Capítulo 9

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— ¿Dónde es? —pregunta mientras nos subimos a su auto.

¡Qué auto, qué lujo, qué...! "¡Hombre!". También... No, no quise decir eso. "¡Ja! Pero lo dijiste".

— Tú sólo conduce, yo te guío —digo. Él me mira de reojo y sonríe de costado—. ¿Qué? —pregunto.

— Nada... —me mira una vez más. Aparta su vista de mí y niega con la cabeza mientras sonríe y enciende el auto.

— ¿Qué es tan gracioso? —pregunto sonriendo—. Ve por aquella calle, si vamos por la avenida nos va a retrasar el tráfico —le informo luego de varias cuadras en silencio.

Él asiente con la cabeza y toma el camino que le indico.

Me pellizco la palma de la mano nerviosa y miro por el rabillo del ojo a Alex que parece muy concentrado manejando.

— Alex, yo...

— No hables, Megan. Si dices una sola palabra sobre el beso, juro que detengo el auto y te vuelvo a besar —dice en forma de amenaza sin voltear a mirarme.

Mis ojos se abren, sorprendidos por su reacción pero no volteo a mirarlo. ¿Ese es Alexander Jones? "No, es su hermano gemelo. Sí, Megan, es el nuevo Alex. Tendrás que acostumbrarte a él".

— De acuerdo... Pero lo tenemos que hablar —insisto.

Él me mira por un momento y menea la cabeza.

— No hasta que me dé una ducha de agua fría —suelta una carcajada como si estuviera incómodo—. Me siento como un adolescente. ¡Diablos! —dice divertido. Luego se concentra en el camino y yo no vuelvo a hablar.

El camino se hace más extenso de lo que es, sólo espero que no sea nada grave. "Es sólo un niño que tiene problemas porque no hay una figura paterna en casa. Adam necesita una figura paterna". ¡Lo sé! Pero no puedo obligar a Alex a hacerse cargo de los niños. "¿Estás segura que Alex sabe de sus hijos?". Sí, él lo sabe. Leyó la carta que le dejé antes de irme de su vida para siempre.

— Dobla a la izquierda, es donde están las paredes blancas decoradas con manitos de colores —le informo. Él asiente y dobla a la izquierda. Estaciona el auto y bajo antes que apague el motor.

— No tienes por qué quedarte, Alex, puedo tomar un taxi —digo bajando del auto. Él toca mi muñeca.

— Quiero entrar contigo. Quiero ver a los niños —me dice.

Sonrío al escucharlo y no puedo evitar que mi corazón se llene de emoción. Dijo que quería ver a los niños, eso significa que... "No te adelantes, pequeña. No debes ilusionarte". Ya lo sé pero es imposible sentir emoción al escuchar que el padre de tus hijos quiere verlos. "Sí pero no te hagas ilusiones".

Asiento con la cabeza y juntos, entramos a la escuela.

Los pasillos están vacíos pero en el aire se siente la alegría de los niños que se encuentran allí. "La mejor etapa de la vida", había dicho mi madre un día cuando fue a visitarnos y tenía razón, ella siempre tenía razón. Tan sabia y llena de consejos por dar. Una mujer amable que había pasado por muchas cosas en su vida, tanto buenas como malas. Sonrío al pensar en mi madre pero automáticamente la borro pensando en los problemas que atrae Adam.

Me dirijo a dirección y Alex sigue mis pasos. Es raro tenerlo detrás de mí, me siento bastante incómoda y observada. Tengo ganas de darme la vuelta pero eso sería inapropiado y no quiero chocarme con su pecho otra vez.. "¿Segura?".

La dirección es de color café pero tiene muchos cuadros infantiles y está lleno de dibujos de los niños, seguro que por allí debe estar el de Adam y Marie.

Doblemente ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora