Capítulo 30

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El dolor de cabeza es insoportable. Siento como si miles de martillos estuvieran dentro de mi cabeza amenazando con quebrar mi cráneo. Aprieto mis párpados para calmar el dolor pero es inevitable.

El sol entra con fuerza por mi ventana.

¿Por qué tiene que ser el día más soleado del invierno? ¿Por qué no puede estar nublado? ¿Por qué tienen que seguir festejando por la revista? ¿No les alcanza con una fiesta?

Pensar en la fiesta me hace entrar en pánico. Todo iba bien hasta que...

— ¡Mamá! ¡Ya despierta! Tenemos que prepararnos para ir al día de campo en familia. ¡Mamá! —dice Adam entrando a mi habitación.

Siento como mi colchón se hunde a mi lado, señal que se ha subido a mi cama. No quiero abrir los ojos, me arden y no me siento para nada bien.

— Mamá... ¿Te sientes bien? —niego con la cabeza, apretando los párpados—. ¿Qué te duele? —me pregunta mi hija.

Sólo murmuro algo que ni siquiera yo puedo entender.

— Mamá... No te entendimos nada —comenta Adam.

Comienzo a abrir los ojos, lentamente, ya que me molesta demasiado la luz. Los veo allí, uno de cada lado de la cama, observándome preocupados. Les sonrío, aunque me cuesta demasiado, es difícil después de llorar toda la noche.

— La cabeza y... ¿Podrían cerrar las persianas? Me molesta mucho la luz.

Ellos sonríen y Marie se acerca a la ventana para cerrarla.

— ¿Tomaste alcohol? —me pregunta Marie tomando la fiebre de mi frente.

Sonrío ante su gesto.

— No, Marie. Bueno, sólo fue para brindar, nada más... Sabes que no bebo —comenta. Ellos me abrazan—. ¿Qué les ocurre?

— ¡Eres la mejor mamá del mundo!

Los mira con el ceño fruncido.

¿Qué diablos pasa aquí?

— Anoche estuvimos hablando con los abuelos y la tía, ellos nos contaron toda la historia. Toda tu vida. Tu relación con Alex y cómo te mantuviste fuerte durante todo el tiempo luego de terminar con él.

¡Oh por Dios! Voy a matar a mi madre.

— Fue la abuela. ¿Verdad?

Ellos intercambian las miradas.

— No te vamos a decir porque fuimos nosotros los que quisimos saber, así es nuestra culpa en realidad.

Los miro con los ojos entrecerrados.

— La verdad. ¿Quién les hablo?

Ellos suspiran.

— Fueron los tres. La abuela comentaba poco pero pudimos saber todo. Gracias por ser tan fuerte por nosotros. En serio, mamá...

Un nudo se comienza a formar en mi garganta. Voy a morir de amor con estos dos angelitos.

— Los amo... —es lo único que puedo decir por miedo a volver a llorar.

— ¡Vamos preciosas! Tenemos que prepararnos —comenta Adam con su típica "voz de galán".

Ambas reímos.

Ellos salen de la habitación y yo comienzo a prepararme.

Luego de una hora, todos estamos subiendo las cosas necesarias en los autos. Mi hermano y su esposa irán con mis padres. Y mis hijos y mi hermana, conmigo y Tris. Todo el camino, Adam y Marie comentan cómo será este día de campo, jamás han tenido uno y es la primera vez que salíamos todos juntos como familia.

Doblemente ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora