Capítulo 35

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Otro día, otro mal sueño. Otro día encerrada en esta maldita habitación sin poder escapar. ¡Quiero salir! ¡Ya pasaron cinco días! Se supone que Lucke ya recibió el dinero. ¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué? "Come, por favor Megan, el bebé". ¡No puedo comer! No puedo. Tengo miedo. Estoy nerviosa. Lloro todo el tiempo. Me siento deprimida, angustiada, triste, sin esperanzas. "¡No! Eso nunca. Nunca pierdas las esperanzas". ¿Qué se supone que debo hacer? Ya pasaron cinco días y nada. Absolutamente nada. No volví a escuchar la voz de Alex, no volví a saber nada de él, de mis niños, de mi familia, de mis amigos. ¡Nada! Apenas recuerdo lo que era sonreír. Los recuerdos de los momentos felices junto a las personas que amo, son lo único que me mantienen viva. "Y el bebé". Me gustaría ser más fuerte por el bebé pero no puedo, es imposible pensar en felicidad cuando estoy encerrada en un cuarto oscuro, esperando por ser rescatada... Con las esperanzas desvaneciéndose como el hielo bajo el sol.


Ya no sé ni qué día es. Creo que hace diez días que estoy encerrada, apenas puedo ver la luz del sol porque las rejas obstruyen la entrada de los rayos. Las esperanzas cada vez se van debilitando. Estoy aferrada a ellas pero cada vez que pienso que voy a ser rescatada, otro día pasa y así... Ya perdí la cuenta de mi estancia aquí. El bebé de seguro está cada vez más débil. Lucke me ha traído ropa todos estos días y comida también. Pero cada vez me siento más prisionera de un calabozo. El simple hecho de estar encerrada en la misma casa que Lucke, me hace sentir mal. Se supone que tendría que haber luchado aquel día en el centro comercial. Me tendría que haber escondido en algún local y esperar a que se fuera, así correr por un taxi y llamar a la policía... ¡Pero no! No lo hice porque amenazó con lastimar a cualquier inocente que se encontrara ahí. Pude escapar pero tuve miedo por los otros y por mi bebé. Yo no le tengo miedo a lo que él me haga, le tengo miedo a lo que pueda hacerle a alguien indefenso. Podría haberme arriesgado pero Lucke sabe que no soy así, que daría mi propia felicidad por ver a otros felices. Él sabe que daría mi propia vida por la gente que amo, en especial por mis hijos.

— ¡Ya cálmate! —escucho los gritos de Lucke del otro lado de la puerta.

Me levanto de la cama y pego mi oído en la puerta para escuchar.

— ¿Quieres...? ¡No! ¡No tengo más! ¿Cómo que cancelaron? ¿Es posible? —dice desesperado.

¿Está hablando con Alex? ¡Que me pase el teléfono ahora mismo!

— ¡No! Prometiste que ibas a protegerme...

¿Protegerlo? ¿Lucke necesita que lo protejan...? ¿De qué?

— Escucha, ya tienes el dinero. ¿Qué más quieres? La deuda ya está paga —un silencio reina del otro lado de la puerta—. Bien. ¿Qué más quieres?

¿Con quién está discutiendo?

— De acuerdo, te lo entregaré. ¡Él no me interesa! Quiero quitarlo de mi camino.... Pero dame tiempo... ¿Qué? ¡No, espera! ¡Mierda!

Deja de hablar pero puedo escuchar sus protestas entre dientes. Después comienza a romper cosas y tirar botellas contra la pared. Me aparto de la puerta asustada. Vuelvo a la cama y me hago lo más pequeña posible.

Ese es Lucke, el verdadero Lucke. De seguro tiene millones de deudas y no sabe cómo pagarlas, no sabe cómo devolver todo el dinero. ¡Claro! La familia Jones tiene millones y Lucke lo sabe. "Y también sabe que Alex lo daría todo a cambio de tu bienestar".

La puerta de la habitación se abre lentamente. Cierro los ojos y le doy la espalda para que no intente nada. Y si me lanza algo, mi espalda lo soportará.

Doblemente ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora