40. Por siempre, mi amor.

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—Estas divina, amiga.— comenta Valentina.

—Te ves hermosa, que digo hermosa, hermosísima.— le sigue Jazmín.

Sonriendo respondo: —Estoy muy nerviosa, chicas.

—Tranquila, todo saldrá bien.

Estoy a unos minutos de estar en el altar junto a Ruggero, mi futuro esposo, el hombre de mi vida. He esperado este momento durante tanto tiempo, que pensé que nunca llegaría, por fin podremos demostrar nuestro amor a todo el mundo, sin miedo a que nos juzguen.

El vehículo que me llevaría estaba esperando, con ayuda de mis amigas me dirijo hacia el, es una limosina blanca, llena de adornos matrimoniales.

Abordo el vehículo. Papá me está esperando en el, lleva puesto un traje gris, está emocionado, limpia algunas lágrimas para evitar que lo vea.

Llegamos.

Mi padre me ayuda a bajar de la limosina, la emoción me invade todos están de pie mirándonos, el lugar en que nos vamos a casar es hermoso, son unos jardines preciosos.

Al fondo puedo visualizar a Ruggero, trae puesto su esmoquin negro, se ve guapísimo, sonríe al verme, yo hago lo mismo.

Conforme voy avanzando puedo ver cerca de las primeras filas a mis amigas y amigos.

Valentina trae puesto un hermoso vestido rojo, el cual le queda divino, al costado de ella se encuentra Xavi, -su saliente- tiene puesto un traje azul marino, el cual le queda muy bien.

Luego está Jazmín quién viene acompañada de Mauricio, el chico de su fiesta. Ella trae puesto un vestido corto color azul, se ve bellísima.

Y claro mi familia en las primeras filas, mi madre se emociona al verme, le sonrió tranquila.

Por otro lado está la familia de Ruggero, la mayoría viajo de Italia para verlo el día de su boda, lo cual me parece increíble observó a las primas de Rugge, -gemelas por cierto- no dejaban de hablar cuando me conocieron, me agradaron mucho, al igual que el resto de su familia.

La madre biológica de Ruggero, también está ahí, se ve muy bien y me alegra que hayan arreglado las diferencias que había con mis padres.

Ya hemos llegado al altar, Ruggero se acerca a recibirme.

—Te entrego a mi hija, cuidala mucho.

Es lo último que dice mi padre y me deja con Ruggero, el asiente dándole a saber que me cuidará.

Ya en el altar el pastor comienza la ceremonia:
—Queridos hermanos, estamos reunidos para unir en santo matrimonio a esta pareja... — unimos nuestras manos derechas, según nos indican.

Ruggero es el primero en dar su consentimiento:
—Yo, Ruggero, te tomo a ti, Karol, como mi esposa. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Con una sonrisa en los labios prosigo:
—Yo, Karol, te tomo a ti, Ruggero, como mi esposo. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida.

El pastor finalmente nos hace las preguntas, primero le pregunta al novio:
—Ruggero. ¿Aceptas a Karol, como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

Él responde:
—Si, acepto.

Ahora me pregunta a mi, exactamente lo mismo, mi respuesta es evidente, muy segura respondo:
—Si, acepto.

Enamorada De Mi Hermano © #AES1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora