Capítulo 2

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— Buen día, despierta... —escucho a Marie a lo lejos.

— Mamá, nos tienes que llevar a la escuela —puedo escuchar a lo lejos a Adam.

Comienzan a golpearme con los almohadones pero estoy demasiado cansada como para abrir los ojos o levantarme.

— ¡Cinco minutos más! —protesto perezosamente. Escondiéndome bajo mis sábanas. Siento que el colchón se hunde de un lado y ellos comienzan a aplastarme.

Lo cierto es que no pude dormir en toda la noche porque estaba escuchando un especial de canciones de The dark angel y por si se lo preguntan... Sí, soy muy masoquista.

Marie me quita las sábanas junto a su hermano y yo me hago una bolita, tratando de ocultarme de la luz solar y artificial que inunda mi habitación. Los chicos me comienzan a zamarrear de un lado para el otro y es ahí cuando digo basta porque después voy a tener un terrible dolor de cabeza.

— De acuerdo, de acuerdo. ¡A vestirse! —les indico.

Ellos salen disparados hacia la habitación y yo me siento en la cama. Seguramente estoy toda despeinada y tengo saliva seca pegada en la cara, ni siquiera puedo terminar de abrir los ojos porque los tengo prácticamente sellados, consecuencia de haber estado llorando.

Me preparo y voy a la cocina para preparar el desayuno. Al quedar embarazada aprendí muchas cosas sobre la alimentación y una de ellas es que: EL DESAYUNO ES LA COMIDA MÁS IMPORTANTE DEL DÍA.

Preparo un desayuno completo para los tres, como todos los días, mientras los niños se terminan de preparar. Cuando creo que estamos a tiempo, escucho los pies descalzos de Adam corriendo por la casa.

— ¡Mamá! ¡No encuentro mis medias! —grita Adam desde la sala.

Su costumbre es no recordar dónde ha dejado las cosas el día anterior, además de ser muy desordenado, claro.

— ¡Las dejé colgadas en el baño, hijo! —le contesto y sigo preparando las tostadas.

Bajo la vista a mi vestuario y suspiro.

Mi ropa. ¡Diablos, me veo ridícula! ¿Por qué tengo que vestirme así por una simple entrevista? Gregorio Grove (mi jefe), es un idiota. Parezco una zorra. Me veo más como actriz porno que como una mujer con hijos y empleada de una de las mejores revistas de Nueva York... Que por cierto es una revista FAMILIAR, Gregorio.

— Mamá... ¿Por qué te vistes así? Tú nunca usas esa ropa —pregunta Adam apareciendo en la cocina, dando pequeños saltitos mientras se termina de poner sus zapatillas. Marie va detrás de él.

— ¿Ocasión especial, verdad? —pregunta Marie.

Asiento cuando dejo las tostadas sobre la mesa. Los niños se sientan alrededor de la pequeña mesa que hay contra la pared de la cocina. La verdad es que nuestra casa es diminuta y está bastante maltratada pero somos felices con lo que tenemos.

— Bueno niños, terminen su desayuno, yo iré a terminar de prepararme —digo antes de subir a mi cuarto.

Arreglo mi cabello, que está todo despeinado... Me miro en el espejo y no que mi camisa oscura se manchó con chocolate. ¡No veo la hora de terminar todo esto! ¡Joder...! Las únicas camisas que tengo son la de color verde oscuro que llevo puesta y una blanca que trasluce mi ropa interior. Tomo la blanca, es eso o vestirme de manera "informal" según Gregorio que me llamó ayer por la noche para avisarme que si no iba a bien arreglada, no me molestara en aparecer.

— Vamos chicos, llegan tarde... —los llamo bajando por las escaleras y tomando mi cartera en el camino.

Miro mi reloj. Quince minutos de retraso...

Doblemente ProblemáticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora