6. Sexy.

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RUGGERO

Me pregunto de quién, Karol, pudo haber heredado esa terquedad que tiene, no sé si mi madre o quizá Miguel sea así de terco como lo es mi hermana, la verdad ahora no importa pero se me quedó la espina, es que estoy impresionado con su terquedad. De niña era caprichosa pero esto ya ha ido en aumento, ejemplo de ellos es que hoy se ha empeñado en hacerme sufrir negándose a venir conmigo.

-Sube al auto por favor -pedí una vez más, ella se inmutó a moverse, me ignoró-. ¡Bien! Si así lo quieres es yo problema -la tome de las piernas y espaldas, está vez la cargaría en brazos para poder ingresarla al auto, con un poco de esfuerzo logre abrochar el cinturón de seguridad de su asiento.

Está niña no deja de moverse es tan terca, no se rinde, me fastidia todo el tiempo más su voz que en este momento me parece tonta y causa hostigamiento porque no deja de nombrar al pelos de paja ese.

Al menos a mitad de camino se calló, me alivie por unos momentos pero a lo largo el silencio me frustró, hubiera preferido que siguiese hablando, ahora no se que es lo piensa. Volteo mi rostro para verla y ella cruza sus brazos a la vez que gira su rostro por la ventana para evitarme, mi mirada baja rendida al ser rechazado por los ojos de ella, pero entonces se encuentran con sus pechos. La posición en la que está hace que su busto se eleve y ¡joder! ¡qué buenos pechos!

¡Ruggero, demonios!, ¿que miras? Su rostro está arriba, recuerda que es tu hermana, no cualquier chica que te puedes tirar.

Si, es cierto, es mi hermana, lo sé muy bien. No sé que me está pasando últimamente que me cuesta tanto ver a Karol como la niñita que es o era, antes ni siquiera la hubiese visto los pechos... ni las piernas.

Carajo. Me estoy jodiendo.

Llegamos por fin a casa, abro la ventana porque me estaba faltando aire aquí adentro. No me bajo del auto porque quiero hablar con ella antes, miro de reojo a Karol, y ella hace su rostro a un lado manteníendo aún su postura anterior y aunque quise no mirar, caí en la tentación. Jamás ví esa blusa tan escotada, de ahora en adelante no la dejaré ponérselo, no, ya me imagine al imbécil de Lionel o cualquier otro viendo dónde no debe. ¡Ah malnacidos! Tengo que calmarme antes de estallar contra el volante, apague el motor y estacione el auto sin entrar a la cochera, solo frente a la casa.

-Ya bájate -creí poder hablar con ella pero está molesta y no quiero seguir viéndola porque me enciende poco a poco, además yo también estoy molesto porque ha usado esa ropita cuando ha salido anteriormente con Lionel. Ruggero solo es una blusa.

-¿Por qué te molesta tanto que este con Lionel? -y encima lo pregunta, es la cereza del pastel.

-Porque eres mi hermana, te quiero. Se cómo son los hombres, no quiero que él se burle de ti.

-Si claro, se cómo son los hombres no quiero que se burlen de ti -me imita de mala gana-. Tú también eres hombre, ¿te burlarías de mí, acaso?

-Por supuesto que no -respondo y ella gira los ojos hacia un lado-. ¿Qué, no me crees?

-No, porque los hombres mienten para acercarse a una y conseguir lo que quieren.

-¿Qué?

-No me lo dijiste una vez -recalca y caigo en cuenta que está usando los consejos que le he dado, en mi contra.

-Si, pero hablaba de hombres que no te quieren, yo si te quiero.

-Si seguro, por eso me cargaste como a un costal de arroz.

-Ay ya no es para tanto.

-¡¿Qué no es para tanto?! Osea encima que me haces pasar la mayor pena de mi vida, a ti te parece poco.

Enamorada De Mi Hermano © #AES1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora