— ¿Ya se lo contaste? —pregunta John.
— Sí, ya se lo dije.
— ¡Esto es increíble! No puedo creer que esa persona sea Alex —comenta Tris.
— Las apariencias engañan, amiga —digo con amargura.
John se apoya en el marco de la puerta por si alguno de los niños aparecen cuando termina de cortar las verduras y con Tris estamos sentadas una frente a la otra.
— Lo sé y él es un ejemplo de ese dicho. Aunque... ¿Estás segura de que él no quería hablar de sus hijos? No lo sé, tal vez quiere hacerse cargo ahora—comenta dando un leve apretón en mi mano.
No, definitivamente, no quería saber nada sobre los niños y sobre mí. Está todo más que claro, porque en ningún momento nombró lo de ser padre o cuidar niños... ¡Momento! Sí lo hizo pero... No puede ser. No, él no respondió a mi carta. ¿Por qué quiere ser padre luego de seis años de ausencia? No, Tris está equivocada. Alex no quiere ser padre de mis hijos. Está más que claro.
— No, Tris... En ningún momento mencionó a los niños. Supongo que no le interesa esa clase de responsabilidad y aunque me cueste decirlo... Duele. Duele hasta lo más profundo de mi corazón —explico tratando de controlar las ganas de llorar.
Tris se levanta de su suya y se pone de cuclillas a mi lado para masajear mi espalda.
— Lo siento amiga, no sé qué decirte. Sabes que siempre tengo consejos para ti pero con este tema de Alex y los niños... Simplemente me quedo con la mente en blanco. Es bastante complicado —contesta Tris.
Le dedico una breve sonrisa mientras agarro una servilleta de papel y me limpio las lágrimas.
— ¿Puedo hacer una pregunta?
— Ya la hiciste, John —lo molesto. Él entrecierra sus ojos y me enseña su lengua—. Adelante, suéltalo —continúo.
— ¿Cómo fue que se separaron? Porque tú solo me contaste lo del embarazo... Dime. ¿Por qué terminaron, si eran tan felices? —me pregunta confundido, sentándose en la silla en la que estaba Tris.
Yo también me lo pregunto a veces y siempre obtengo la misma respuesta. NADA. Terminar. ¿Qué había pasado...? Sí, definitivamente fue la desconfianza. No mía, sino de él. Muchas personas dicen que los celos son sinónimo de que se aman mucho pero yo no soy una de ellas. Me parece terrible que te acusen antes de preguntar... Como lo hizo él. Recuerdo una de sus palabras: "Deja de hablarle a mi hermano, estás saliendo conmigo", había dicho una tarde cuando terminaba mi conversación con su hermano sobre matemática. Él era bueno con los números, cosa que yo no y por eso siempre le pedía ayuda. Era lógico, ya que era el único que me podía ayudar. Además, estaba mi último año en la secundaria, necesitaba estudiar y aprobar todo si quería entrar a la universidad. Si necesitaba ayuda en historia o filosofía, se la pedía a Alex.
"¿Por qué tienes tantos amigos varones?", comentó un día cuando mirábamos una película romántica. Ya había arruinado el romanticismo. Típico de Alexander, siempre fue un cero a la izquierda en el romance. Por otro lado, no podía creer esa pregunta. Tenía tres amigos varones, dos tenían novia (que eran amigas mías) y uno era homosexual y a los tres los veía como hermanos, es decir, INTOCABLES (lean muy lentamente: I-N-T-O-C-A-B-L-E-S). Además no eran mi tipo de chico y yo no era el suyo.
"No me gusta que tus amigos vayan todo el tiempo a tu casa".
"¿Quién soy yo? ¿Tu novia o un sospechoso al que le haces preguntas?", le respondí luego de una sarta de preguntas estúpidas. Yo no tenía dueño. Si bien mi corazón siempre le iba a pertenecer, no podía tratarme como lo hacía (como si estuviéramos en un juicio) y luego decir que era mi dueño. Muy mal tu actitud, amigo.
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Doblemente Problemáticos
Romance[COMPLETA Y SIN CORREGIR. Escrita en el 2012] Megan creía que se había alejado del pasado y que su nueva vida era perfecta pero a pesar de todos los cambios, los problemas siempre van atados a su espalda. Sobre todo si tiene a un par de gemelos que...