciendo aquí?—
—Pensé que esta casa era de mis abuelos y por lo tanto podía venir y pasar aquí mis vacaciones de verano— eso explicaba las dos maletas que acaba de dejar su chofer junto a la escalera y también su forma tan grosera de entrar.
—Tu padre no me aviso de tu llegada..—
—El no lo sabe, supongo que han escuchado que es mejor pedir perdon que permiso..— 
—Y tu debes saber que no puedes presentarte en la casa de los demás así como si nada— contradigo soltando un resoplido. Sus ojos verdes me observan con detenimiento, ahora recuerdo que es el hijo mayor  de mi tío Gabriel.
—Así que tu eres la famosa Marinette Dupain Cheng...— me dice —Mi padre tiene una gran colección de fotos tuyas en su despachó..— percibo desdén en su voz, pero siendo honesta no se porqué. —Parece que no se ha perdido nada importante en tu vida—
—Será mejor que dejemos el tema— intervino mi madre —Marinette muestrale a Adrien la habitación que ocupará—
—¡Un momento!, ¡El no puede quedarse!— replicó alzando la voz.
—¿Porqué no? ¿Acaso tu no quieres que nos conozcamos mejor?— pase por alto su mirada descarada y su pregunta de doble sentido. Puse los brazos en jarra dejándole claro que no me interesaba, ya conocía bien a los de su tipo. Un completo patán idiota.
—Marinette haz lo que te digo, y después muestrale el resto de la casa— suspiré cuando su rostro me confirmó que no me quedaba mas remedio que hacerlo.
—Sigueme..— le digo malhumorada.
Una vez alcanzamos el segundo piso abrí la tercera puerta, la cual había preparado para invitar a Nathaniel a pasar el fin de semana, pero gracias al señor inoportuno tenía que olvidarme de la idea.
—Esta habitación tiene el tamaño de mi bañó— se burlo Adrien, dejándose caer sobre el colchón.
—Bueno si no te agrada puedes irte— le ofrecí, cruzando los brazos.
—No es para tanto. No cambiare mis planes y menos ahora que te veo en persona..— se alzo sobre sus codos y me recorrió con la mirada —..luces mejor de lo que me imaginaba— me guiñó un ojo, usando esos trucos de coquetería barata.
—¿Puedes dejar esa actitud?, te advierto que con migo no funciona—
—¿Estas segura? Ninguna chica se me ha resistido— me dice incorporándose con lentitud, con exagerada lentitud..
—¿A sí? Pues debo ser la excepción— exhibe una sonrisa torcida que a primera vista si lograba impresionar, sin embargo, tenía que arruinarlo. Se levanta la camiseta quitándosela por completó..
—¿Que haces?..— le pregunto, cuando ya esta retirando su cinturón.
—Me desnudo.. Pienso darme una ducha ¿Que acaso tu no lo haces?— responde con toda la naturalidad del mundo... Mi mandíbula amenazo con desencajarse, pero logre evitarlo a tiempo.
—Si.. ¡Digo No!. ¡Me... Me refiero a que no lo hago enfrente de la gente!— tartamudear no es mi costumbre pero al verlo solo en bóxer, pues.. Digamos que mi mente se bloqueo.
—Por cierto traerán algunas cosas mas, así que dile a tu madre que las reciba— me pidió de camino al bañó.
—¿Disculpa?— le digo mirando su espalda, evitando distraerme con su físico de revista y así poder retomar la compostura.
Adrien se volvio.. —Vamos bonita, es solo un favor, a cambio prometo hablarle muy bien a mi padre de ti— me quede perpleja ante su comentario, ¿Porque me importaría que lo hiciera? —¿No es eso lo que te interesa?— prosigue endureciendo la sonrisa.
—¿De que estas hablando?— le preguntó frunciendo el entrecejo.
—Ya sabes, sumar puntos con el..—
—No necesitó que mi tío Gabriel me quiera mas..—
—¡El ni siquiera es tu tío!— me corta, alzando dos octavas el volumen de su voz.
—¡Lo se! Pero no te daré explicaciones. Solo mantente lejos de mi y todo estará bien— le respondo y posteriormente salgo enojada de la habitación.
—No te prometo nada..— grita una vez que he cerrado la puerta. Suelto un bufido, no tenía por que recordarme que Gabriel Agreste no era nada mío.. Aunque ahora que lo pienso, a eso se refería con quedar bien y ganar puntos, seguro piensa que nos estamos aprovechando de él. (¡Maldito!) pienso. Sin embargo, el no haría que cambiara mi forma de llamarlo, desde niña mi madre y el mismo Gabriel me enseñaron a referirme a el de esa forma. ¿Por que? No tenía la menor idea.
Bajo los escalones pisando fuerte, con la esperanza de que mi madre entre en razón y haga algo para sacar de aquí al rubio irritante.
—¿Enserio no puedes llamar a su padre y pedirle que se lo lleve con él?— ella negó dandole un trago a su humeante tasa de café —¿No te incómoda que viva con nosotras?— lo vuelvo a intentar, atacando por otro lado..
—Ciertamente su llegada me desconcierta, jamás imaginé que Adrien se presentaría aquí— no pregunte por que, siendo hijo del dueño de la casa era de esperar que en algún momento se le ocurriera venir a fastidiar. —Aun así no podemos echarlo— concluyó al cabo de un buen rato de meditarlo. 
—¿Mamá Por que nunca me hablaron de él?— sin darme cuenta formule la pregunta en voz alta, así que decidí ventilar la duda completa de una vez —Pareciera que no querían que nos conociéramos—  me sonríe como lo hace siempre que esta nerviosa y puedo jurar que a continuación​ se saldrá por la tangente..
—Por nada en especial, simplemente nunca se dio la oportunidad— ¡Bingo! Y para rematar cambiara de tema —¿A que hora dijiste que vendría Nathaniel?—
—Ah las seis— le digo entre dientes. No me agradaban los secretos y mucho menos si se relacionaban con el recién llegado. 
—Bien todavía tengo tiempo de hornear las galletas que tanto le gustan— tras decirlo se dispuso a cocinar, dando por cerrada la charla.
Me marcho a la sala, pero justo cuando estoy a punto de sentarme tocan de nuevo a la puerta. —¿Marinette puedes abrir?—
—Si..— le grito de vuelta. Con exasperación giro la perilla, para encontrarme con un grupo de hombres. Por el bordado de sus feos overoles azules pude saber de que tienda venían y que productos iban a entregar.
—¿Adrien Agreste?— habla uno de ellos, con expresión aburrida.
—Obviamente no soy yo, pero si el vive aquí— (Por desgracia) murmuró para mis adentros. El da la orden y comienzan a descargar del camión un gimnasio completó... ¿En donde cree que meteremos todo eso? El único lugar que se me ocurrió decir cuando el hombre me formulo la misma pregunta, fue en el cobertizo que Gabriel (Odie que gracias a Adrien ya ni siquiera en mi mente pudiera llamarlo tío) mando remodelar para convertirlo en un estudió, donde pudiera diseñar cómodamente y sin ser interrumpida. Los empleados no vacilan y con rapidez empiezan a mover los pesados aparatos.
Debí suponer que el cuerpo moldeado y bien trabajado de Adrien no era por pasar el tiempo sentado sin hacer nada.
Una vez que terminaron tube que firmar la entrega y esperar a que todos se fueran. Me molesto ver que la presencia de Adrien ya ha inundado mi lugar privado. Le basto una hora para alterar por completo una parte de la granja, y me daba miedo imaginar que pasaría cuando llevara una semana aquí..
Dentro de la casa, el olor a galletas de chocolate recién horneadas me despertó el apetito. Me senté en un banco y devore una sin importar que aún estuvieran calientes.
—¿Te importaría ponerte camiseta?—  digo, tras ver entrar a Adrien con el torso desnudó.
—Hace un rato en la habitación no parecía que te incomodará..— hizo una pausa a propósito solo para molestarme aún mas —Pero ya que lo mencionas si, hace calor y es mas cómodo así—
—El que estés cómodo o no, me importa un comino. Tendré visita y no me gustaria que te viera semi desnudo— le aclaré. El se río por lo bajo, recargando los codos sobre la encimera de granito.
—¿De casualidad será una chica?— quiso saber —¿O es un nerd que viene a repasar con tigo los temas del año pasado?—
—Quien te dijo que esa actitud te sentaba bien, te mintió. Lejos de ser irresistible, solo logras ser muy molestó— su sonrisa se ensanchó, dejando claro que tampoco le importaba mi opinión. De echo me pareció que era parte de su juego, cuyo único objetivo era llevar al límite mi paciencia.
—En cambio tu eres una chica única, y lo digo en el buen sentido de la palabra. Tienes algo que me parece muy familiar..— se frotó la barbilla fingiendo estar buscando en su memoria, cuando en realidad solo quería seguir riéndose a mis expensas.
—Lamento bajarte de tu nube, pero es imposible que yo guarde alguna relación con tigo. Nunca antes nos habíamos visto y preferiría que las cosas hubieran seguido igual— el no cambio la expresión y se mantuvo con la vista fija en mis ojos. Me dio la impresión de que intentaba desnudar mi alma con la mirada, para llegar mas lejos de lo que mis pupilas le permitían ver...
—Tienes razón, es idiota pensar que tu y yo podemos tener algo en común— por alguna loca y desconocida razón me dolieron sus palabras. Pero me dije que era culpa de su arrogancia. El solo podía estar con chicas que fueran de su clase social, aquellas que vivían obsesionadas con el espejo. Adrien alargo la mano y estuvo a punto de tocarme, pero me eche para atrás y el la dejo caer.
—Yo.. Tengo que alistarme, mi visita no tarda en llegar.. — le digo al la vez que me paro de un salto y atravieso el umbral de la puerta.
En mi habitación, pongo el seguro, algo que me parece ridículo, pero aun así no lo quito y me dispuse a cambiar mi ropa, por algo mucho mas apropiado para una cita. Aun tenía guardado en el armario, el vestido que Gabriel me regaló, pero lo deje en su lugar y tome una blusa negra sin mangas y una falda de mezclilla color azúl. Me acomode el cabello y me aplique rimen y brillo labial.
Diez minutos después yo misma abrí por tercera vez la puerta principal.
—Nath..— no me dejo continuar, me besó sin previó avisó. Me obligo ha retroceder hasta que mi espalda baja topo con la mesa aun lado de la puerta. A pesar de que siempre me gusto que lo hiciera en esta ocación tube la impresión de que estaba mal. (Vamos Marinette.. ¿Que habría de malo en que tu novio te bese?) le paso los brazos por los hombros y me cuelgo de su cuello, para acercarlo mas.. Pero no pude apartar de mi cabeza el molesto sentimiento, así que me alejó y me limpio el brilló regado, el también lo hace, se pasa un par de veces el pulgar para retirarlo de sus labios.
—Lamento eso, pero llevo días sin verte y no pude resistirme— se disculpa él, mirando a ambos lados para asegurarse de que mi madre no nos hubiera visto.
—Ella no esta. Salio a dar su paseó—  como hacia cada tarde, una costumbre que teníamos en común.
Nathaniel asintió aliviado y me llevo con el a la sala, donde Adrien se encontraba recostado a sus anchas sobre el sofá.
—Con la demostración de amor que dieron en el recibidor, no creó que necesites traerle flores— dice el señalando con la mano el ramo que hasta ahora noto que me trajo. Por otro lado me arden las mejillas, sentía una confusa mezcla de rabia y pena. Mi atolondrada madre no vio nada, pero Adrien sí..
—¿Quien es el?— pregunta Nathaniel, con seriedad. Seguro reparó en la ausencia de su camiseta.
—Un completo tonto— respondo para aligerar el tensó ambiente. Algo que por supuesto no sirvió de nada, mi novio fulminó con la mirada el relajado rubio, que se ponía de pie.  
—Soy Adrien, hermanó de tu hermosa novia— se presento, ofreciéndole su mano..
—¿Que estas...— murmuró, aun que debo reconocer que basto para que Nathaniel relajara la postura.
El estrecho su mano.. —Marinette nunca me dijo que tuviera un hermanó—
—¡Por que no lo es!— rectifique con frialdad. 
—No lo sigas negando y permite que te de un abrazo— Adrien me envuelve con sus fuertes brazos... Me quedo rígida, no se como reaccionar.. —Sigueme la corriente ¿quieres?— me susurra, sin llegar a tocarme el oído. Se aleja y sonríe como si nada. Me restrigó con discreción las manos en la falda, antes de aceptar las rosas blancas.
—Iré a poner las flores en agua— después de decirlo me fui a la cocina, deje el ramo en la barra, para tener las manos libres y buscar un jarrón. Me concentre en abrir las gavetas que estaban a mi alcance, pero recordé que mi madre los había guardado en las repisas superiores, cuando comencé a caminar y rompí  varios por diversión. Arrime un banco y me monte de rodillas sobre él, ya que solamente me hacían falta unos quince centímetros más para alcanzarlo.
La sangre se me agolpó en los oídos, al sentir dos manos sobre mi cintura. Con el rabillo del ojo descubrí que se trataba de Adrien. Me apresure a tomar el jarrón y bajarme, me ponía demasiado incómoda su cercania y ni hablar de su tacto.
—¿Por que mientes?— le pregunte, abriendo el grifo.
—De nada. Acabo de salvarte de una escena de celos. Imagina si el sabe que su chica vivirá bajo el mismo techo que un ardiente y apuesto modeló.. Sin duda habría destruido tus hermosas flores— responde cínicamente. No aparto la mirada del chorro de agua que llena el interior del recipiente de cristal, solo así soy capas de reprimir las ganas de echarme a reír. 
—Ahora entiendo para que necesitas todos esos aparatos de ejerció. Señor egocéntrico— cierra por mi la llave y saca de la tarja el jarrón.
—No negarás que soy mejor que tu escuálido novio— dijo, introduciendo el tallo de las rosas en el agua.
Me incline para oler el perfume que destilaban, pensando en la respuesta que debía darle. Ciertamente no quería pensar mucho, sabia que entre ellos no había punto de comparación.
Así que le suelto la primer oración que pude formular —No te agradara la respuesta, por lo mismo te dejare seguir soñando—

Este es el primer capítulo. Como ven, las vidas de ambos cambiaron drásticamente, pero al mismo tiempo seguirá teniendo conección con la antigua temporada.. Comenten que tal les parece el inicio y si quieren que continúe..

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