38. La última vez.

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Hace un año...

KAROL
¡Cielos santos! Ya no puedo más con estos nervios. ¿Se habrán reconciliado?
Mi hermano está muy molesto pero sé que ama a mis padres.

Hermano.

Aún sonrío cuando lo llamo de esa manera.

•••

—Me alegra mucho que ya te hables con mis padres.

—Salio mejor de lo que esperaba.

—Lo vez, te lo dije.— digo, él niega con la cabeza mientras sonríe.

Vamos por la calle tomados de las manos, y al pasar por una pastelería el aroma a recién horneado nos conduce a la puerta de ella, ordenamos dos porciones de torta tres leches de coco. Mientras esperamos la orden una chica, muy coqueta, se acerca a nosotros.

—¡Ruggero!— lo saluda. Al parecer es una de sus antiguas amiguitas.

—Hola...— responde él tratando de recordar su nombre.

—Marisol.— lo ayuda.

—Marisol, claro. ¿Cómo has estado?

Sonrío por causa de esta situación. Él me mira divertido.

—He estado bien ¿Y tú? Supongo que muy ocupado ¿por qué no me llamaste?— hace puchero.

Ella se siente muy cómoda hablando con él, ni siquiera me mira.
Ruggero entrelaza nuestras manos. Marisol evita mirarme pero sé que nota nuestras manos unidas.

—Ella es Karol, mi novia y también el motivo de porque no te llamé.

La moza trae nuestros pedidos y de cortesía dos bebidas de fresa.

Marisol se muere de pena al saber que la moza también escucho lo que Ruggero dijo.

—¡Idiota!— dice aventándole la bebida de fresa, y sale de la pastelería molesta. Ruggero se sobresalta al sentir el jugo en su camisa. Yo no sé qué hacer, estoy sorprendida. Así que optó por reírme.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué te ríes? ¿Estás demente?

—Lo siento— respondo aún entre risas —Eso te pasa por andar con chavitas locas.

—¿Andar? Ni siquiera eso. Esta demente, mira lo que me hizo— dice mostrándome su camisa.

Ruggero pidió la cuenta y ordenó que los pasteles sean para llevar. Pagó lo debido y salimos del lugar en dirección a su departamento. Ya ahí, él se va a bañar mientras que yo me dispongo a comer el pastel mientras veo tv. Terminó de comer y me fijo si Ruggero está por algún lado del departamento pero no, no está. Sigue en su habitación. Aburrida recorro el lugar y sonrió al encontrarme con una foto nuestra en el pasillo.

—¡Karol!— me llama Ruggero desde su habitación.

—Ya voy— grito.

Me detengo al llegar a su habitación, ¿debería entrar? ¿y si aún no se ha cambiado?

—¿Qué haces ahí? Entra.

Enamorada De Mi Hermano © #AES1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora