28. Una Auténtica Velada

1K 71 7
                                    

KAROL

Este año en definitiva era el mejor de todos. Ruggero, había mandado ¡una limosina! a recogerme, por un instante me quedé en shock al ver tal belleza, el vehículo tenía adornos por todas partes, me sentí una reina, estoy muy emocionada por todos estos sucesos en el día de mi cumpleaños.
El chofer que conducía la limosina me trajo hasta un edificio bastante iluminado, cuando entré había un camino de rosas y corazones esparcidos por el suelo hasta llegar al ascensor, mismo que abordé y luego de unos segundos se detuvo, la puerta se abrió dejándome ver a Ruggero, detrás de él se encontraba una mesa para dos.

¡Una cena romántica!
Aquello era lo más fascinante que me había pasado en la vida hasta ahora.

—Estás Hermosa —habló él y salí del trance en el que había quedado después de verlo.

—¡Ruggero! —corrí como pude por los zapatos algo que traía y el también corrió hacia mi, nos abrazamos con fuerza—. ¡Te extrañe tanto! —susurré en su oído mientras lo apretaba fuertemente contra mi cuerpo, era una sensación extraña la que me invadía, hace mucho que no lo veía y hoy, justo en mi cumpleaños yo... ¡Estoy tan emocionada!

—Lo sé princesa, para mí también fue muy difícil estar lejos de ti —mis lágrimas amenazaban con salir, pero no quiero llorar, debo estar feliz por este acontecimiento—. Ya estoy aquí, todo está bien —me calmó—. Ven aquí —tomó mi mejilla para hacer que nuestros rostros se encuentren luego sonríe a segundos de besarme—. ¿Ya estás mejor?

—Si —respondí a la vez que sonreí.

—De todas formas quiero que veas esto, se qué mejorará en unos segundos tu ánimo —sujetó mi mano y me llevo hasta uno de los extremos del rectángulo piso y paredes del edificio.

—¡Oh cielos! —exclamé sorprendida. Nos hallábamos en el último piso y desde aquí podía ver cómo las olas del mar chocaban entre sí—. ¡Esto es fantástico! ¿Por qué hay luces en la playa?

—Ya lo averiguaras —guiñó su ojo izquierdo—. Ahora dime ¿no tenes hambre?

—Mucha —sonreí.

—¡Genial! También muero de hambre —exageró, aunque él al igual que yo tenemos buen apetito.

Caminamos hasta la mesa ubicada en el medio del espacio rectangular, en el piso al igual que en el camino hacia acá, en el suelo se esparcían pétalos de rosas rojas y algunas blancas. Ruggero destapó los aperitivos que se encontraban en el centro de la mesa y empezó a servir para los dos. Era carne a la parrilla, una pequeña porción de arroz, puré de papas y ensalada, todo acompañado de un buen vino.

—¿Tu cocinaste? —pregunté curiosa, a él se le da muy bien la cocina, incluso más que a mí, pero eso no lo voy a admitir.

—Si quise hacerlo para ti, ¿qué tal esta? —preguntó luego de verme probar el primer bocado.

—No sé si está muy buena o me parece así porque muero de hambreb—ambos reímos.

Y así fue toda la cena, entre risas provocadas por las anécdotas que compartíamos, también preguntó como iba con la escuela y si había pasado alguna novedad, contesté que me iba y que todo seguía igual. Omití contarle que había actuado con Xavi en una obra para la escuela y que en una de las escenas nos habíamos besado, no se lo dije porque no lo considero importante.

Terminando de comer, caminamos agarrados de las manos hasta salir del edificio, cruzar una pista y llegar a tocar con mis pies la arena del mar. Observamos la luna y las estrellas habitantes del cielo que hoy brillaba más que otras veces.

—Me encanta la mar —soltó el de repente—. Sabes... —me miro—. El día que nos casemos, será aquí —aquello me confundió un poco, en realidad me tomó por sorpresa.

Enamorada De Mi Hermano © #AES1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora