Capítulo 31

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*ATENCIÓN*: LIBROS GRATIS, LIBROS GRATIS... Ahora que tengo su atención, no hay libros gratis pero...  Se acerca el final de Doblemente Problemáticos y además, pronto publicaré buenas noticias que puede gustarles o no.


Dos semanas después:

— ¡Marie! ¡Adam! No hagan esperar a su padre. Se les hace tarde —grito desde la parte baja de las escaleras.

Ellos todavía no están listos y ser impuntuales es algo que no se acepta en el equipo de béisbol de Adam.

— ¡Ya vamos mamá! ¿Dónde están mis zapatillas de juego?

Cierro mis ojos. Cuento hasta diez y suspiro.

— Están sobre la silla de madera, Adam. ¡Ya apúrate!

Hoy es un día en el que no tengo el buen humor de siempre. Cualquier cosa me hace enojar, como en estos momentos.

— ¡Deberías regalarle un rastreador, para que encuentre las cosas que cree perdidas! —comenta Marie bajando por las escaleras.

— O mejor dicho, lentes. Así ve donde dejo las cosas —respondo.

— ¡No! ¡Que sean audífonos! Así te escucha cuando le dices las cosas —comenta Marie.

— ¡Ya paren! ¡No me molesten! ¡Hoy es un día muy ocupado en mi agenda! —dice Adam, bajando por las escaleras.

— ¿Cuál agenda? ¡Apenas sabes dónde tienes la cabeza!

Adam la fulmina con la mirada.

— Adam, no mires así a tu hermana. Marie, ya es suficiente. Deja de molestar a tu hermano.

Ambos se encogen de hombros.

— ¡Alex! —gritan al unísono al darse cuenta de la presencia de Alex.

— Hola niños —comenta Alex sonriendo—. ¿Están listos?

— ¡No! —comenta Marie tomándose la cabeza.

— ¿Qué ocurre? —pregunto desconcertada.

— Se me olvidó mi pulsera de la suerte.

— Ya está bien. Lo harás grandioso hoy —comenta Alex.

Hoy es el concierto de Marie y el partido de béisbol de Adam. ¡Ambos! ¡El mismo día!

Alex llevará a Adam y a Marie al estadio. Luego iremos Tish y yo, a la hora del partido. Los niños van a pasar el día con su padre, así que mejor no molestarlos. "¿Por qué no pasan un día de familia? ¡Todos juntos!". Ya lo hablamos, deja de molestar. Deja de meterme estas ideas. Ya todo se acabo. "¡Que terca eres!". ¡Que molesta eres!

— ¡No puedo hacer nada bien sin mi pulsera de la suerte!

— ¡Yo olvidé ponerme mis calcetines de la suerte!

¿A estos niños que les ocurre?

— ¿Hablas de esos sucios que no necesitan ser lavados sino quemados? —pregunto.

Él me mira con los ojos bien abiertos.

— No los lavaste. ¿No?

Niego con la cabeza.

— Pero para la próxima, esos necesitan una desinfección completa.

Él asiente.

— ¡No corran en la escale...! —comienzo a decir pero me interrumpo al verlos correr por la escalera—. ¡Bien, no escuchen a su madre! —les grito pero como siempre, me ignoran. Suspiro cansada. Odio que me dejen a solas con Alex—. ¿Quieres algo de beber? —pregunto sin mirarlo.

Doblemente ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora