29. Una Sorpresa Para Ruggerito

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KAROL

Dormía plácidamente cuando los rayos del sol que entraban por la rendija de la ventana llegaron a mi cara, no se cómo es que la cortina se ha llegado a correr, aunque de por sí la iluminación traspasa por lo claro de la tela.

Intento incorporarme, pero siento un peso sobre mi cintura, visualizo lo que es y me giro encontrándome con la mano de Ruggero puesta sobre mi cintura, al sentir que me muevo me aprieta más a él. Se ve tan precioso dormido.

—Karol —mi hombre de cabellos castaños parpadea varias veces, sus ojos tardan unos segundos en acostumbrarse a la luz. Cuando abre totalmente sus ojos y me ve a su lado, sonríe—. ¡Buenos días!

Le devuelvo la sonrisa y lo saludo, apenas puedo hablar, estoy avergonzada y no se muy bien por qué, siento mis mejillas arder y a los segundos él se está riendo, no entiendo de qué.

—¿Solo me dirás hola? —se acerca tentativamente hacia mi—. ¿Ni un beso o algo? —sonríe coqueto, ¡es tan guapo!, su carita me emboba.

Comprometida a darle un beso, me acerco a él y mis labios presionan los suyos, Ruggero sujeta mi nuca para profundizar el beso. Él me toma de las caderas y me alza hasta ponerme encima suyo, haciéndome sentir su erección.

—¡Ruggero! —jadeo atontada por el placer. Sus manos acarician mi cuerpo por debajo de las sábanas aumentando el calor corporal.

—Karol tienes que detenerme —pide pero ignoro su petición porque deseo que siga tocándome—. Vamos detenme ahora porque no podré parar después.

—¿Porque quieres detenerte? —digo con molestia mientras lo beso y mis manos acarician su pecho y brazos fornidos.

—Debes tomar la pastilla del día después —dejé de besarlo y lo separé de mí con brusquedad, la idea de quedar embarazada había causado un temor descontrolado. Por supuesto que quiero vivir la experiencia de ser madre pero evidentemente eso no lo quería ahora. Ayer no usamos protección, por lo que que debo tomar la pastilla anticonceptiva.

Lo siguiente fue levantarnos de la cama haciendo un gran esfuerzo, mi idea mágica era ingresar al baño y tomar una ducha, pero había olvidado que no estábamos en una pequeña casa de playa que solo abordaba una habitación, es decir, no hay ducha. Ruggero sugirió que nos vestirnos rápido e or corriendo al edificio donde habíamos cenado, él tenía una reservación ahí.
Posteriormente, luego de correr por la arena y cruzar la avenida, llegamos a recepción, Ruggero mostró una tarjeta que se demoró varios segundos en encontrar la tarjeta, tiempo que me pareció eterno por las miradas que la gente nos daba.
Finalmente, cansados aunque habíamos tomado el ascensor corrimos nuevamente, está vez por el pasadizo que nos dirigía a la habitación, ahí si nos pudimos duchar y lo hicimos juntos para ahorrar tiempo. Ruggero ordenó servicio a la habitación, ambos estábamos hambrientos.

Luego de desayunar, él recibió una llamada a la cual yo ignoré, y decidí salir al balcón mientras el hablaba por teléfono. En mi mente pasaba todo lo que sucedió ayer, mi corazón latía de felicidad, todo mi ser estaba lleno de esa emoción.

—¡Ruggero! —lo abracé con fuerza—. ¡Te extrañé! —susurré en su oído mientras lo estrechaba en mis brazos.

Realmente lo había hechado de menos todo este tiempo. La vida ha sido muy injusta con nosotros, si nos amamos con tanta intensidad ¿por qué tenemos lazos que nos unen ¿Por qué teníamos que ser hermanos? ¿Cómo era posible este suceso en nuestras vidas?

—Karol —me habló Ruggero sacándome de mis pensamientos. Lo mire y traía un vaso con agua junto con una pastilla—. Debes tomarte esto —asentí—. Debemos irnos —dijo después de haberme visto ingerir la pastilla. Sentí su voz extraña, algo había pagado.

Enamorada De Mi Hermano © #AES1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora